Al rescate de la salud mental
Poder pagarse una terapia es un nuevo factor de desigualdad porque la Sanidad P¨²blica no dispone de recursos para atender la alt¨ªsima demanda social
La carga sobrevenida de angustia y aislamiento de la pandemia ha tenido un fuerte impacto sobre la salud mental de la poblaci¨®n y ha hecho aflorar una inesperada vulnerabilidad. Un 6,4% de la poblaci¨®n ha tenido que pedir ayuda m¨¦dica por crisis de angustia y otros trastornos desencadenados por una situaci¨®n de desbordamiento emocional, incluidos muchos profesionales sanitarios. El impacto de la pandemia ha afectado a todos, pero no lo ha hecho con la misma intensidad. Las personas de rentas m¨¢s bajas, las mujeres y los j¨®venes lo han sufrido con una incidencia m¨¢s grave. El 22% de las mujeres...
La carga sobrevenida de angustia y aislamiento de la pandemia ha tenido un fuerte impacto sobre la salud mental de la poblaci¨®n y ha hecho aflorar una inesperada vulnerabilidad. Un 6,4% de la poblaci¨®n ha tenido que pedir ayuda m¨¦dica por crisis de angustia y otros trastornos desencadenados por una situaci¨®n de desbordamiento emocional, incluidos muchos profesionales sanitarios. El impacto de la pandemia ha afectado a todos, pero no lo ha hecho con la misma intensidad. Las personas de rentas m¨¢s bajas, las mujeres y los j¨®venes lo han sufrido con una incidencia m¨¢s grave. El 22% de las mujeres han sufrido ataques de p¨¢nico o ansiedad, seg¨²n el CIS, y probablemente ese porcentaje se explica por la carga emocional impl¨ªcita en su rol de cuidadoras. Y que 8 de cada 10 personas con problemas mentales no tengan empleo es un indicador descarnado de que los factores socioecon¨®micos hacen que las causas y los efectos se confundan en un bucle infinito de estigma y exclusi¨®n.
En realidad, la pandemia ha evidenciado e intensificado una tendencia previa, estructural, que ya apuntaba a un fuerte incremento de los trastornos mentales, que en 2030 ser¨¢n, seg¨²n la OMS, la principal causa de discapacidad. Una realidad que ha reca¨ªdo sobre los hombros de las familias que han tenido que asumir cuidados que necesitan de especialistas.
Un modelo social con crecientes desigualdades, que sacraliza el rendimiento y estimula la competitividad extrema lleva a un incremento de la patolog¨ªa mental mientras la tasa de suicidio ha crecido tambi¨¦n (uno cada dos horas).
Es evidente que el sistema de salud p¨²blica no est¨¢ preparado para afrontar ese crecimiento. Las razones no son solo econ¨®micas, sino tambi¨¦n culturales ante la desconfianza o la incredulidad que suscitan patolog¨ªas sin una lesi¨®n org¨¢nica evidente o de etiolog¨ªa compleja y a la vez imprecisa. La red p¨²blica de salud mental est¨¢ desbordada. En Espa?a apenas recibe el 4% del presupuesto sanitario cuando la media de la UE es del 5,5%. Las asociaciones profesionales estiman que la red p¨²blica necesitar¨ªa 1.500 psiquiatras y 6.000 psic¨®logos cl¨ªnicos m¨¢s para poder atender la demanda. Hoy ya la posibilidad o no de acudir a terapia se erige en un nuevo factor de desigualdad porque solo quien puede pag¨¢rselo dispone de un profesional en el momento y durante el tiempo que precisa el tratamiento. El actual Ejecutivo ha tomado conciencia del problema y est¨¢ dispuesto a aportar 100 millones de euros de aqu¨ª al 2024. Ser¨¢n insuficientes porque las necesidades son mayores y, aun as¨ª, posiblemente el dinero no sea la ¨²nica herramienta que necesita una sociedad para hacerse cargo de la pluralidad ingobernable de causas que generan da?os a la salud mental.