La barbarie
El descubrimiento de que la especie humana tiene a¨²n un pie en la irracionalidad nos perturba porque nos obliga a reconsiderar todo lo que cre¨ªamos

Lo siniestro es aquello que debiendo permanecer oculto se nos ha revelado, dijo Schelling. La frase la he vuelto a recordar viendo esas im¨¢genes del aeropuerto de Kabul en las que gente desesperada se agarra al fuselaje de los aviones para intentar huir del pa¨ªs ante la llegada de los talibanes, que ya posan en el despacho presidencial del Gobierno, que ha escapado dejando al pueblo a su suerte. Una imagen, esta ¨²ltima, que recuerda a la de los partidarios de Trump (uno de ellos con cuernos de bisonte, apelando a los primitivos ind¨ªgenas) invadiendo el despacho de la presidenta del Congreso estadounidense despu¨¦s de hacer lo propio con el Capitolio. La barbarie en estado puro, incluso en la apariencia y en la indumentaria de los invasores, remite a la pervivencia de lo siniestro, de ese primitivismo hist¨®rico que cre¨ªamos ya superado pero que de repente emerge demostr¨¢ndonos que no es as¨ª. Algo que individualmente sab¨ªamos pero que como sociedad neg¨¢bamos, porque reconocer que la barbarie contin¨²a entre nosotros es reconocer el fracaso de la civilizaci¨®n.
Con la mitad del mundo de vacaciones, muchos tirados en las playas o disfrutando de la ociosidad de agosto, que nos adormila y nos hace creer ajenos a la realidad del mundo, como si fu¨¦ramos dioses por unos d¨ªas, la irrupci¨®n de la barbarie nos sobrecoge todav¨ªa m¨¢s, pues no estamos preparados para su contemplaci¨®n. Nunca lo estamos, pero cuando sucede en momentos de relajaci¨®n mental como este nos sorprende especialmente y nos hace despertar de un sue?o, el de la civilizaci¨®n tantos siglos perseguida, como les sucedi¨® a todas esas personas, naturales de Afganist¨¢n y extranjeras, que no esperaban que los talibanes reconquistaran el pa¨ªs en tan pocos d¨ªas, tan pocos que no les dio tiempo a huir. Esperando a los b¨¢rbaros llegaron a creer, como los protagonistas del poema de Cavafis, que aquellos ya no exist¨ªan.
Barbarie o civilizaci¨®n. La disyuntiva tantas veces planteada a lo largo de la historia resurge cada poco poni¨¦ndonos ante el espejo de esta y perturbando nuestras conciencias, pues cre¨ªamos que el mundo era como lo so?¨¢bamos, no como es realmente. De ah¨ª el terror que a muchas personas produce la visi¨®n de esos personajes barbudos armados hasta los dientes y con caras de pocos amigos que parecen salidos de Las mil y una noches pero que forman parte de nuestro tiempo, como lo producen las im¨¢genes de esos otros que aparentemente son de este tiempo pero que por sus acciones (asesinatos de sus propios hijos, violaciones en grupo, linchamientos masivos) parecen venir de la prehistoria. El descubrimiento de que la especie humana tiene a¨²n un pie en la irracionalidad y de que el salvajismo a¨²n gu¨ªa el comportamiento de muchas personas nos perturba porque nos obliga a reconsiderar todo lo que cre¨ªamos y a reconocer que la civilizaci¨®n a¨²n no ha llegado a borrar la barbarie del mundo. En la lucha entre la naturaleza y el progreso, entre la religi¨®n y el humanismo, entre la raz¨®n y el odio, continuamente vemos que se imponen los representantes de las peores opciones, esas que apelan a lo m¨¢s s¨®rdido de nuestra condici¨®n animal como especie pese a nuestros esfuerzos por civilizarnos. Lo vemos en esas im¨¢genes de Kabul como antes lo vimos en los campos de concentraci¨®n nazis y como lo vemos, sin ir tan lejos, asom¨¢ndonos a las redes sociales, donde el primitivismo es norma por m¨¢s que quienes lo practican se crean gente normal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.