Las ¨¦lites en tiempo de pandemia
No est¨¢n claros los efectos de la crisis del coronavirus en la recreaci¨®n de movimientos sociales y arquitecturas pol¨ªticas. Aunque apunta un mayor hincapi¨¦ en la atenci¨®n a las conductas de la dirigencia
Desde ¡ªespecialmente¡ª la Gran Recesi¨®n de 2008-2011, los poderosos gozan de mala prensa. A toda clase dirigente se la suele juzgar por los resultados de su direcci¨®n, que al cabo son su fuente de legitimaci¨®n. Los resultados del compacto de poder trabado entre oligarqu¨ªas econ¨®micas, dirigentes pol¨ªticos e ide¨®logos de moda fueron fatales, en t¨¦rminos de desigualdad (extrema), discriminaciones sectoriales (los j¨®venes) y carencia de horizontes (inmediatos). De ah¨ª surgi¨® el humus que nutri¨® revueltas sociales y nuevos populismos pol¨ªticos, a ambos extremos del espectro ideol¨®gico.
Pero quiz¨¢ lo m¨¢s propio ¡ªno in¨¦dito¡ª de entonces, fue que la rebeld¨ªa se dirigi¨® m¨¢s contra su posici¨®n estructural que contra sus pr¨¢cticas concretas: m¨¢s a la especie que a su espacio. Occupy Wall Street y los distintos 15-M enfocaron su feracidad creativa, afilados lemas herederos del Mayo del 68, iron¨ªa mordaz y rapidez comunicativa digital al car¨¢cter ultraminoritario del ¡°1%¡± de los ricos. Al parasitismo enquistado de ¡°la casta¡±. A la inequidad por los privilegios de la plutocracia. Al contraste entre su concentraci¨®n y la condena al precariado de las clases populares o la p¨¦rdida de expectativas de la clase media.
Lo genuino fue romper la distinci¨®n entre unas y otras ¨¦lites, algo quiz¨¢s poco acad¨¦mico, pero eficaz para activar la revuelta. El enemigo ya no era la burgues¨ªa econ¨®mica. Ni los gobiernos como timoneles pol¨ªticos. Ni las iglesias, peri¨®dicos o televisiones como difusores de ideolog¨ªa. Era una amalgama de todo eso. M¨¢s: los de arriba; no una clase; sino la ¨¦lite. Un concepto muy acu?ado por la sociolog¨ªa anglosajona y de validez multiusos.
Todav¨ªa no est¨¢n claros los efectos de la crisis pand¨¦mica en la recreaci¨®n de movimientos sociales y arquitecturas pol¨ªticas. Aunque s¨ª apunta un mayor hincapi¨¦ en la atenci¨®n a las conductas de la dirigencia que a los fundamentos de su poder. El negacionismo supremacista contra las vacunas de un h¨¦roe deportivo (Novak Djokovic); el devaneo de un gobernante adicto al botell¨®n, en desprecio a quienes obliga a confinarse (Boris Johnson); la impunidad con que un afamado banquero se re¨²ne, ilegalmente y sin mascarilla (Ant¨®nio Horta-Os¨®rio), y se ve compelido a dimitir... Todo eso parece prefigurar una nueva y aguda sensibilidad sobre el respeto social, el imperio de las reglas, la igualdad de trato, un imperativo de dignidad. C¨²mulo de exigencias quiz¨¢ m¨¢s propicias a los reformismos que a la revuelta.
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