Barrio y Sordo
Ambos comerciantes vinieron de Espa?a al Nuevo Reino de Granada, la actual Colombia, muy a finales del siglo XVIII, en v¨ªsperas de nuestras revoluciones independentistas y con ¨¢nimo de ganarle la partida a la pobreza
Se trata de una firma comercial, como Black & Decker, Cuervo y Sobrinos, Hijos de Antonio Barcel¨®, Dolce & Gabbana, Smith & Wesson.
Juan Barrio y Tom¨¢s Sordo vinieron de Espa?a al Nuevo Reino de Granada¡ªla actual Colombia¡ªmuy a finales del siglo XVIII, en v¨ªsperas de nuestras revoluciones independentistas, cada quien por su cuenta y con ¨¢nimo de ganarle la partida a la pobreza.
Emprendedores, dir¨ªa de ellos la parla de hoy. Tambi¨¦n eran hidalgos empobrecidos, dos tipos berracos, c...
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Se trata de una firma comercial, como Black & Decker, Cuervo y Sobrinos, Hijos de Antonio Barcel¨®, Dolce & Gabbana, Smith & Wesson.
Juan Barrio y Tom¨¢s Sordo vinieron de Espa?a al Nuevo Reino de Granada¡ªla actual Colombia¡ªmuy a finales del siglo XVIII, en v¨ªsperas de nuestras revoluciones independentistas, cada quien por su cuenta y con ¨¢nimo de ganarle la partida a la pobreza.
Emprendedores, dir¨ªa de ellos la parla de hoy. Tambi¨¦n eran hidalgos empobrecidos, dos tipos berracos, como suele decirse en Colombia, con las pilas bien puestas. Aqu¨ª en las Indias se conocieron y congeniaron lo bastante para arriesgar un modesto capital en una empresa comercial. Tuvieron para ello la suerte de haber hecho, nada m¨¢s llegar, matrimonios ventajosos con mujeres del patio.
Desde el comienzo, y una vez estudiado el ambiente de negocios, se dedicaron a abastecer la provincia de Antioquia que entonces atravesaba por una bonanza minera y cuya poblaci¨®n requer¨ªa textiles, tanto importados como del reino. Tambi¨¦n hierro, acero, enseres dom¨¦sticos, ¨²tiles de labranza, comestibles. Todo esto ocurre en v¨ªsperas de los grandes trastornos que trajeron las guerras de Independencia.
En uno de sus hermos¨ªsimos relatos, el conde De Lampedusa hace extravagantes votos para que, a partir de cierta edad, todo hombre lleve un diario o escriba su autobiograf¨ªa como deber impuesto por el Estado.
¡°En el curso de tres o cuatro generaciones¡ªsugiere el conde¡ª, el material as¨ª acopiado tendr¨ªa un valor inestimable : muchos problemas sicol¨®gicos e hist¨®ricos que agobian a la Humanidad podr¨ªan resolverse¡±. Es posible, querido conde, pero solo a condici¨®n de que se disponga del tiempo requerido para leer con provecho esos copiosos, personal¨ªsimos anales y, adem¨¢s, se tenga potestad para actuar en el ¨¢mbito p¨²blico.
Luce impracticable, por ambicioso e inhumano, ese programa, pero poder contar con la memoria larga de particulares desconocidos, con anotaciones mondas de toda presuntuosidad, no como las de H¨¦ctor Berlioz, el duque de Saint-Simon o Madame de Sta?l, sino como suelen ser las de la gente corriente y moliente, gente como Barrio y Sordo, por ejemplo.
Dos peninsulares se asocian para salir adelante en una colonia espa?ola solo para verse atrapados en el ciclo de las revoluciones hispanoamericanas. Es imposible valorar con justicia lo que el asiento de sus trabajos representa para los historiadores de hoy d¨ªa.
Memorias y epistolarios de gente ilustre, en muchos casos escritos por gente ya imbuida de su propia posteridad, han nutrido en todo tiempo los estudios de Literatura, de historia militar, pol¨ªtica y tambi¨¦n de lo que se conoce como historia de las mentalidades.
Barrio y Sordo, comerciantes, dejaron tras de ellos un tesoro de parcas esquelas comerciales, detalladas anotaciones contables, de leales consejos, de detallados juicios sobre la cambiante situaci¨®n militar, representaciones ante tribunales mercantiles, manifiestos de aduanas, facturas y libranzas que dan vista a mucho de lo que fuimos y, ciertamente, a mucho de lo que hoy somos en la Am¨¦rica de habla hispana.
Reposaba todo ello ¨Ccasi 400 documentos privados¡ªen el Archivo General de la Naci¨®n, en Bogot¨¢, donde Daniel Guti¨¦rrez, historiador colombiano, especialista en nuestras independencias, y James Vladimir Torres, estudioso de la historia minera y monetaria de la Nueva Granada, hicieron el hallazgo.
Se conjetura que, poco despu¨¦s de la batalla de Boyac¨¢, la comisi¨®n de secuestros decomis¨® la correspondencia de la compa?¨ªa, hallada en un almac¨¦n abandonado por su encargado, un realista puesto en fuga por la sorpresiva entrada de Bol¨ªvar a Bogot¨¢ en 1819. Despu¨¦s, quiz¨¢ no hallando qu¨¦ hacer con ella, la depositaron en las por entonces nov¨ªsimas oficinas de la Rep¨²blica de Colombia.
Lo que ?lvarez y Guti¨¦rrez han hecho con las cartas de Barrio y Sordo puede leerse a un tiempo como un caso de estudio de historia empresarial en tiempos de crisis revolucionaria ¨Cun logro de suyo infrecuente¡ª y como una apasionante cr¨®nica de gente del com¨²n en tiempos duros.
La lectura de La compa?¨ªa Barrio y Sordo: negocios y pol¨ªtica en el Nuevo Reino de Granada y Venezuela, 1796-1820 ( Universidad Externado de Colombia, 2021) me ha acercado a dos personajes cuyas relaciones y afanes prefiguran los afanes y andanzas de Bouvard y P¨¦cuchet.
Barrio es cerebral y seco, poco imaginativo y aunque trata de ce?irse estrictamente a sus asuntos comete may¨²sculos errores de juicio que lo llevan a tribunales y le granjean enemistades vitalicias. Sordo es sangu¨ªneo, m¨¢s llano que su socio y en absoluto hombre de escritorio: lo suyo son los largos viajes por caminos de recua o bogando en los grandes r¨ªos. Las actividades de la compa?¨ªa llegan a abarcar buena parte del reino y de la Venezuela insurgente.
Ambos socios son realistas ac¨¦rrimos¡ªt¨¦cnicamente hablando, son los mism¨ªsimos peninsulares a que alude el Decreto de Guerra a Muerte, firmado por Bol¨ªvar en 1813¡ª, pero a ninguno de los dos lo ofuscan las cambiantes circunstancias de la guerra. Una sorprendente adaptabilidad, y en especial, la plasticidad del cerebro comercial de Sordo, los asiste infaliblemente en su proceso de asimilaci¨®n de la nueva realidad pol¨ªtica.
La empresa adopt¨® para sus operaciones el modelo de un comp¨¢s cartogr¨¢fico. A veces el comp¨¢s se apoya en Santa Fe y su circunferencia cubre un ¨¢rea que hoy sirven vuelos dom¨¦sticos de aerol¨ªnea.
Cuando, luego de 1819, ambos socios deben emigrar a Venezuela, dominada a¨²n por Espa?a, no mudan sin embargo la empresa: el comp¨¢s ahora se afinca en Maracaibo y el alcance de su operaci¨®n de eximport llega, en territorio venezolano, hasta Puerto Cabello y Valencia del Rey. Entonces Barco concibe la idea de comprar un bergant¨ªn: una de los dise?os navales m¨¢s exitosos en siglos de navegaci¨®n humana. Con ¨¦l, Barrio y Sordo extienden las rutas de acopio y suministro: Jamaica, Veracruz, La Habana, Londres¡
No incurrir¨¦ en ser spoiler. Solo dir¨¦ que Barrio y Sordo las vieron verdes, las vieron maduras y otra vez verdes. Sus esfuerzos no los llevaron a la c¨²spide de la pir¨¢mide social. Tampoco tornaron ricos a Espa?a. Su rastro se nos pierde en alg¨²n momento entre Boyac¨¢ y Carabobo.
En m¨¢s de un sentido es justo decir que terminaron siendo colombianos. Su epistolario as¨ª lo atestigua.
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