El valor del consenso

El consenso entre Ejecutivo y representantes de las partes sociales es un bien muy valioso para cualquier democracia; en Espa?a, tiene un valor casi incalculable. En primer lugar, por el p¨¦simo estado de la pol¨ªtica, hundida en una situaci¨®n de conflictividad tan oscura que cualquier acuerdo de corte transversal tiene una luminosidad especial. En segundo lugar, porque es un pa¨ªs con una extraordinaria necesidad de reformas estructurales ¡ªdel mercado laboral, las pensiones o el sistema fiscal, por mencionar solo las m¨¢s destacadas¡ª que reclaman desesperadamente consensos que permitan aprobarlas, primero, e implementarlas con estabilidad, despu¨¦s. Espa?a es un pa¨ªs en el que el principal partido de la oposici¨®n no tiene reparos en aprovechar un indecente ¨®rdago lanzado por un pa¨ªs extranjero para desgastar al Gobierno o en bloquear sin un motivo v¨¢lido la renovaci¨®n de ¨®rganos constitucionales; y en el que el Ejecutivo, b¨¢sicamente, prescinde del Parlamento en el dise?o de las inversiones m¨¢s transformadoras en d¨¦cadas. En este erial de acuerdos pol¨ªticos, los pactos entre el Ejecutivo y los agentes sociales durante la pandemia han arrojado buenos resultados y, adem¨¢s, mantenido viva la perspectiva de que es posible en Espa?a una din¨¢mica diferente de la que se observa en el Parlamento.

Es en este contexto que hay que leer el pulso en la negociaci¨®n de la pr¨®rroga de los ERTE hasta el pr¨®ximo 30 de septiembre. El punto de desacuerdo es la propuesta planteada por el ministro Jos¨¦ Luis Escriv¨¢ de alterar el r¨¦gimen de ayudas a las cotizaciones de las empresas, en un intento de incentivar ¡ªcon mayor apoyo¡ª la salida de trabajadores de los ERTE y en cambio desincentivar ¡ªcon menor apoyo respecto al esquema anterior¡ª la permanencia en el programa. Patronal y sindicatos se oponen. De por s¨ª, el asunto ya tiene una gran relevancia, a la vista de que el esquema afecta todav¨ªa a unos 600.000 trabajadores de miles de empresas. Pero tiene mucha m¨¢s si se contempla el significado general de una ruptura tras m¨²ltiples acuerdos, en un clima pol¨ªtico como el actual, y con los retos que hay por delante, con otras mesas en las que los mismos actores son protagonistas esenciales. Una de ellas la de la reforma de las pensiones, donde precisamente el ministro Escriv¨¢ busca sellar un paquete de medidas, y a esos fines ha aparcado su propuesta de nueva tabla de cotizaci¨®n de aut¨®nomos.

Conceptualmente, la idea de reformular el esquema para incentivar que las empresas reactiven a trabajadores tiene sentido. Es importante fomentar la reincorporaci¨®n, y el momento, con la incipiente recuperaci¨®n y el verano, parece propicio. Limitar el riesgo de inyectar dinero en empresas zombis tambi¨¦n es un factor. Pero el c¨¢lculo no es cristalino y los argumentos contrarios no son despreciables. Es cierto que puede infligirse un da?o a las empresas en situaci¨®n m¨¢s precaria, en un momento en el que, adem¨¢s, todav¨ªa no han llegado las ayudas directas ¡ªun grave retraso¡ª. El balance indudable es que el valor del consenso es muy superior al de los beneficios marginales de una u otra posici¨®n. Las tres partes deber¨ªan ser conscientes de ello, de que han representado en el ¨²ltimo a?o otra manera inspiradora de gestionar los asuntos p¨²blicos y de que es realmente importante que esa v¨ªa no descarrile.