¡®El Reino frente al Rey¡¯
?Qu¨¦ papel juega el perd¨®n y el mutuo reconocimiento en el logro de la paz duradera?
En cuesti¨®n de horas, la ¡°cuesti¨®n catalana¡± se torn¨®, ante nuestros ojos, en vertiginosa ¡°crisis catalana¡± hasta alcanzar, a porrazos y perdigones, la categor¨ªa 5 de los peores huracanes: la ¡°independencia catalana¡± que desgarra a Espa?a y nos consterna a los hispanoamericanos.
Otras luchas independentistas se evocan actualmente en el Museo Nacional de Bogot¨¢ con una exposici¨®n que, tan pronto se atemperen los ¨¢nimos, merece ser vista en Barcelona y tambi¨¦n en muchas otras partes del mundo: El Reino frente al Rey: Reconquista, Pacificaci¨®n, Restauraci¨®n. Nueva Granada (1815-1819).
Hay un algo intangible que hace de El Reino frente al Rey un persuasivo argumento en favor del actual proceso de paz colombiano
Durante aquellos cuatro a?os, las actuales Venezuela y Colombia recibieron la visita del cuerpo expedicionario espa?ol que, enviado por el rey Fernando VII, cruz¨® el Atl¨¢ntico para restituir el orden colonial.
Aunque desde un principio se tratase de desalojar para siempre la autoridad espa?ola e instaurar rep¨²blicas liberales, las hostilidades entre realistas y patriotas no cobraron el cariz y las proporciones de un conflicto armado internacional hasta que llegaron los 15.000 soldados espa?oles, veteranos de las guerras napole¨®nicas y comandados por don Pablo Morillo, Conde de Cartagena y Marqu¨¦s de La Puerta, quien lleg¨® a ser conocido en este vecindario como El Pacificador.
Puede decirse que desde las declaratorias emancipadoras de 1810 hasta el d¨ªa de 1815 en que los buques de la flota espa?ola fondearon ante la isla de Margarita, en el oriente venezolano, las hostilidades hab¨ªan enfrentado fratricida y mayoritariamente a gentes de una misma naci¨®n. No por eso fueron menos mort¨ªferas y devastadoras. Pero fue la llegada de tropas europeas lo que imprimi¨® a la lucha el car¨¢cter de un gran conflicto armado internacional.
Los m¨¦todos del Pacificador Morillo fueron expeditos, sanguinarios y particularmente sa?udos en la Nueva Granada. Fusilamientos, expropiaciones, destierros y prisi¨®n fue la crudel¨ªsima receta que, sin embargo, no lleg¨® a funcionar permanentemente.
Al contrario, si bien aquellos fueron a?os de cadalsos y deportaciones como nunca se hab¨ªan visto en estas comarcas, tambi¨¦n fueron los a?os en que el movimiento independentista alcanz¨® el alto grado de determinaci¨®n que a la postre lo hizo irreversible.
Los instrumentos de tormento y escarnio a que llegaron a recurrir los espa?oles incluyen las viles jaulas de hierro en las que las cabezas y los miembros de los insumisos, fritos en aceite, eran expuestos en plazas y caminos para escarmiento de la poblaci¨®n. Estremecedoramente, la muestra pone al visitante frente a esos fierros de la infamia.
Hay, sin embargo, un algo intangible que hace de El Reino frente al Rey un persuasivo argumento en favor del actual proceso de paz colombiano: las ideas que animan al curador de la muestra, el joven historiador antioque?o Daniel Guti¨¦rrez Ardila y que emanan de su libro La Restauraci¨®n en la Nueva Granada, publicado por la Universidad Externado de Colombia.
La propuesta del curador interroga el hecho inocultable de que si bien la ¡°pacificaci¨®n¡± realista no obtuvo resultados duraderos, en cambio, la pacificaci¨®n propiciada por los patriotas s¨ª contribuy¨® decididamente al triunfo del sistema republicano.
La pol¨ªtica patriota fue inteligentemente generosa y tolerante con los realistas neogranadinos y supo atra¨¦rselos, hasta el punto de que varios presidentes colombianos del siglo XIX fueron, en sus comienzos, importantes factores realistas, reinsertados en el bando patriota.
La exposici¨®n no permite que perdamos de vista que la Guerra de Independencia fue un conflicto armado de mucha mayor envergadura que el generado por la insurgencia de las FARC.
?Qu¨¦ papel juega el perd¨®n y el mutuo reconocimiento en el logro de una paz duradera? Si a patriotas y realistas neogranadinos del siglo XIX les fue posible, ?por qu¨¦ no a nosotros?
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