Esperpento en Nicaragua
Con la detenci¨®n de la dirigente opositora Cristiana Chamorro, el r¨¦gimen de Daniel Ortega confirma su vocaci¨®n desp¨®tica
El r¨¦gimen de Daniel Ortega hace ya muchos a?os que abandon¨® la senda democr¨¢tica para instalarse en el despotismo. Creadores de un Estado lacayo, donde todo ha de moverse seg¨²n sus designios, el presidente y su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, no permiten la discrepancia ni mucho menos la posibilidad de alternancia pol¨ªtica. Cualquier dem¨®crata que intente hacer o¨ªr su voz es fagocitado por la maquinaria orteguista. Todo les vale para este fin. Sometida la judicatura, la fiscal¨ªa y la polic¨ªa, igual usan la calumnia que abren investigaciones esperp¨¦nticas contra aquellos que perciben como rivales. Esa es hoy la realidad de Nicaragua y as¨ª lo demuestra la persecuci¨®n emprendida contra opositores y periodistas en las ¨²ltimas semanas y que ha tenido su m¨¢s clamoroso ejemplo en la detenci¨®n de Cristiana Chamorro ¡ªhija de Violeta Chamorro (presidenta entre 1990 y 1997) y de un legendario l¨ªder opositor asesinado en 1978 por la dictadura somocista.
El arresto domiciliario de esta dirigente opositora, cuya liberaci¨®n reclam¨® ayer EE UU, por una burda acusaci¨®n de lavado de dinero en su extinta fundaci¨®n es un paso m¨¢s en el plan destinado a retirarla de la vida pol¨ªtica. Desde que en enero hiciera p¨²blico su deseo de concurrir a las elecciones presidenciales de noviembre, ha sufrido los embates del r¨¦gimen. Primero se la inhabilit¨®, luego se la acus¨® y ahora se la ha detenido en un estruendoso operativo destinado a dar carnaza a los medios afines. En esta ofensiva se han visto salpicados (y amedrentados) decenas de periodistas independientes e incluso figuras disidentes de la talla del escritor Sergio Ram¨ªrez.
La apuesta Ortega por el todo vale solo viene a confirmar lo que ya se sab¨ªa. Que la mejor soluci¨®n para Nicaragua es su salida inmediata del poder y la convocatoria de unas elecciones libres. Desgraciadamente, es dif¨ªcil que el presidente, a sus 75 a?os y en el cargo desde 2007, vaya a tomar por s¨ª mismo la decisi¨®n. Es necesario que la presi¨®n internacional aumente y que m¨¢s all¨¢ del juego habitual de condenas se adopten medidas punitivas contundentes contra sus desmanes.
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