A Casado se le pone cara de Rivera
Lo del l¨ªder del PP es un misterio. Solo se explica porque un zascandil (sabemos qui¨¦n) le ha engatusado convenci¨¦ndole de que el pa¨ªs va directo a la ruina
A Pablo Casado se le pone cara de Albert Rivera. Hay dos maneras de pifiarla con el calendario pol¨ªtico, esa esencia del poder, el tempo. Una es llegar tarde, cuando ya acab¨® la misa: se llama tardanza. La otra, aspirar demasiado pronto, cuando nadie te espera: la precipitaci¨®n. Es lo que acab¨® con la vida pol¨ªtica ¡ªy quiz¨¢s con el partido¡ª de Rivera.
El ritmo precipitado ha deparado episodios chuscos. Los estrategas idearon primero que las intemperancias, radicalidades o prisas del Coletas bastar¨ªan para arruinar la coalici¨®n gubernamental desde dentro y que bastaba con atizarlas. No hubo ¨¦xito. Enseguida creyeron poder equiparar al Gobierno con el polaco o el h¨²ngaro, como presuntos hijastros del iliberalismo, pero no hubo suerte: nadie les secund¨® en Bruselas. Despu¨¦s apostaron al fracaso econ¨®mico europeo de Espa?a con los fondos de la recuperaci¨®n y la merkeliana Ursula Von der Leyen aplaudi¨® como ¡°ambicioso¡± el plan espa?ol.
Ahora estamos en el ¨¦xtasis de la cruzada contra los indultos a los l¨ªderes indepes encarcelados. Los historiadores sabr¨¢n explicar alg¨²n d¨ªa c¨®mo el partido de la derecha presuntamente seria no solo se enajen¨® al conjunto de Catalu?a ¡ªdonde el partido es tristemente residual¡ª sino que se esforz¨® en ciscarse en los empresarios, los obispos, la sociedad civil adversa... y ya no les quedan arrestos para condenar a la ONU, porque su secretario general, Ant¨®nio Guterres, apoye el di¨¢logo y defienda que ¡°Espa?a est¨¢ en la vanguardia de nuestros valores civiles¡±.
Lo de Casado es un misterio. Solo se explica porque un zascandil (sabemos qui¨¦n) le ha engatusado, convenci¨¦ndole, ignaro, de que el pa¨ªs va directo a la ruina, abocado a la intervenci¨®n europea o a un s¨²bito programa de recortes dr¨¢sticos... que dejar¨ªan peque?os a los del partido del que Casado era vicesecretario, aunque lo enmascare. Desde la inseguridad de quien se niega a plantear una moci¨®n de censura.
Pero el esfuerzo in¨²til conduce a la melancol¨ªa. O a la obsolescencia. La extrema sordera social de la derecha con el clamor de los indultos olvida que este, recelos incluidos, acaba, salvo sorpresas may¨²sculas, afianzando al Gobierno. Y que la incipiente recuperaci¨®n econ¨®mica se augura taxativa.
En Francia la derecha gaullista desaf¨ªa con ¨¦xito al lepenismo. En Alemania, la democracia cristiana rechaza pactar con la ultraderecha xen¨®foba y autoritaria. Casado se ata en Col¨®n a los socios de Le Pen y de Orb¨¢n. Prisas para la nada.
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