40 d¨ªas que cambiaron a Colombia
El estallido cort¨® de un tajo los d¨¦biles lazos que todav¨ªa un¨ªan a Duque con el pa¨ªs real y dej¨® por el piso a un grupo de medios que se dedic¨® a reproducir el discurso oficial
Entre los sectores colombianos que, de manera irrestricta, apoyan al Gobierno Duque, existe la percepci¨®n de que estos ¨²ltimos 40 d¨ªas de estallido social no pasan de ser un bochinche m¨¢s y que con controlar a la plebe es suficiente para que las cosas vuelvan a la normalidad.
Que equivocados est¨¢n.
Estos 40 d¨ªas han sido todo menos un episodio pasajero. Lo que acaba de suceder en el pa¨ªs ha removido muchas placas tect¨®nicas y el remez¨®n ha sido tel¨²rico. No hay nada que indique que vamos a volver a la normalidad.
Muchos vasos comunicantes se rompieron en Colombia durante estos ¨²ltimos 40 d¨ªas. El estallido cort¨® de un tajo los d¨¦biles lazos que todav¨ªa un¨ªan a Duque con el pa¨ªs real y dej¨® por el piso a un grupo de medios que se dedic¨® a reproducir el discurso oficial.
Esa ruptura convirti¨® a Duque en el presidente m¨¢s impopular de la historia de Colombia con un 79% de desaprobaci¨®n en las encuestas y en el m¨¢s indolente de todos los que han ocupado la Casa de Nari?o.
Los medios tradicionales, que es como en Colombia se conoce a la prensa que ha terminado en manos de los grandes due?os del pa¨ªs, tambi¨¦n salieron perdiendo. Una gran parte de ellos -no todos, es cierto- optaron por cubrir el paro como si estuvieran rindi¨¦ndole cuentas al poder. Mientras la prensa extranjera y los nuevos medios independientes sacaban historias sobre las movilizaciones masivas y registraban con sorpresa la represi¨®n policial, un pu?ado de la prensa tradicional se puso al servicio de la narrativa ¡°oficial¡±, estigmatiz¨® la protesta y lanz¨® un manto de duda sobre la legitimidad de las marchas.
En sus titulares, la gran noticia del paro la constitu¨ªan los actos vand¨¢licos cometidos por una minor¨ªa, invisibilizando el hecho innegable de que la mayor¨ªa de las protestas fueron pac¨ªficas y masivas. Buena parte de esos medios enfocaron sus energ¨ªas en publicar informes sobre el impacto que ten¨ªan los bloqueos en la econom¨ªa y de c¨®mo estos afectaban a los empresarios y a la generaci¨®n de empleo pero no se indignaron con la brutalidad judicial. Por el contrario varios salieron en defensa de la polic¨ªa y del Gobierno como si fuera funci¨®n de los medios defender las instituciones en entredicho. ¡°Para ellos fue m¨¢s importante la defensa del capital que la defensa de la vida¡±, me dijo con asombro uno de los l¨ªderes de la comuna de Silo¨¦ en Cali al cuestionar duramente el papel de ciertos medios que en las protestas informaron como si fueran el portal de la Polic¨ªa.
En estos 40 d¨ªas los medios perdieron la confianza de la gente, una que ven¨ªan construyendo desde el siglo pasado cuando la prensa se convirti¨® -o mejor, nos convertimos- en la primera l¨ªnea de la lucha contra el poder corruptor del narcotr¨¢fico.
No lo saben, pero la generaci¨®n que sali¨® a las calles no los lee, no los ve, no los oye y sobre todo, no les cree. Los j¨®venes de hoy se informan por otras fuentes distintas a los medios tradicionales. Creen en los portales de la prensa extranjera y en los medios independientes como sucede con el canal 2 de Cali, que durante el paro pas¨® de 50.000 suscriptores a tener 500.000.
En los puntos de resistencia de ciudades como Cali no solo no son bienvenidos: les tienen prohibida la entrada porque los consideran representantes del ¡°bando enemigo¡± y los creen incapaces de o¨ªr y de escuchar. All¨ª solo aceptan la entrada de medios y periodistas independientes y de corresponsales de la prensa extranjera, quienes son a su juicio los que mejor han cubierto este estallido social.
Las encuestas tambi¨¦n reflejan el mismo descontento con los medios que se siente desde los frentes del paro. En un sondeo que se public¨® el 27 de mayo de este a?o, entre la Universidad del Rosario, el diario El Tiempo y la firma de Cifras y Conceptos los colombianos dijeron que confiaban mucho m¨¢s en los medios independientes que en los medios tradicionales. Y en el ¨²ltimo sondeo de Gallup por primera vez la imagen desfavorable de los medios supera en varios puntos a la favorable.
En mi larga vida de periodista no recuerdo un repudio mayor que este por parte de la ciudadan¨ªa; un hecho que deber¨ªa inquietar no solo a los directores de los medios sino a sus due?os.
En Chile la arrogancia de los grandes medios les cost¨® buena parte de su credibilidad y en el Per¨² hay un gran debate sobre cu¨¢nta confianza perdieron los medios que cubrieron de manera sesgada el debate electoral en favor de la hija de Fujimori.
Lamentablemente no veo ambiente para que ese tipo de reflexiones y de autocr¨ªticas se abran paso en Colombia. No son muchos los periodistas que tienen los arrestos para enfrentarse a grupos tan poderosos como el de Sarmiento Angulo o los Gillinsky.
Para ser justos: en Colombia no todos los medios han asumido la defensa del poder como lo han hecho, por ejemplo, Semana o RCN. Tambi¨¦n es cierto que todav¨ªa hay muchos periodistas que admiro dando la pelea en los grandes medios, pero la verdad es que a todos nos ha faltado sinceridad para decirnos las verdades en la cara. No hemos cuestionado a los colegas ni a los medios que piensan que la prensa est¨¢ para defender al status quo, y no para vigilarlo. Ese silencio hoy pesa m¨¢s que nunca.
Lo malo de los medios no es que sean gobiernistas sino que mientan para afincar a¨²n m¨¢s sus fidelidades. Eso me lo ense?¨® Guillermo Cano, el director de El Espectador que fue asesinado por Pablo Escobar.
George Orwell tambi¨¦n dec¨ªa que ¡°la libertad de expresi¨®n es decir lo que la gente no quiere o¨ªr¡±. Cuando los medios se olvidan de esta m¨¢xima y se dedican a publicar solo lo que el poder quiere o¨ªr, la libertad de expresi¨®n deja de ser lo que es para convertirse en pura propaganda.
En estos 40 d¨ªas que cambiaron a Colombia los grandes medios pagaron el precio de haberse entregado al poder y el establecimiento se dio cuenta de que si no cambian, los cambian.
Ah¨ª les dejo esa pendejadita.
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