V¨ªctima colateral en Malasa?a
A ra¨ªz del inexistente ataque hom¨®fobo, el peri¨®dico public¨® hechos que resultaron ser falsos
En plena guerra de los Balcanes, la radio serbobosnia anunci¨® el 30 de agosto de 1995 la muerte de seis observadores de la UE en un bombardeo. Entre ellos, un embajador y dos militares espa?oles. La UE y el Gobierno de Espa?a confirmaron que hab¨ªan perdido el contacto. Los titulares de las portadas del d¨ªa siguiente en dos diarios de referencia fueron de este calibre: Espa?a, en guerra en los Balcanes: un general, el jefe de la misi¨®n de observadores de la UE y un comandante, muertos en Pale; o Un embajador, un general y un comandante espa?oles, muertos tras el ataque a los serbios. Frente al criterio mayoritario de su equipo, el entonces director adjunto de EL PA?S, Jos¨¦ Mar¨ªa Izquierdo, impuso este otro t¨ªtulo austero y preciso: Un embajador, un general y un comandante espa?oles, dados por muertos en Bosnia. Acert¨® Izquierdo y atin¨® EL PA?S. Aparecieron vivos los seis ese mismo 31 de agosto.
Esta columna no es sobre la guerra de los Balcanes sino, como intuyen los lectores, sobre la denuncia de una inexistente agresi¨®n hom¨®foba en el madrile?o barrio de Malasa?a hace una semana. El peri¨®dico no ha sido tan prudente como en 1995 y ha difundido hechos que parec¨ªan ciertos, pero que resultaron falsos. Los lectores nos han criticado con raz¨®n.
EL PA?S public¨® el martes en la web la noticia bajo este primer titular: La polic¨ªa investiga una agresi¨®n hom¨®foba con un cuchillo en el centro de Madrid. Se basaba, como se indicaba en el subt¨ªtulo, en la denuncia presentada por un joven, quien narr¨® a la polic¨ªa que ocho encapuchados le hab¨ªan atacado y le hab¨ªan grabado a cuchillo la palabra ¡°maric¨®n¡± en un gl¨²teo.
¡°Agresi¨®n¡± y ¡°hom¨®foba¡±. Un titular sin matices. Ni ¡°presunta¡± ni ¡°supuesta¡± en ambos casos. Pablo Guim¨®n, redactor jefe de Sociedad, explica que hab¨ªa ¡°al menos dos hechos confirmados¡± para esa doble conclusi¨®n: un joven presentaba unas lesiones que dif¨ªcilmente pod¨ªan ser autoinfligidas y le hab¨ªan grabado a cuchillo la palabra ¡°maric¨®n¡±. ¡°Lo primero llevaba a hablar de ¡®agresi¨®n¡¯, y no de ¡®presunta agresi¨®n¡¯; lo segundo invitaba a calificar el acto de ¡®hom¨®fobo y no de ¡®presuntamente hom¨®fobo¡±. Ese l¨®gico razonamiento se sum¨® al hecho de que los m¨¢ximos dirigentes pol¨ªticos ¡°avalaron p¨²blicamente desde el principio esa primera versi¨®n de los hechos¡±, recuerda Guim¨®n.
Por unos y otros motivos, el peri¨®dico se lanz¨® en su portada impresa del d¨ªa 7 con este titular sin red: Brutal agresi¨®n hom¨®foba con cuchillo en el centro de Madrid. En la p¨¢gina 20, la informaci¨®n empezaba as¨ª: ¡°Un grupo de encapuchados agredi¨® el domingo por la tarde a un joven homosexual en el centro de Madrid¡±. A?ad¨ªa que el ataque se hab¨ªa producido en el portal de la casa del joven, ¡°seg¨²n confirmaron fuentes policiales¡±.
Extra?a referencia a las fuentes policiales que se repiti¨® en textos posteriores, pese a que los agentes estaban empezando a investigar y reiteraban que no ten¨ªan ning¨²n dato comprobado sobre lo ocurrido, salvo los t¨¦rminos de la denuncia del joven.
Pese a esa premisa, las conclusiones del redactor jefe eran razonables. Con los mismos mimbres, otros peri¨®dicos fueron m¨¢s lejos con titulares como estos: ¡°Agresi¨®n hom¨®foba en Madrid: ocho encapuchados marcan a navajazos la palabra ¡®maric¨®n¡¯ en el gl¨²teo a un joven¡±; ¡°bandas a la caza del homosexual¡±; ¡°nueva agresi¨®n hom¨®foba en Madrid¡±.
S¨ª, hubo motivos l¨®gicos para dejarse arrastrar. Como en 1995. Pero el periodismo riguroso va m¨¢s all¨¢ de la l¨®gica o las deducciones. El Libro de Estilo incluye dos principios n¨ªtidos: ¡°El periodista transmite a los lectores noticias comprobadas¡±; y ¡°las informaciones de que dispone un periodista solo pueden ser obtenidas por tres v¨ªas: su presencia en el lugar de los hechos, la narraci¨®n por una tercera persona o el manejo de un documento. El p¨²blico lector tiene derecho a conocer cu¨¢l de las tres posibilidades se corresponde con la noticia que est¨¢ leyendo¡±.
No se respetaron minuciosamente esas reglas, que a menudo requieren quedarse un paso atr¨¢s para narrar solo lo que hay, no lo que parece haber. Guim¨®n asume que, visto a posteriori, ¡°fue un error¡± decir, por ejemplo, que la polic¨ªa confirmaba la agresi¨®n hom¨®foba, cuando ¡°probablemente¡± solo constataba la denuncia. ¡°Asumo mi responsabilidad y pido disculpas¡±, concluye.
Como en todos los oficios, los periodistas aprendemos sobre todo con los errores. Por eso, el jefe de Sociedad sostiene: ¡°Lo ocurrido nos debe llevar a reflexionar sobre c¨®mo conjugar los ritmos de la investigaci¨®n policial con los period¨ªsticos¡±. El diario aplic¨® esa regla en horas. El titular del jueves fue este: El joven que denunci¨® una agresi¨®n hom¨®foba dice que minti¨®. ¡°Dice¡± ¨¦l, no el peri¨®dico. Lecci¨®n aprendida.
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