El enemigo est¨¢ en casa
No hay amenaza exterior. La globalizaci¨®n de los ¨²ltimos 30 a?os ha sacrificado la seguridad en favor de los beneficios
No son Rusia ni China, es Facebook. No son ataques exteriores, es la destrucci¨®n del sistema desde el interior de sistema. Por efecto de la codicia, hasta ahora m¨¢s poderosa que el miedo. En juego, los valores m¨¢s apreciados, la privacidad, la democracia, la salud infantil, la seguridad de todos. Un monopolio que tiene a la mitad de la humanidad como cliente y como materia prima sus datos personales puede alcanzar un poder que excede cualquier l¨ªmite conocido, de relentes totalitarios.
Solo cuentan los resultados y la cotizaci¨®n en Bolsa. Nada m¨¢s. No hay otra estrategia. El futuro de l...
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No son Rusia ni China, es Facebook. No son ataques exteriores, es la destrucci¨®n del sistema desde el interior de sistema. Por efecto de la codicia, hasta ahora m¨¢s poderosa que el miedo. En juego, los valores m¨¢s apreciados, la privacidad, la democracia, la salud infantil, la seguridad de todos. Un monopolio que tiene a la mitad de la humanidad como cliente y como materia prima sus datos personales puede alcanzar un poder que excede cualquier l¨ªmite conocido, de relentes totalitarios.
Solo cuentan los resultados y la cotizaci¨®n en Bolsa. Nada m¨¢s. No hay otra estrategia. El futuro de la compa?¨ªa se limita a garantizar que beneficios y valor burs¨¢til seguir¨¢n creciendo. Cuando se comprueba que las generaciones m¨¢s j¨®venes empiezan a desertar, nada impide dar m¨¢s gas al b¨®lido, aunque se incremente el riesgo para todos. Esto es lo que ha sucedido en Facebook, dispuesta a favorecer la radicalizaci¨®n pol¨ªtica y tolerar los discursos de odio racista, el desprestigio de las vacunas, las teor¨ªas de la conspiraci¨®n, la apolog¨ªa de la anorexia, e incluso la incitaci¨®n a la violencia, si sirven para mantener e incluso incrementar el n¨²mero de usuarios.
No lo ha descubierto ninguna investigaci¨®n parlamentaria o policial, sino los propios empleados de la compa?¨ªa que han filtrado documentos internos, conocidos como los Papeles de Facebook, en los que se recogen los experimentos y an¨¢lisis sobre los sistemas de moderaci¨®n y la construcci¨®n de unos algoritmos, que casi siempre terminan favoreciendo las ideas m¨¢s extremistas, especialmente de ultraderecha. Facebook ya qued¨® retratada con el esc¨¢ndalo de Cambridge Analytica, la empresa que utiliz¨® datos privados de los clientes de la red social sin su autorizaci¨®n, al servicio de la campa?a electoral de Donald Trump en 2016.
Era solo una ¨ªnfima parte del turbio y fabuloso negocio de Mark Zuckerberg, erigido en un poder que dicta la ley por su cuenta. La compa?¨ªa cuenta con un sistema de arbitraje y decisi¨®n, una aut¨¦ntica justicia interna y privada, que decide cu¨¢ndo censura o modera los mensajes y c¨®mo se organiza el algoritmo que realiza tales funciones. Se trata de una justicia de doble vara, con un c¨®digo riguroso dirigido al com¨²n de los mortales y otro m¨¢s permisivo para las celebridades; abundantes recursos para moderar los mensajes en Estados Unidos, donde se halla m¨¢s vigilada por los poderes p¨²blicos, y el mayor descuido, probablemente doloso, para pa¨ªses como India, Myanmar o Etiop¨ªa, donde es un instrumento de radicalizaci¨®n e incluso de promoci¨®n de la limpieza ¨¦tnica y del enfrentamiento civil.
Zuckerberg no es una excepci¨®n. La entera globalizaci¨®n feliz de los ¨²ltimos 30 a?os se fundamenta en la primac¨ªa de los beneficios sobre la seguridad. No hay enemigo exterior para la pr¨®xima guerra. El enemigo est¨¢ en casa y cuenta con nuestra colaboraci¨®n.