Afganist¨¢n, un agujero negro
El avance de los talibanes tras la retirada de las tropas internacionales cumple una vez m¨¢s con la m¨¢xima: ¡°Afganist¨¢n, cementerio de imperios¡±
¡°Hay otros mundos, pero est¨¢n en este¡±, afirmaba el poeta Paul ?luard.
En Estados Unidos, el Pent¨¢gono anuncia la disponibilidad de tecnolog¨ªa capaz de abrir una ventana de predicci¨®n del futuro, el GIDE. Australia se ha convertido en uno de los tres pa¨ªses con representaci¨®n femenina superior al 30% en los principales consejos de administraci¨®n. China ha construido un telescopio gigantesco para buscar se?ales de vida m¨¢s all¨¢ de la tierra. Por las monta?as afganas bajan bandas de guerreros con barba y turbante, estampas de los b¨¢rbaros dothraki en la serie Juego de Tronos, sin caballos, pero con fusiles, que arrasan ciudades, secuestran mujeres y las fuerzan en matrimonio. Existen otros mundos y est¨¢n aqu¨ª. En esta era de innovaciones cient¨ªficas y adelantos sociales, el avance de los talibanes tras la retirada de las tropas internacionales representa la consolidaci¨®n de un agujero negro que devora la modernidad, aplasta a las mujeres, derrota al ej¨¦rcito m¨¢s poderoso del planeta y cumple una vez m¨¢s con la m¨¢xima, ¡°Afganist¨¢n, cementerio de imperios¡±.
Ante semejante derrota, los rivales de Estados Unidos, ¨DChina, Rusia, Ir¨¢n, Pakist¨¢n¨D podr¨¢n sentirse satisfechos. Y preocupados. Por proximidad territorial y afinidad ¨¦tnico-religiosa de su poblaci¨®n, la inestabilidad afgana representa una amenaza mayor para ellos que para la potencia americana. Comenzando por el probable resurgir de Al Qaeda en una nueva base y, con ella, un movimiento isl¨¢mico yihadista de alcance global al otro lado de sus fronteras. ¡°Afganist¨¢n¡±, vaticina el experto en terrorismo internacional, Rohan Gunaratna, ¡°emerger¨¢ de nuevo como una Disneyland terrorista¡±.
Pek¨ªn, a pesar del compromiso solemne de los talibanes de respetar a China, arriesga la seguridad de la Nueva Ruta de la Seda, y conf¨ªa en ejercer influencia por medio de una red de relaciones de vasallaje, delegando la capacidad de intervenci¨®n sobre territorio afgano en Pakist¨¢n. Si bien, no hay garant¨ªas. El atentado de julio que cost¨® la vida a nueve ingenieros chinos en Pakist¨¢n es una se?al a tener en cuenta.
Islamabad, que ha apoyado activa y pasivamente a los talibanes, espera beneficiarse de su nueva posici¨®n mediadora entre estos y la potencia asi¨¢tica, al igual que lo hiciese anteriormente con Estados Unidos. Pero su ¨¦xito ser¨¢ su mayor problema, y se ver¨¢ obligado a enfrentarse, sin pretextos ni justificaciones, a las elecciones del pasado. La consolidaci¨®n de un Emirato Isl¨¢mico de Afganist¨¢n alentar¨¢ a los sectores m¨¢s radicales en un pa¨ªs ya de por s¨ª profundamente dividido. La huida de refugiados afganos recaer¨¢ sobre su territorio. Y en ausencia de alg¨²n tipo de acuerdo entre talibanes y Gobierno afgano surgir¨¢ una mir¨ªada de se?ores de la guerra y facciones apoyadas por distintos pa¨ªses, una nueva guerra por delegaci¨®n. Una nueva Siria. Esta vez, sobre un Afganist¨¢n c¨ªclicamente asolado y engullido. Mientras la violencia hace estragos, la sociedad afgana se ha levantado en un movimiento que recorre las redes con el hashtag #SanctionPakistan, sancionar a Pakist¨¢n. @evabor3
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