?C¨®mo nos defendemos de Facebook?
El gran reto es contar con un sistema de control y detecci¨®n efectivo, realmente accesible y con dientes
Si Facebook tiene m¨¢s de 2.700 millones de usuarios es, l¨®gicamente, porque es de gran utilidad. Lo mismo con WhatsApp, parte del mismo grupo empresarial (m¨¢s de 2.000 millones), e Instagram, con otros 1.200 millones. Eso explica la colosal fortuna de m¨¢s 127.000 millones de d¨®lares de Mark Zuckerberg, que sigue creciendo como espuma en plena pandemia.
Nada de esto es neutral en sus procesos o en sus efectos. Hay una gran amenaza y un problema conocido: junto con masiva informaci¨®n y puntos de vista leg¨ªtimos -aunque pudieran ser controversiales y con los que se puede coincidir o no- circula un gigantesco lodazal de impunes y peligrosas informaciones falsas, ataques a principios ¨¦ticos o descalificaciones difamatorias. Abundan en todos los idiomas. Por su dimensi¨®n e impacto, no se les puede hacer contrapeso con comunicaciones aclaratorias o rectificatorias a las que se las lleva el viento, si llegan a aparecer en alg¨²n medio.
Como nunca antes desde que estos medios existen, los s¨®lidos y duros cuestionamientos que Facebook y adl¨¢teres vienen recibiendo ha puesto en agenda la urgencia de regulaciones a estos gigantescos aparatos de informaci¨®n/desinformaci¨®n. Y lograr poner de acuerdo a senadores dem¨®cratas y republicanos en los EE UU sobre esa urgencia.
La creaci¨®n por Zuckerberg de un Consejo de supervisi¨®n (Oversight Board) en Facebook es un buen paso; ha reunido a un grupo de personas honorables y destacadas. Pero es notoriamente insuficiente y le queda inmenso el reto de supervisar millones de datos y afirmaciones falsas por minuto. Es inviable la proeza de hacer as¨ª frente a esta avalancha.
Cierto que el Consejo se ha manifestado en situaciones puntuales, vinculadas a grandes titulares como el tema Trump, o con una formulaci¨®n conceptual sobre un programa para proteger las publicaciones de ¡°personalidades de alto perfil¡±. Pero no est¨¢ -ni puede estar- haciendo frente a la inmensidad de informaci¨®n falsa o agravios. En sus tres a?os de existencia, el Consejo no ha reaccionado, por ejemplo, frente al alud de calificaciones de ¡°terrorista¡± -muy grave delito- usadas en Per¨² por extremistas de derecha contra cualquiera que no comulgue con su extremismo. Cero capacidad de reacci¨®n. ?Con cualquier algoritmo no se podr¨ªa detectar y bloquear eso?
Hay varios retos ambiciosos y complejos que plantea al mundo el fen¨®meno global Facebook (y sus otras herramientas) y la amenaza a la democracia que esto significa. En al menos tres planos, tambi¨¦n globales.
Primero: lo institucional/empresarial. La presencia dominante de este andamiaje empresarial/comunicacional le da una caracter¨ªstica monop¨®lica o, en el menor de los casos, oligop¨®lica. Tal condici¨®n dota a cualquier entidad de un poder y peso sobredimensionado. En esto no hay quien le ponga el cascabel al gato, ni se sabe de proyectos en tal sentido en la ONU o la OMC para aggiornar su agenda y promover una estrategia ante amenazas de organizaciones como estas.
Segundo: los impuestos. Dentro de este contexto, se tiene por delante a un consorcio empresarial no s¨®lo transnacional sino hasta, digamos, ¡°ap¨¢trida¡±, que aparece como relativamente inmune en algunos de sus recovecos a tributos ¡°nacionales¡±. El paso dado la semana pasada, bajo impulso de la OCDE, de aplicar un gravamen global del 15% sobre los beneficios de las multinacionales a partir de 2023 es importante, pero quedar¨¢ por precisar c¨®mo lo aplican realmente los sistemas tributarios nacionales.
El tercero tiene que ver con los contenidos: abrumadora informaci¨®n -alguna respetable y l¨ªcita- pero plagada de contenidos falsos o atentatorios de derechos y valores fundamentales (empezando por el derecho a la vida como campa?as antivacunas basadas en mentiras). Y que circulan con total y absoluta impunidad. Cuando, excepcionalmente, algo irregular es detectado y borrado, ello ocurre por lo general muy tarde, luego que se difundi¨® por varias horas o d¨ªas entre decenas de millones de personas.
El gran reto es contar con un sistema de control y detecci¨®n efectivo, realmente accesible y con dientes. Y con semejante omnipresencia global y variedad de idiomas y culturas en las que circula. Se han planteado propuestas de normas y pol¨ªticas nacionales para que lo haga el Estado y act¨²en autoridades en procedimientos a¨²n por legislar, fortaleciendo algunas capacidades coactivas. Opci¨®n leg¨ªtima pero riesgosa teniendo en cuenta la proliferaci¨®n de contextos pol¨ªticos autoritarios.
Personalmente he preferido y sigo prefiriendo la autorregulaci¨®n. Hoy realmente inexistente, sin embargo. Pero para que se pongan en marcha espacios efectivos de autorregulaci¨®n no basta una declaraci¨®n de voluntad. Se requiere dos cosas que ostensiblemente est¨¢n faltando.
Primero, decisi¨®n real para dise?ar y poner en marcha mecanismos que sean no s¨®lo independientes, sino tambi¨¦n eficaces y omnipresentes; en una magnitud que est¨¦ a nivel de la inmensa informaci¨®n falsa a la que tiene que enfrentar.
Segundo, presencia global y masiva con procesos accesibles y de acci¨®n/reacci¨®n inmediata. Lo que va mucho m¨¢s all¨¢ del mecanismo light del existente ¡°Consejo de Supervisi¨®n¡±, focalizado en el hemisferio norte. La capacidad de regular en serio un fen¨®meno global como ¨¦ste no puede ir como la tortuga detr¨¢s de la liebre pues no la alcanzar¨¢ jam¨¢s. Tiene que ser globalmente activa, y no s¨®lo reactiva.
Se han planteado algunas propuestas al respecto como la hecha por Gilad Edelman, redactor de Wired y licenciado en la Facultad de Derecho de Yale. Frente al costo de los miles de millones de datos a revisar, afirma Edelman que ¡°Facebook tambi¨¦n tiene miles de millones de d¨®lares en efectivo. Podr¨ªa triplicar su inversi¨®n de seguridad de 3.700 millones de d¨®lares y seguir teniendo un margen de beneficios envidiablemente alto¡±.
Esos 3,700 millones, teniendo en cuenta los ingresos anuales de Facebook (que superan los 70 mil millones), representan a duras penas poco m¨¢s del 5% de los ingresos de la empresa. Nada para algo tan importante como hacer su producto seguro. Como explica Edelman, aumentar significativamente los gastos en este rubro es no s¨®lo necesario sino viable. Dados los costos de operaci¨®n de Facebook lo gastado en este rubro es notoriamente m¨¢s bajo que las otras grandes corporaciones: ¡°Ford Motor Company tuvo 160.000 millones de d¨®lares de ingresos en 2018, pero solo obtuvo 4.300 millones de d¨®lares de beneficios antes de impuestos. Construir coches cuesta dinero¡±. Sin duda, Ford considera clave la inversi¨®n anual en el dise?o y control de la seguridad de sus veh¨ªculos y gasta en todo ello bastante m¨¢s del 5% de sus ingresos.
Seg¨²n Edelman, Facebook contrata a 15.000 revisores de contenido por s¨®lo 15 d¨®lares por hora ¡°en condiciones extenuantes¡±. Plantea triplicar su planilla y con salarios m¨¢s decentes. Algo es algo, como se dice. Pero ser¨ªa, en realidad, insuficiente. Pues lo que est¨¢ de por medio es la necesidad de una respuesta global. Que se ubique simult¨¢neamente y minuto a minuto ante millones de datos y afirmaciones por hora en pa¨ªses, idiomas y culturas muy diferentes y variadas.
A eso deber¨ªa llegarse. ?Se dar¨¢ ese salto? No hay que exagerar en escepticismo para asumir que es muy dif¨ªcil si no hay acci¨®n poderosa de la sociedad. Teniendo en cuenta, adem¨¢s, que otros dos grandes puntos de la omnipotencia -la condici¨®n de dominio del mercado y las lagunas tributarias- tienen que ser enfrentados y controlados. De hacerse todo eso se habr¨¢ dado pasos serios para que estas fant¨¢sticas herramientas tecnol¨®gicas no sean armas del mal y la intolerancia sino de la comunicaci¨®n e interacci¨®n cada vez m¨¢s fluida en el mundo.
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