Astronom¨ªa
No preguntes qu¨¦ puede hacer el Universo por ti, preg¨²ntate que puedes hacer t¨² por el Universo
Recuerdo que una noche en el desierto de Atacama un astr¨®nomo nos dio a un grupo de curiosos una lecci¨®n de lo que se coc¨ªa all¨¢ arriba en el Universo; con un puntero l¨¢ser se?alaba las nebulosas de Magallanes y toda clase de constelaciones del hemisferio sur; las llamaba por sus nombres y a?ad¨ªa la distancia de a?os luz que las separaba de la Tierra, de hecho muchas de aquellas estrellas ya ni siquiera exist¨ªan, solo quedaba su gui?o parpadeante que a¨²n ven¨ªa de viaje, pero debido a la nitidez de la atm¨®sfera de ese desierto, tal vez el m¨¢s ¨¢rido del planeta, ten¨ªas la sensaci¨®n de que bastaba con alargar la mano para acceder a esa gran pasteler¨ªa c¨®smica. Ciertamente aquella lecci¨®n de astronom¨ªa era alucinante. Las galaxias se devoran unas a otras y en la lucha se precipitan en los agujeros negros, dec¨ªa el astr¨®nomo; nuestro cerebro tal vez podr¨¢ desentra?ar un d¨ªa c¨®mo se ha creado el Universo, pero nunca sabremos por qu¨¦ y para qu¨¦ tanto fuego, tanto carb¨®n. Esas preguntas no tienen respuesta, salvo la de tumbarse boca arriba una noche de verano y admirar esa fiesta de estrellas sin sentido de la que forma parte nuestra existencia. No preguntes qu¨¦ puede hacer el Universo por ti, preg¨²ntate que puedes hacer t¨² por el Universo. Despu¨¦s de explicar minuciosamente en qu¨¦ consist¨ªa un agujero negro, devorador de galaxias, el astr¨®nomo dio por terminada la clase y a continuaci¨®n me dio una lecci¨®n m¨¢s rastrera. Mientras con el l¨¢ser guiaba mis pasos en la oscuridad del jard¨ªn, me advirti¨®: ¡°cuidado, aqu¨ª hay un peque?o agujero negro, no te vayas a esco?ar una pierna¡±. Hab¨ªa que tener la mente en las estrellas y los pies en la tierra. O tal vez era al rev¨¦s. En Atacama nunca llueve, pero basta con una ligera escarcha para que por un d¨ªa el desierto se cubra de flores rojas y amarillas. Solo con la mente en la tierra se puede ver ese milagro.
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