Como Trump, pero sin Twitter
Las buenas palabras del discurso de Joe Biden ante la Asamblea General de Naciones Unidas van por un lado, pero los hechos van por otro
Deb¨ªa ser el momento del regreso. Despu¨¦s de cuatro a?os con el ominoso Estados Unidos primero de Donald Trump, ahora tocaba el Estados Unidos est¨¢ de vuelta del presidente dem¨®crata. Es decir multilateralismo, diplomacia, compromisos internacionales y alianzas. No ha sido as¨ª: las buenas palabras del discurso de Joe Biden ante la Asamblea General de Naciones Unidas van por un lado, tal como estaba previsto, ...
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Deb¨ªa ser el momento del regreso. Despu¨¦s de cuatro a?os con el ominoso Estados Unidos primero de Donald Trump, ahora tocaba el Estados Unidos est¨¢ de vuelta del presidente dem¨®crata. Es decir multilateralismo, diplomacia, compromisos internacionales y alianzas. No ha sido as¨ª: las buenas palabras del discurso de Joe Biden ante la Asamblea General de Naciones Unidas van por un lado, tal como estaba previsto, pero los hechos, los ¨²ltimos acontecimientos, van por otro.
La comparaci¨®n escuece, especialmente en boca de Francia, el aliado y amigo m¨¢s antiguo. No es tan solo el hurto de un fabuloso contrato de construcci¨®n naval el origen del descomunal enfado, sino el enga?o y el desprecio de una diplomacia de nuevo secreta, entre pa¨ªses ligados por el lazo transatl¨¢ntico de 70 a?os y por una alianza defensiva, la OTAN, considerada como la m¨¢s exitosa de la historia.
Joe Biden ya ha llamado a Emmanuel Macron y se ha comprometido a corregir el tiro. Le ha dicho que Estados Unidos no puede prescindir de Francia y de la UE en su estrategia para la regi¨®n Indo-Pac¨ªfico. Veremos. De momento, nadie va a borrar la expresi¨®n de desconfianza que horroriz¨® a la Casa Blanca: Biden se ha comportado como Trump pero sin Twitter. El multilateralismo de su discurso no se corresponde con la salida unilateral de Afganist¨¢n o con la devaluaci¨®n de la OTAN gracias al Aukus, la nueva alianza indo-pac¨ªfica con Australia y Reino Unido. Tampoco le acompa?an las im¨¢genes infamantes de los emigrantes haitianos perseguidos a caballo por los guardias de frontera en Texas. Ni la matanza de inocentes civiles afganos alcanzados por un dron estadounidense, finalmente reconocida por el Pent¨¢gono.
La credibilidad de quienes suben a la tribuna de Naciones Unidas es escasa, casi en proporci¨®n indirecta a su poder. Biden y Xi Jinping, los que m¨¢s poder tienen, dicen que no quieren una guerra fr¨ªa. Bolsonaro asegura que su pa¨ªs ser¨¢ l¨ªder en la lucha contra el cambio clim¨¢tico. Es m¨¢s f¨¢cil creer las palabras sombr¨ªas de Ant¨®nio Guterres, con nulas palancas de poder en sus manos, con las que describe ¡°el abismo sobre el que estamos asomados¡±.
Al contrario que Biden y Xi, Guterres ve un mundo amenazado y dividido por dos modelos contrapuestos de reglas econ¨®micas, comerciales, financieras, y tecnol¨®gicas, dos aproximaciones divergentes sobre la inteligencia artificial y finalmente dos estrategias militares y geopol¨ªticas. Y como mayor prueba, la gesti¨®n de las vacunas anticovid, expresada en el esc¨¢ndalo de ?frica, donde solo un 10% de la poblaci¨®n ha recibido una primera dosis mientras en los pa¨ªses ricos caducan las vacunas almacenadas o se preparan para suministrar la tercera toma.
El diagn¨®stico del secretario general de Naciones Unidas es inapelable: ¡°El estado del mundo merece una condena moral, es una obscenidad¡±.