La ciudad de los perros
Los amigos quedan en grupo para pasearnos. Nos llevan a m¨¦dicos caros. Las parejas discuten por nosotros cuando se separan, buscan arreglos legales
Uno de los ejemplos de la arrogancia humana es considerar que han domesticado a las otras especies. Como contaba uno de los suyos, Harari, el trigo crec¨ªa en una peque?a regi¨®n de Oriente Pr¨®ximo y ahora est¨¢ extendido por todo el mundo. Su cultivo modific¨® la forma de vida, la dieta e incluso el aspecto f¨ªsico de los humanos. ?Qui¨¦n domestic¨® a qui¨¦n?
Algo parecido puede decirse de nosotros: los cursis ¡ªy hay tantos que son cursis¡ª nos consideran el mejor amigo de su especie. Algunos protestan pidiendo que no se diga que algunas de nuestras razas son peligrosas. ...
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Uno de los ejemplos de la arrogancia humana es considerar que han domesticado a las otras especies. Como contaba uno de los suyos, Harari, el trigo crec¨ªa en una peque?a regi¨®n de Oriente Pr¨®ximo y ahora est¨¢ extendido por todo el mundo. Su cultivo modific¨® la forma de vida, la dieta e incluso el aspecto f¨ªsico de los humanos. ?Qui¨¦n domestic¨® a qui¨¦n?
Algo parecido puede decirse de nosotros: los cursis ¡ªy hay tantos que son cursis¡ª nos consideran el mejor amigo de su especie. Algunos protestan pidiendo que no se diga que algunas de nuestras razas son peligrosas. Ahora tienen pocas cr¨ªas, y no saben tenerlas con naturalidad: unos crean tediosas teor¨ªas justificativas de un instinto natural, otros presumen de que son libres de no desear descendencia, con un ¨¦nfasis que resta credibilidad al argumento. Los parques no son para sus cr¨ªas, son para nosotros. Los amigos quedan en grupo para pasearnos. Nos llevan a m¨¦dicos caros. Las parejas discuten por nosotros cuando se separan, buscan arreglos legales. Alguno nos ha legado su fortuna, qui¨¦n sabe para qu¨¦. Cuando se encerraron, sus cr¨ªas no pod¨ªan salir. Los ¨²nicos que pod¨ªan salir a la calle eran los que ten¨ªan a uno de nosotros. La mascota os har¨¢ libres. Algunos, dicen, prefieren a los gatos porque son independientes: el gato fuera de casa muere enseguida. Los vemos en la ciudad, en pisos peque?os, suspirando por ir a un lugar algo m¨¢s grande en las afueras: les da pena que suframos con tan poco espacio, nos ven felices trotando por los campos. No tenemos otra tarea que recibir su atenci¨®n. Piensan en no comer carne porque es cruel; nos dan filetes. Sienten compasi¨®n al pensar en un perro abandonado. Decenas de miles de los suyos murieron en residencias hace unos pocos meses, y no les vieron ni las caras. Se relacionan entre s¨ª a trav¨¦s de pantallas, y nosotros nos tumbamos a sus pies mientras intercambian nuestras fotos. Hablan de los cuidados, pero a veces solo nos cuidan a nosotros.
El lobo nos miraba con desd¨¦n: era salvaje y poderoso, un rival. Nosotros nos hab¨ªamos sometido, hab¨ªamos traicionado nuestra naturaleza. Ahora los humanos discuten sobre si es adecuado matarlo o no y en qu¨¦ circunstancias podr¨ªa hacerse, lo que muestra quien es el m¨¢s fuerte de los dos. Mientras, recogen nuestros excrementos y los tiran a la basura, para no manchar las ciudades que pronto estar¨¢n sumergidas bajo las aguas. @gascondaniel