Banalizaci¨®n a la espa?ola
Ahora que se cumplen exactamente 83 a?os de la tr¨¢gica ¡®Noche de los cristales rotos¡¯ contra los jud¨ªos alemanes, proclamas como ¡°el jud¨ªo es el culpable y la Divisi¨®n Azul luch¨® por ello¡± no son, en definitiva, un problema exclusivamente educativo
A vueltas con la memoria hist¨®rica, este ¨²ltimo a?o ha sido testigo de un nuevo cap¨ªtulo que parece eternizar la cuesti¨®n de la toponimia del callejero urbano. Tras el renombramiento de la calle Mill¨¢n Astray, el consistorio madrile?o gobernado por Almeida decidi¨® volver a cambiar el nombre de una serie de v¨ªas, entre las que se encuentra la del Memorial 11 de marzo de 2004 que vuelve a llamarse Ca¨ªdos de la Divisi¨®n Azul. No ha sido esta la ¨²nica vez a lo largo de este segundo a?o pand¨¦mico en la que ...
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A vueltas con la memoria hist¨®rica, este ¨²ltimo a?o ha sido testigo de un nuevo cap¨ªtulo que parece eternizar la cuesti¨®n de la toponimia del callejero urbano. Tras el renombramiento de la calle Mill¨¢n Astray, el consistorio madrile?o gobernado por Almeida decidi¨® volver a cambiar el nombre de una serie de v¨ªas, entre las que se encuentra la del Memorial 11 de marzo de 2004 que vuelve a llamarse Ca¨ªdos de la Divisi¨®n Azul. No ha sido esta la ¨²nica vez a lo largo de este segundo a?o pand¨¦mico en la que el recuerdo a los soldados espa?oles que lucharon en el frente del Este a las ¨®rdenes de la Wehrmacht ha aparecido en los medios de comunicaci¨®n. En febrero, el homenaje anual que le tributan grup¨²sculos de extrema derecha a la Blaue Division en el cementerio de la Almudena se vio empa?ado no tanto por su parafernalia ¨¦tico-est¨¦tica habitual de caras al sol, camisas nuevas y simbolog¨ªa fascista sino por las declaraciones altisonantes y grandilocuentes de la estudiante de historia, Isabel Peralta. Producto ella misma de la posverdad del peor youtuberismo y del mundo de los influencers, aquella fugaz musa del neofalangismo lanzaba una diatriba antisemita parangonando la soflama vertida hace ochenta a?os por Serrano Su?er del ¡°?Rusia es culpable!¡±. En el video que corri¨® como la p¨®lvora (viral si nos adecuamos a la terminolog¨ªa actual) se observaba la actitud desafiante, aderezada con una pose de chulapa casticista, de una joven oradora que no ten¨ªa ning¨²n reparo en se?alar la culpabilidad hist¨®rica del jud¨ªo en la decadencia de la civilizaci¨®n occidental y cristiana.
Archivada la causa sobre su discurso antisemita, la Fiscal¨ªa Provincial de Madrid acaba de poner una denuncia contra Peralta por incitar a la violencia contra la migraci¨®n musulmana en un acto organizado el pasado 18 de mayo frente a la Embajada marroqu¨ª. Dejando de lado lo que hab¨ªa en su discurso de altavoz para futuros seguidores (followers, perd¨®n) de sus respectivas redes sociales, lo que interesa remarcar es que la Espa?a intelectual del primer franquismo no se apart¨® demasiado de las prejuiciosas, ancestrales y manidas descripciones que se escucharon este a?o en la Almudena sobre el jud¨ªo eterno y otros cantos de sirena nacionalsocialistas. La supuesta ¡°novedad¡± de recibir en la Espa?a del siglo XXI un alegato antisemita trufado de topicazos nazis sobre conspiraciones de los Sabios de Si¨®n reside todav¨ªa hoy en d¨ªa en afianzar un cortocircuito temporal (1939-1945) en el que Espa?a continuaba siendo aquel territorio Judenfrei desde que los Reyes Cat¨®licos los expulsaron en 1492 y, por consiguiente, alejado de las preocupaciones vitales y existenciales de la raza aria en su combate contra la cosmovisi¨®n jud¨ªa del mundo.
Aquella desafortunada intervenci¨®n en recuerdo a los divisionarios espa?oles, denunciada a su vez por la Federaci¨®n de Comunidades Jud¨ªas de Espa?a (FCJE), habr¨ªa que hacerla extensible, pues, a la utilizaci¨®n que se sigue haciendo, incluso desde el ¨¢mbito acad¨¦mico, de una germanofilia exculpatoria: es un caj¨®n de sastre (o salvoconducto) para muchos de aquellos periodistas, escritores e intelectuales empedernidos que quisieron blanquear su colaboracionismo pronazi una vez este hab¨ªa sido derrotado en los campos de batalla. El auxilio indispensable lo puso la doctrina anticomunista y la nueva etiqueta del nacionalcatolicismo, que sirvieron de tabla de salvaci¨®n para el r¨¦gimen franquista como elementos diferenciales con respecto a los totalitarismos ateos, primero, y como recurso ideol¨®gico de supervivencia, despu¨¦s. Aquella germanofilia proven¨ªa de la Gran Guerra e inclu¨ªa a nombres como Benavente, Mu?oz Seca o Arniches pero fue mutando en 1933 al comp¨¢s de la recepci¨®n e interpretaci¨®n que hab¨ªan hecho de la ideolog¨ªa nacionalsocialista los On¨¦simo Redondo, Ledesma Ramos y Gim¨¦nez Caballero. Durante aquellos a?os de liderazgo alem¨¢n, parte de aquella intelligentsia perteneciente a diferentes fuerzas pol¨ªticas antirrepublicanas (y no solo falangistas) se dejaron embelesar por los aires de renovaci¨®n espiritual, pol¨ªtica y econ¨®mica que conllevaba el ascenso de Hitler como instrumento para derrocar al sistema republicano espa?ol. Y tambi¨¦n al pie del ca?¨®n estar¨ªan cat¨®licos, vale la pena recordarlo, como Gonz¨¢lez-Ruano y Eugenio Montes que, desde sus corresponsal¨ªas berlinesas, evitar¨ªan en los primeros estadios del nuevo r¨¦gimen alem¨¢n abordar asuntos tan espinosos del ideario nacionalsocialista como el racismo y el antisemitismo o denunciar (a excepci¨®n de Berm¨²dez Ca?ete) la persecuci¨®n a la que se vio sometida la comunidad jud¨ªa.
No decimos nada nuevo al asegurar que la Espa?a azul mah¨®n surgida de la Guerra Civil, c¨®mplice ideol¨®gica de los totalitarismos y pedig¨¹e?a obstinada para poder revertir un imperio colonial defenestrado, fue german¨®fila por los cuatro costados y ventajistamente hitleriana m¨¢s que filonazi, debido esencialmente al catolicismo espa?ol y a la naturaleza neopagana del nacionalsocialismo. Pero tampoco nos deber¨ªa sorprender que los discursos actuales contradigan la versi¨®n oficial de una Espa?a inc¨®lume al virus del nazismo o despreocupada de la Judenfrage (¡°la cuesti¨®n jud¨ªa¡±). Fueron m¨¢s de los que nos pensamos quienes en este pa¨ªs, en el ¨¢mbito period¨ªstico, jur¨ªdico e intelectual, se posicionar¨ªan abiertamente por la victoria de Alemania con todo lo que conllevaba un futuro Nuevo Orden europeo bajo la ¨¦gida goebbelsiana. Y no me refiero exclusivamente a los camisas viejas falangistas que, al menos, como en el caso de Ridruejo, purgar¨ªan culpas en destierros nacionales al enfrentarse a las autoridades franquistas. Peor ser¨ªa, por el contrario, la actitud servil, lacayesca y ambiciosa, de todos aquellos que, tras haber confeccionado cr¨®nicas laudatorias sobre el ej¨¦rcito alem¨¢n, Hitler o su ideolog¨ªa, arrojar¨ªan su filonazismo a la m¨¢s m¨ªnima ocasi¨®n iniciando una fase de ¡°descargo de conciencia¡± a modo de literatura memorial¨ªstica. Hab¨ªa llegado el momento de silenciar un pasado inc¨®modo para los nuevos tiempos de la posguerra europea. Ah¨ª se convirtieron en aut¨¦nticos maestros de la media verdad o de la justificaci¨®n de lo injustificable figuras de la prensa franquista como Andr¨¦s R¨¦v¨¦sz, Manuel Brunet, Gonz¨¢lez-Ruano, Penella de Silva o Carlos Sent¨ªs, entre otros.
Ahora que se cumplen exactamente 83 a?os de la tr¨¢gica Noche de los cristales rotos contra los jud¨ªos alemanes, proclamas como ¡°el jud¨ªo es el culpable y la Divisi¨®n Azul luch¨® por ello¡± no son, en definitiva, un problema exclusivamente educativo. Tienen tambi¨¦n algo que ver con el periodo en el que vivimos: la bandera de la banalizaci¨®n es enarbolada d¨ªa a d¨ªa irreflexivamente y con independencia de las consecuencias ¨¦ticas o morales que acarrea sobre la violencia de g¨¦nero, la homofobia, el cambio clim¨¢tico, la inmigraci¨®n, el negacionismo de la covid o, por supuesto, el renombramiento de una calle en honor a un grupo de soldados que dieron su vida, entre otras razones, por un r¨¦gimen que estaba exterminando a miles de jud¨ªos en Babi Yar, Sobibor o Treblinka. Esa ¡°banalidad del mal¡± ¡ªya en t¨¦rminos arendtianos¡ªfue la misma por la que se dejaron guiar aquellos german¨®filos y filonazis (si realmente exist¨ªa tal diferencia en un periodo de profunda sinton¨ªa entre el franquismo y el Tercer Reich). Fue una banalizaci¨®n a la espa?ola repleta de mezquindades personalistas, indiferencia o servilismo y, en el caso de la intelectualidad espa?ola, funcion¨® como instrumento coyuntural de la colaboraci¨®n ideol¨®gica entre la Espa?a franquista y la Alemania nazi.