La Iglesia y EL PA?S
La c¨²pula clerical descalifica sin argumentos ni pruebas el informe elaborado por EL PA?S en torno a los abusos sexuales en el seno de la Iglesia
Matar al mensajero nunca ha sido la soluci¨®n para atajar un problema y mucho menos uno muy grave. Pero esa es exactamente la estrategia que ha escogido la Conferencia Episcopal Espa?ola (CEE) ante la investigaci¨®n elaborada por EL PA?S sobre abusos sexuales cometidos desde los a?os cuarenta por personas pertenecientes a la Iglesia espa?ola. En lugar de tomar cartas con seriedad, diligencia y transparencia en un asunto de extrema importancia, la CEE ha optado por descalificar, tanto desde la propia instituci¨®n como a trav¨¦s de medios en cuyo accionariado participa, como la cadena Cope, el trabajo riguroso realizado por los profesionales de este peri¨®dico. La labor ha quedado plasmada en el informe entregado al papa Francisco quien, a diferencia de sus subordinados en Espa?a, s¨ª ha dado pasos concretos que los segundos deber¨ªan haber emprendido hace d¨¦cadas.
Tras d¨ªa y medio de injustificado silencio, la CEE expresa en una nota aclaratoria ¡ªcuya elaboraci¨®n responde a la publicaci¨®n, el pasado domingo por parte de EL PA?S, de la noticia de que el Vaticano supervisa todo el proceso tras el dossier entregado a Francisco con 251 nuevos casos de pederastia en nuestro pa¨ªs¡ª que ¡°ser¨ªa deseable que las acusaciones que recoge el citado informe tuvieran mayor rigor, ya que su contenido, de car¨¢cter muy dispar, hace dif¨ªcil extraer conclusiones que puedan servir a una posible investigaci¨®n¡±. Se trata de una afirmaci¨®n falaz. En la investigaci¨®n realizada por los periodistas de este medio se ha aplicado un criterio restrictivo, es decir, se ha optado por descartar numerosos casos en los que pudiera haber no ya una duda razonable, sino circunstancias de cualquier tipo que llevaran la investigaci¨®n de un caso concreto a un callej¨®n sin salida. Ha primado la calidad de la informaci¨®n sobre la cantidad. Pero el organismo que representa a los obispos espa?oles se permite con una nota llena de ret¨®rica generalista arrojar la duda sobre una labor de a?os cuyo resultado constituye la ¨²nica contabilidad de referencia existente en nuestro pa¨ªs de casos de pederastia cometidos por personas de la Iglesia, sin excluir los casos publicados por otros medios.
De hecho, esta labor nunca se hubiera producido si los obispos espa?oles hubieran reaccionado como deb¨ªan ante las denuncias realizadas por las v¨ªctimas. Algunos casos pertenecen a un pasado remoto, pero tampoco lo han hecho con los menos lejanos en el tiempo a pesar de las instrucciones expl¨ªcitas de la Santa Sede, a la que deben obediencia. En ellas se indica claramente que quien recibe la denuncia tiene el deber de iniciar una investigaci¨®n. A la inacci¨®n pasmosa se suma un intento de descr¨¦dito. Ambos contrastan con la actitud adoptada tanto por el mismo Vaticano como por numerosas ¨®rdenes religiosas con presencia en Espa?a y en cuyo seno tambi¨¦n ha habido denuncias de abusos sexuales.
La actitud de la CEE ante estas revelaciones lleva a la inevitable conclusi¨®n de que no est¨¢ interesada en que se investiguen unos hechos terribles. Adem¨¢s del da?o causado a las v¨ªctimas, lo ocurrido escandaliza a la sociedad espa?ola, incluyendo a los cat¨®licos. Los obispos de EE UU, Francia y Alemania decidieron libremente hace a?os encargar a organismos independientes la investigaci¨®n veraz y acreditada que aqu¨ª ha asumido EL PA?S.
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