Un exceso
La primera censura a G¨®mara se debi¨® a que no calla los desmanes de algunos colonizadores. Gran raz¨®n para leerlo. Otra es el estilo
Ante suceso tan colosal como el descubrimiento del continente americano puede uno tomar la humillada posici¨®n de los vencidos y culpar de todo mal a los llamados ¡°conquistadores¡±, como hace L¨®pez Obrador, juicio demolido con entereza por Ferlosio en su c¨¦lebre ¡°Esas Indias¡¡±. O bien puede tomar la de los vencedores y convertirlo todo en una gesta o leyenda. Cabe tambi¨¦n, como L¨¦vi-Strauss, verlo como una acci¨®n civilizadora y ala...
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Ante suceso tan colosal como el descubrimiento del continente americano puede uno tomar la humillada posici¨®n de los vencidos y culpar de todo mal a los llamados ¡°conquistadores¡±, como hace L¨®pez Obrador, juicio demolido con entereza por Ferlosio en su c¨¦lebre ¡°Esas Indias¡¡±. O bien puede tomar la de los vencedores y convertirlo todo en una gesta o leyenda. Cabe tambi¨¦n, como L¨¦vi-Strauss, verlo como una acci¨®n civilizadora y alabar las sucesivas disposiciones de la corona de Espa?a (v¨¦ase Les trois sources de la r¨¦flexion ethnologique). El asunto en cuesti¨®n es tan excesivo que lo mejor es hacerse la propia idea leyendo a los cronistas.
Hay entre ellos los del odio a Espa?a, como Las Casas; los testigos personales de la acci¨®n, como el supremo Bernal D¨ªaz; o escritores lo m¨¢s objetivos posible en una historia en la que resulta espinoso discernir la verdad, la exageraci¨®n y la mentira. El m¨¢s c¨¦lebre de este ¨²ltimo grupo fue Francisco L¨®pez de G¨®mara, cuya Historia de las Indias acaba de publicar la siempre admirable Biblioteca Castro. Es un considerable volumen de casi mil p¨¢ginas, con una ¨²til introducci¨®n de Belinda Palacios y ayudado por tres grandes mapas sin los cuales es dif¨ªcil orientarse en aquel mundo desaparecido.
La ambici¨®n de G¨®mara era tan excesiva como su cr¨®nica pues comienza con el primer viaje de Col¨®n y termina en 1551. Dedica una mitad a la conquista de M¨¦xico y termina ante la tumba de Cort¨¦s de quien era adepto confeso y parcial. La gran cr¨®nica, que fue prohibida al a?o de publicarse, ha sido inaccesible durante muchas d¨¦cadas. La primera censura se debi¨® a que no calla los desmanes de algunos colonizadores, pero sin generalizar. Gran raz¨®n para leerlo. Otra es el estilo, sobrio, sencillo, elegante.