Explicaciones... qu¨¦ explicaciones
Resulta ingenuo creer que un infructuoso proceso penal va a devolver la reputaci¨®n a quien la ha dilapidado como consecuencia de un comportamiento muy alejado de los est¨¢ndares de ejemplaridad a los que estaba llamado
El problema del rey em¨¦rito tiene dos vertientes y la jur¨ªdica no es la m¨¢s relevante. De ah¨ª que el archivo de la causa penal en Suiza y la que pudiera ordenarse en breve en Espa?a dif¨ªcilmente arregla el destrozo. Existen evidencias m¨¢s que suficientes para emitir un reproche sobre el comportamiento de quien ha sido muchos a?os jefe de Estado. La inviolabilidad le protege frente a los tribunales por lo hecho hasta 2014, lo mismo que la falta de pruebas dificulta la persecuci¨®n de sus conductas como delito despu¨¦s de aquella fecha. Pero se equivocan de ra¨ªz quienes creen que el rey em¨¦rito puede recuperar su anterior vida en Espa?a como si aqu¨ª no hubiera pasado nada. Desgraciadamente para ¨¦l, pero tambi¨¦n para la historia de nuestro pa¨ªs, aqu¨ª han pasado demasiadas cosas que no solo se explican por la falta de responsabilidad de quien las cometi¨®.
El retorno a Espa?a de don Juan Carlos es un inconveniente para la Casa Real y para el Gobierno. Quien tiene la responsabilidad de abordarlo debe apreciar el riesgo que implica para la Corona contar con el rey em¨¦rito en palacio, pero tambi¨¦n fuera de ¨¦l. Lo propio cabr¨ªa decir en relaci¨®n con la manera en que pueda acreditar su sustento. Tan ofensivo resulta considerar de nuevo una asignaci¨®n econ¨®mica de los Presupuestos del Estado como pretender que viva con aquello que acumul¨® no se sabe muy bien c¨®mo. Resulta ingenuo creer que un infructuoso proceso penal va a devolver la reputaci¨®n a quien la ha dilapidado como consecuencia de un comportamiento muy alejado de los est¨¢ndares de ejemplaridad a los que estaba llamado. En todo caso, para el supuesto de que el regreso a Espa?a se materializara, no faltan voces que se?alan que tendr¨¢ que dar explicaciones. Es aqu¨ª d¨®nde surge la duda¡ pero qu¨¦ clase de explicaciones podr¨ªa dar el rey em¨¦rito y d¨®nde pretenden que las ofrezca.
Seamos serios. No hay explicaciones que puedan justificar nada de lo que ya se sabe sin incurrir en un relato de la misma factor¨ªa de los que se han fabricado hasta la fecha y que nos han tra¨ªdo hasta aqu¨ª. Pero si ya es dif¨ªcil imaginar qu¨¦ podr¨ªa explicar quien ha regularizado con Hacienda m¨¢s de cinco millones de euros en un procedimiento que despierta alguna duda, ahora traten de visualizar el formato. Obviamente no parece muy realista que se archive la causa penal para abrir a continuaci¨®n una investigaci¨®n parlamentaria. Tampoco parece razonable imaginar un mensaje a los espa?oles despu¨¦s de aquel ¡°lo siento, me he equivocado, no volver¨¢ a ocurrir¡±, ni un encuentro con la prensa con el recuerdo presente de aquella fat¨ªdica entrevista con Hermida. No nos enga?emos. Lo ocurrido no tiene una explicaci¨®n que pueda ser aceptada, ni la persona re¨²ne ya las condiciones para hacer algo a lo que, en realidad, no cree estar obligado. Despu¨¦s de todo lo ocurrido, no deja de sorprender la naturalidad con la que persiste esa confusi¨®n entre servir a Espa?a y poner Espa?a a su servicio.
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