PNV: el eterno retorno
La propuesta de reforma del autogobierno del ?lehendakari? I?igo Urkullu supone una cuasi independencia de Euskadi y nos devuelve a la mitolog¨ªa de Sabino Arana
Quan creus que ja s¡¯acaba, torna a comen?ar¡ ¡°Cuando crees que ya se acaba, vuelve a comenzar¡±. La canci¨®n de Raimon reflejaba en 1970 la angustia por el regreso de un estado de represi¨®n franquista que en los ¡°felices 60¡± parec¨ªa en trance de superaci¨®n. Volv¨ªa el tiempo de los monstruos que en realidad no hab¨ªan muerto.
Con un contenido mucho menos dram¨¢tico, algo similar puede decirse ante...
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Quan creus que ja s¡¯acaba, torna a comen?ar¡ ¡°Cuando crees que ya se acaba, vuelve a comenzar¡±. La canci¨®n de Raimon reflejaba en 1970 la angustia por el regreso de un estado de represi¨®n franquista que en los ¡°felices 60¡± parec¨ªa en trance de superaci¨®n. Volv¨ªa el tiempo de los monstruos que en realidad no hab¨ªan muerto.
Con un contenido mucho menos dram¨¢tico, algo similar puede decirse ante la declaraci¨®n pol¨ªtica del lehendakari I?igo Urkullu, que contra algunas interpretaciones apresuradas no nos devuelve al siglo XIX de las guerras carlistas, sino a la mitolog¨ªa independentista de Sabino Arana. Al aplicar su concepto de ¡°la naci¨®n foral¡±, Urkullu propone el regreso a la situaci¨®n de soberan¨ªa vasca que a su juicio exist¨ªa antes de 1839, con el objeto de llegar a una ¡°soberan¨ªa compartida¡±, de Euskadi y Espa?a; es decir, un Estado dual (¡°complejo¡±, en sus palabras). Es un campo que la combinaci¨®n de ortodoxia y pragmatismo del PNV tiene bien trabajado, siempre en el mismo sentido, ahora evitando en el proyecto de Urkullu la excesiva transparencia de su predecesor Juan Jos¨¦ Ibarretxe. Ni siquiera Sabino aparece ya desde la transici¨®n en sus argumentaciones, ni como clave simb¨®lica. Los exabruptos racistas del fundador aconsejaron relegarle al papel de retrato casi olvidado en los batzokis, los locales pol¨ªticos y recreativos del partido.
El lenguaje del odio ha sido transferido al eje ETA-Bildu, aqu¨ª envuelto en eufemismos, pero la l¨®gica de la exclusi¨®n permanece, por debajo de la superficie, incluso en temas menores como el f¨²tbol internacional (Andoni Ortuzar), y sobre todo en la televisi¨®n auton¨®mica vasca, donde Espa?a es sistem¨¢ticamente eludida. Hasta los que participan en un campeonato, no son sino ¡°equipo del Estado¡±, ¡°ciclistas del Estado¡±. No se trata solo de afirmar que Euskadi es una naci¨®n, lo cual ser¨ªa leg¨ªtimo, sino de rechazar al Estado-naci¨®n existente, por muy plurinacional que sea su contenido. Los programas en principio hist¨®ricos, describen desde la prehistoria una supuesta entidad unitaria, Euskalherria, ya con su apego a la gastronom¨ªa (sic). En suma, como dec¨ªa el te¨®logo Rafael Aguirre, el PNV se ha impuesto por maceraci¨®n. Los bar¨®metros pol¨ªticos hablan de escasa voluntad de independencia, y ello se nota en las cautelas de Urkullu, mientras curiosamente el criterio de los ¡°ocho apellidos vascos¡± triunfa de modo discreto, y basta con ver la composici¨®n del propio Gobierno vasco, socialistas incluidos.
A partir de las elecciones de 2001, se ha roto la dualidad aut¨®ctonos nacionalistas vs. poblaci¨®n de origen inmigrante. Pas¨® a carecer de sentido la denuncia batasuna, en un c¨¦lebre art¨ªculo de Jon Salutregi en Egin, contra esos inmigrantes, los cuales, como hormigas desagradecidas ante la hospitalidad vasca, destru¨ªan la nacionalidad. La socializaci¨®n, ejecutada seg¨²n pautas nacionalistas desde la primera ense?anza, y las ventajas econ¨®micas, l¨¦ase situaci¨®n de privilegio, en la aplicaci¨®n del concierto y el c¨¢lculo del cupo, fueron la base de la hegemon¨ªa abertzale de hoy. El modo de obtenci¨®n de lo segundo, poco acorde con la ret¨®rica de arraigo en la historia, consisti¨® y consiste en una eficaz presi¨®n sobre los gobiernos de Madrid, tanto populares como socialistas, de trueque de votos en el Congreso por concesiones y ventajas econ¨®micas. El cupo a pagar no se calcula, ¡°se acuerda¡±.
Entre las concesiones al sabinianismo, algunas anticipan la aspiraci¨®n actual. Las provincias pasaron ser denominadas enf¨¢ticamente ¡°territorios hist¨®ricos¡±, con lo cual, en el caso de Guip¨²zcoa, era borrada la aut¨¦ntica denominaci¨®n hist¨®rica, la Provincia (Vizcaya era el Se?or¨ªo). El supuesto regreso a la soberan¨ªa de que disfrutaba hasta 1839 Euskadi, reivindicado por Urkullu, es la visi¨®n que Sabino opone a la realidad f¨¢ctica de que los Fueros se suprimieron por C¨¢novas del Castillo en 1876, tras la segunda guerra carlista. Las reducciones adoptadas por el Gobierno a partir de 1839 habr¨ªan supuesto, a su juicio, una eliminaci¨®n de la independencia vasca. Y como en tantas ocasiones de la historia del nacionalismo, el uroboros, la serpiente del alquimista se muerde la cola, y esa invocaci¨®n de un pret¨¦rito convenientemente manipulado, sirvi¨® para otro uso: permitir tras la muerte del fundador que el PNV act¨²e dentro de la legalidad, ya que la ¡°reintegraci¨®n foral¡±, el regreso a 1839, introduc¨ªa una ambig¨¹edad frente a la petici¨®n anticonstitucional de independencia. Eso s¨ª, para los patriotas no hab¨ªa dudas, ya que la idea de un r¨¦gimen foral que no anulaba la so?ada ¡°independencia originaria¡± estaba inscrita, con todos los detalles, en la mitolog¨ªa fuerista sobre cuya base Sabino Arana inventa el nacionalismo vasco.
El tema fue caballo de batalla en el debate preconstitucional. Contra Carlos Garaicoechea, Xabier Arzalluz forz¨® una actitud favorable a la Constituci¨®n, que abrir¨ªa la puerta a la autonom¨ªa vasca, pero al mismo tiempo luch¨® por el regreso a 1839, eliminando las leyes que restring¨ªan los fueron. Como sabemos, en la adicional primera logr¨® el reconocimiento de los derechos forales, si bien enmarc¨¢ndolos en el orden constitucional. El resultado fue insatisfactorio para Arzalluz, aunque la primera premisa sigui¨® siendo exhibida hasta hoy como fundamento de la recuperaci¨®n total. Tal es la legitimaci¨®n que hoy sirve a Urkullu para plantear lo que en la pr¨¢ctica ser¨ªa un Estado dual, con soberan¨ªa vasca al mismo nivel que Espa?a. En definitiva, cuasi-independencia, pero eso s¨ª manteniendo el privilegio del concierto, cuya aplicaci¨®n, tan rentable para el Pa¨ªs Vasco, elimina toda posibilidad de reparto equilibrado de recursos y fiscalidad entre los componentes del Estado auton¨®mico. Se trata tambi¨¦n de crear un blindaje frente a los previsibles privilegios de Catalu?a.
Con mayor mesura que sus predecesores, Urkullu ofrece la tradicional mezcla de moderaci¨®n y radicalidad, solo explicable teniendo en cuenta que Sabino Arana organiza su partido desde el absolutismo de los principios y el pragmatismo en los medios, en seguimiento de su maestra en cuestiones de organizaci¨®n y estrategia: la Compa?¨ªa de Jes¨²s. Y sus sucesores lo mantienen. Hay que entrar con ¡°el enemigo¡± para salir consigo mismo. Una alianza transitoria no implica renunciar a los fines propios. ¡°El enemigo n¨²mero uno es el de siempre ¡ªadvert¨ªa Arzalluz hace treinta a?os hablando del PSOE¡ª, aunque ahora gobernemos con ¨¦l¡±. El PNV puede garantizar la gobernabilidad, no una consolidaci¨®n del Estado democr¨¢tico. El viraje en curso responde a ese criterio.
Antonio Elorza es catedr¨¢tico de Ciencias Pol¨ªticas en la Universidad Complutense de Madrid y autor de La invenci¨®n del nacionalismo vasco (2021).