Abusos sexuales: una investigaci¨®n urgente
La gravedad de los casos en la Iglesia exige una respuesta institucional a la altura del da?o y la soledad de las v¨ªctimas
El esc¨¢ndalo por los abusos sexuales cometidos por miembros de la Iglesia cat¨®lica en Espa?a tiene tres caracter¨ªsticas que lo hacen especialmente grave: la extensi¨®n geogr¨¢fica y temporal de los delitos, el desamparo de las v¨ªctimas (sumado a la impunidad de los perpetradores) y la reiterada ...
El esc¨¢ndalo por los abusos sexuales cometidos por miembros de la Iglesia cat¨®lica en Espa?a tiene tres caracter¨ªsticas que lo hacen especialmente grave: la extensi¨®n geogr¨¢fica y temporal de los delitos, el desamparo de las v¨ªctimas (sumado a la impunidad de los perpetradores) y la reiterada actitud obstruccionista de la jerarqu¨ªa espa?ola para investigar los hechos.
Los abusos continuar¨ªan en el olvido de no ser por la labor de los medios de comunicaci¨®n, y en especial por la investigaci¨®n realizada por EL PA?S, que han mostrado a la sociedad espa?ola su aut¨¦ntica magnitud. Sin miedo a contravenir las inequ¨ªvocas instrucciones del Papa, m¨¢xima autoridad de la Iglesia cat¨®lica, la jerarqu¨ªa espa?ola se ha equivocado al menos de dos maneras: primero, ha restado importancia a los hechos y, despu¨¦s, ha tratado de desprestigiar el trabajo de los periodistas. Finalmente, ha pretendido ofrecer como voluntad de colaboraci¨®n una serie de iniciativas burocr¨¢ticas claramente insuficientes. Mientras la c¨²pula de la Iglesia elude con pobres argumentos sus obligaciones, gran parte de la sociedad espa?ola asiste escandalizada a la revelaci¨®n de casos cuya mera narraci¨®n, en fr¨ªo y sin adjetivos calificativos, conmueve sin remedio a cualquier ciudadano, con o sin creencias religiosas. El ¨²ltimo testimonio es del escritor Alejandro Palomas, que ten¨ªa ocho a?os en 1975 cuando, seg¨²n contaba esta semana, fue v¨ªctima de un religioso de La Salle en un colegio de Premi¨¤ de Mar. A la humillaci¨®n vejatoria de los hechos se une el muro de silencio levantado alrededor del perpetrador. La congregaci¨®n de La Salle destaca, entre otras cosas, por negarse a investigar las denuncias de pederastia y abrir un proceso can¨®nico (contra lo que dictan las propias reglas can¨®nicas). Se limita a trasladar los casos a la Fiscal¨ªa, pero en su mayor¨ªa est¨¢n ya prescritos. El resultado es la impunidad del agresor y el desamparo de la v¨ªctima, por contraste con otras congregaciones, como los maristas, que ya han anunciado su voluntad de investigar.
Ante la gravedad de los hechos y su evidente dimensi¨®n social, este peri¨®dico reclam¨® en un editorial el 19 de diciembre de 2021 la creaci¨®n de una comisi¨®n independiente que investigue los casos, siguiendo el ejemplo de otras jerarqu¨ªas eclesi¨¢sticas en pa¨ªses como Francia, Alemania, Pa¨ªses Bajos o Australia. Dos a?os atr¨¢s, en junio de 2019, la Fiscal¨ªa General del Estado recomend¨® ya al Gobierno una comisi¨®n de expertos tras estudiar las actuaciones de otros pa¨ªses ante casos de abusos parecidos. Han sido pa¨ªses cuyas c¨²pulas eclesi¨¢sticas han sido mucho m¨¢s diligentes que la espa?ola en la exigencia de escuchar, investigar y proceder a la reparaci¨®n moral y tambi¨¦n econ¨®mica de los abusados. La petici¨®n de una comisi¨®n parlamentaria de investigaci¨®n presentada por Unidas Podemos, ERC y EH Bildu responde a esta inacci¨®n de la Iglesia espa?ola. La iniciativa del PNV reacciona ante la misma pasividad al reclamar la investigaci¨®n en un formato diferente. Los nacionalistas vascos piden al Gobierno el nombramiento de una comisi¨®n de expertos que de forma independiente escuche a las v¨ªctimas, investigue sus casos y emita un informe al Parlamento con sus conclusiones. Es evidente el riesgo de que una comisi¨®n parlamentaria acabe convirtiendo un asunto tan doloroso en un nuevo pretexto para la confrontaci¨®n pol¨ªtica y el espect¨¢culo partidista. Lo hemos visto demasiadas veces. El esfuerzo debe centrarse en conseguir la f¨®rmula que mejor y m¨¢s limpiamente pueda satisfacer el m¨ªnimo est¨¢ndar de respeto a quienes ha desamparado la Iglesia durante muchos a?os como v¨ªctimas de delitos tipificados y que merecen el apoyo no solo de la sociedad, sino tambi¨¦n de sus instituciones.
El Partido Socialista no acaba de aclarar cu¨¢l es su propuesta, aunque a finales de semana se inclinaba por la comisi¨®n independiente. El partido mayoritario de la C¨¢mara tiene en su mano la decisi¨®n final, que ha condicionado a escuchar primero a las v¨ªctimas. El PP ya ha dicho no a la comisi¨®n parlamentaria y es una inc¨®gnita si se sumar¨ªa a una investigaci¨®n independiente, en particular a la vista de las afinidades que los l¨ªderes del partido conservador han exhibido frecuentemente con la jerarqu¨ªa cat¨®lica. Pero el propio papa Francisco se ha declarado avergonzado. Tambi¨¦n asociaciones de cat¨®licos, te¨®logos y algunos miembros de la jerarqu¨ªa en Espa?a han exigido el esclarecimiento y castigo de los responsables.
Sea cual sea el tipo de comisi¨®n que se acabe constituyendo, de expertos e independiente o de investigaci¨®n parlamentaria, debe sortear el peligro de convertirse en campo de batalla anticlerical o el de verse adulterada por la extrema derecha, que habitualmente se arroga una ileg¨ªtima representaci¨®n de los intereses cat¨®licos con timbres nacionalcat¨®licos obsoletos. Dada la naturaleza de la investigaci¨®n, el sistema parlamentario en su integridad deber¨ªa ser capaz de eludir a un lado y al otro el sesgo de las querellas ideol¨®gicas porque el centro de la cuesti¨®n es un reguero de delitos cometidos sobre ciudadanos indefensos.
Que hoy estemos en este debate pol¨ªtico es consecuencia de la pasividad de la jerarqu¨ªa cat¨®lica y sus movimientos dilatorios. Es un grave error: ha tenido numerosas oportunidades para actuar, pero ha preferido dejar pasar el tiempo y deso¨ªr las demandas de las v¨ªctimas, de sectores de la propia Iglesia y hasta a sus superiores en Roma. La lacra de los abusos pertenece a una estirpe ajena a la lucha ideol¨®gica, pol¨ªtica o religiosa. Las v¨ªctimas son quienes merecen voz y resarcimiento institucional a trav¨¦s de una comisi¨®n cuyo fin sea conocer la verdad sin coacciones ni interferencias, de forma verdaderamente independiente. De hecho, muchas v¨ªctimas no piden m¨¢s que ser escuchadas, como ha podido comprobar una y otra vez este peri¨®dico. Pero adem¨¢s de la escucha, es hora tambi¨¦n de una reparaci¨®n institucional que lleve al fin de la impunidad y el encubrimiento.