Ra¨²l Rivero: la muerte de perfil
Su poes¨ªa fue siempre conversaci¨®n, un di¨¢logo imaginario e interminable
Cuba es un pa¨ªs que ha producido todo tipo de poetas. Est¨¢n los que construyeron catedrales con el lenguaje y los que prefirieron glosar lo m¨¢s cercano y peque?o; los que cantaron a la palma y al son y los que pasearon por alamedas y calzadas; los que erraron y los que permanecieron; los Heredia y los Mart¨ª, los Casal y los Pi?era, los Lezama y los Guill¨¦n, los Diego y los Loynaz. Nada raro que en esa isla haya nacido un poeta como Ra¨²l Rivero, que llev¨® la escritura al lugar en que la poes¨ªa no ha nacido o ha dejado de ser.
La poes¨ªa de Rivero fue siempre conversaci¨®n. Un di¨¢logo imaginario e interminable, a veces dirigido a una mujer, a un amigo, a una multitud o a un pa¨ªs. De ah¨ª que en ella sean tan frecuentes las preguntas (¡°?te gustar¨¢ el jugo de naranja/ los jardines, los p¨¢jaros,/ la taumaturgia, los arrabales/, las 10 y 42 de la ma?ana?¡±), las confesiones (¡°algo muy grave/ es no saber/ ning¨²n secreto tuyo¡±), los alardes (¡°Julia Roberts se equivoca conmigo/ resisto su mirada hora tras hora/ otras veces la pongo de castigo¡±) y las plegarias (¡°Dios te salve Mar¨ªa L¨®pez/ y otras hierbas del patio/ de la vileza en la vejez¡±)
La radical honestidad de la poes¨ªa de Rivero, constatable lo mismo en sus primeros cuadernos, Ra¨ªz de hombre (1970) y Poes¨ªa sobre la tierra (1973), que en su obra de madurez, Coraz¨®n que ofrecer (1980) o Cierta poes¨ªa (1982), le dio notoriedad y reconocimiento en la Cuba de la Guerra Fr¨ªa. Admirado por grandes poetas de las generaciones previas, como Nicol¨¢s Guill¨¦n y Eliseo Diego, Rivero se convirti¨® en uno de los intelectuales de mayor proyecci¨®n oficial de su generaci¨®n en los a?os 70 y 80. Ejerci¨® el periodismo en medios gubernamentales como Juventud Rebelde, la revista Cuba y el suplemento cultural El Caim¨¢n Barbudo. Fue corresponsal de Prensa Latina en la Uni¨®n Sovi¨¦tica y funcionario de la Uni¨®n de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC).
En el pr¨®logo a Recuerdos olvidados (2003), su amigo, el tambi¨¦n escritor Manuel D¨ªaz Mart¨ªnez, exiliado en Madrid, escribi¨®: ¡°Ra¨²l Rivero crey¨® en la Revoluci¨®n. Crey¨® tanto que a veces fue extremista¡±. Esa creencia era resultado de una mezcla de ¡°sinceridad y entusiasmo¡±, que son las energ¨ªas rectoras tanto de la poes¨ªa como del periodismo de Rivero. Como otros intelectuales de la Cuba sovi¨¦tica, el poeta experiment¨® una profunda decepci¨®n con el sistema cubano a fines de los a?os 80, al advertir la resistencia del Gobierno de Fidel Castro a una apertura como la que ten¨ªa lugar en la URSS y los socialismos reales de Europa del Este.
Un primer indicio de aquel desencanto fue la Carta de los Diez, que Rivero firm¨® junto con otros escritores de la isla, como Mar¨ªa Elena Cruz Varela y el propio D¨ªaz Mart¨ªnez. El documento, que solicitaba respetuosamente al Gobierno la aplicaci¨®n de reformas econ¨®micas, la liberaci¨®n de presos pol¨ªticos y el ¡°di¨¢logo c¨ªvico¡± con la ciudadan¨ªa, provoc¨® la ira de la polic¨ªa pol¨ªtica y la burocracia cultural. Los firmantes fueron acusados de ¡°agentes de la CIA¡± y expulsados de la Uni¨®n de Escritores y la Uni¨®n de Periodistas.
Fue entonces que comenz¨® el itinerario de Rivero dentro del periodismo independiente. En 1995 fund¨® la agencia Cuba Press y poco despu¨¦s la revista De Cuba. Antes del surgimiento de blogs como Generaci¨®n Y y medios independientes como Periodismo de Barrio y 14yMedio, fue Rivero el principal referente del periodismo alternativo en la isla. Su periodismo cr¨ªtico, definido expl¨ªcitamente como ¡°actividad subversiva¡± en el juicio sumario al que lo sometieron en abril de 2003, lo llev¨® a la c¨¢rcel y a una condena de veinte a?os de privaci¨®n de libertad por ¡°actos contra la independencia y la integridad territorial del Estado¡±.
Gracias a la mediaci¨®n del Gobierno de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, Rivero, junto a una veintena de presos de los 75 de la llamada ¡°primavera negra¡±, fue liberado a fines de 2004. Como tantos opositores cubanos en seis d¨¦cadas, sali¨® de la c¨¢rcel a condici¨®n de que tomara el camino del exilio. Lo mismo en La Habana, que en Madrid o Miami, nunca dej¨® de escribir poes¨ªa, la misma poes¨ªa coloquial que escribi¨® siempre. Poemarios suyos como Herej¨ªas elegidas (1998) o el ya mencionado Recuerdos olvidados (2003) dan cuenta de un tipo de expresi¨®n l¨ªrica capaz de sobrevivir a la calumnia o a la reclusi¨®n.
Dec¨ªa en uno de sus poemas que la muerte, cuando se espera, cuando ¡°sabe uno que va a irse/ de pronto una ma?ana/ para ese viaje largo/ que no acaba nunca¡±, no es una muerte de frente sino ¡°de perfil¡±. As¨ª se ha ido Ra¨²l Rivero, de perfil, con toda la honestidad de su poes¨ªa y su periodismo, que nos quedar¨¢n siempre como testimonio de que decir no a un poder desp¨®tico es costoso, pero vale la pena.
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