A¨²n falta un a?o
Ante la crisis de popularidad, el presidente Iv¨¢n Duque, en lugar de cambiar, se aferr¨® a la vieja clase pol¨ªtica para navegar la ¨²ltima etapa de su Gobierno
En Colombia, cada Gobierno intenta tener una marca o un sello que se prolongue en el tiempo. Por ejemplo, a ?lvaro Uribe, se le caracteriza con la seguridad. A Juan Manuel Santos con la paz e igual sucede con administraciones locales y regionales. Esta vez, la marca del Gobierno Nacional a¨²n no existe o, al menos, no es clara. Iv¨¢n Duque, un presidente joven que representa un partido de ultraderecha, no ha logrado construir, luego ...
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En Colombia, cada Gobierno intenta tener una marca o un sello que se prolongue en el tiempo. Por ejemplo, a ?lvaro Uribe, se le caracteriza con la seguridad. A Juan Manuel Santos con la paz e igual sucede con administraciones locales y regionales. Esta vez, la marca del Gobierno Nacional a¨²n no existe o, al menos, no es clara. Iv¨¢n Duque, un presidente joven que representa un partido de ultraderecha, no ha logrado construir, luego de tres a?os de Gobierno y falta de uno, un modelo de pa¨ªs, un horizonte hacia donde andar o, por lo menos, una marca que lo identifique.
Actualmente, Colombia se encuentra sumida en una de las peores crisis de su historia reciente. Una crisis socioecon¨®mica donde el dato dram¨¢tico es que millones de personas no pueden comer tres veces al d¨ªa. Una crisis de seguridad, en la cual las organizaciones criminales crecen exponencialmente en n¨²mero de personas y en copamiento territorial, una crisis pol¨ªtica, migratoria y social. A este ritmo, Iv¨¢n Duque entregar¨¢ en un a?o, el pr¨®ximo 7 de agosto, un pa¨ªs hecho trizas.
La pregunta es por qu¨¦ el uribismo y, en particular, Iv¨¢n Duque llevaron al pa¨ªs a esta crisis. La respuesta no es f¨¢cil y si bien la pandemia jug¨® un papel importante como catalizador de la situaci¨®n de deterioro, tambi¨¦n es cierto que desde 2019 la situaci¨®n se ven¨ªa da?ando en todos los aspectos. Hay varias respuestas a la pregunta, pero valdr¨ªa la pena mencionar cuatro.
Por un lado, el uribismo ley¨® la realidad de Colombia en 2018 como lo hizo en 2002, no entendieron que el pa¨ªs hab¨ªa cambiado. Esta lectura se dio en materia de seguridad, donde no entendieron que las FARC ya no exist¨ªan, y combatieron los fen¨®menos de seguridad como se combat¨ªa a un grupo guerrillero. R¨¢pidamente la seguridad se deterior¨® con momentos en los que el uribismo parec¨ªa a?orar que las FARC revivieran para volver a crear los fantasmas del pasado. Adem¨¢s, tuvieron una lectura ideol¨®gica de la seguridad y el deterioro fue m¨¢s que notorio. En materia pol¨ªtica, la situaci¨®n fue similar, el uribismo crey¨® que el proceso de paz era humo y discursos, adem¨¢s le¨ªan los planes y proyectos de la paz con un sesgo ideol¨®gico y, al final, no implementaron. El proceso de paz estaba dise?ado para mitigar las causas estructurales de la violencia en Colombia, en la medida que no se impactaron esas causas estructurales, r¨¢pidamente, en una parte del territorio se form¨® o gest¨® un nuevo ciclo de violencia. Hoy, regiones como el pac¨ªfico colombiano est¨¢n en medio de una verdadera guerra civil.
En segundo lugar, la forma de gobernar fue a trav¨¦s de crear fantasmas en los que pocos cre¨ªan. Los conceptos de castrochavismo, neocomunismo y ultraizquierda eran los preferidos para catalogar la oposici¨®n a Duque. De hecho, la protesta social de 2019 y la m¨¢s reciente de abril y mayo de 2021 fue tratada como un asunto de seguridad. Es decir, el presidente parece no ver que millones de colombianos aguantan hambre. Al final, como no existen las FARC, pocos les creen a sus discursos de fantasmas. Se ve m¨¢s bien un presidente desconectado de la realidad de la calle.
En tercer lugar, ante la crisis de popularidad, el presidente Duque en lugar de cambiar se aferr¨® a la vieja clase pol¨ªtica para navegar la ¨²ltima etapa del Gobierno. Esto, como era de esperarse, impact¨® en la imagen de la Administraci¨®n y deterior¨® la coalici¨®n de Gobierno pues una buena parte de la ciudadan¨ªa los ven como pol¨ªticos corruptos.
Por ¨²ltimo, el presidente no dialoga con los sectores sociales y pol¨ªticos del pa¨ªs. No env¨ªa mensajes a los j¨®venes, maestros, ni campesinos; sus discursos solo se dirigen a la fuerza p¨²blica, el empresariado m¨¢s poderoso y los viejos pol¨ªticos. Es como si desconociera el 90% de la poblaci¨®n o, como dicen incluso algunos de sus seguidores, como si viviera en la luna.
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