Parlamentarismo t¨®xico
La frivolidad en pol¨ªtica es renunciar a hacerte cargo del todo y regirse por ese qu¨¦ hay de lo m¨ªo que hace tiempo que campa a sus anchas entre divisiones territoriales, intereses espurios y la extra?a actitud suicida del PP
Todo fracaso o ¨¦xito democr¨¢tico es fruto de una determinada cultura pol¨ªtica com¨²n. En el caso de la reforma laboral, Ant¨®n Costas, catedr¨¢tico de econom¨ªa, lo explic¨® con elocuencia: ¡°Lo m¨¢s relevante de la reforma es el camino para alcanzarla¡±. El camino fue el di¨¢logo y la concertaci¨®n, y a la vista de lo sucedido en el Congreso es evidente que ninguna forma parte hoy de nuestra cultura pol¨ªtica. Hay un tipo de legitimidad que se produce en el proceso democr¨¢tico mediante el di¨¢logo (afr...
Todo fracaso o ¨¦xito democr¨¢tico es fruto de una determinada cultura pol¨ªtica com¨²n. En el caso de la reforma laboral, Ant¨®n Costas, catedr¨¢tico de econom¨ªa, lo explic¨® con elocuencia: ¡°Lo m¨¢s relevante de la reforma es el camino para alcanzarla¡±. El camino fue el di¨¢logo y la concertaci¨®n, y a la vista de lo sucedido en el Congreso es evidente que ninguna forma parte hoy de nuestra cultura pol¨ªtica. Hay un tipo de legitimidad que se produce en el proceso democr¨¢tico mediante el di¨¢logo (afrontar toda discusi¨®n con el compromiso de neutralizar cualquier inter¨¦s que no sea el de buscar el consenso) que habla de la relevancia del c¨®mo en ese camino que describ¨ªa el profesor Costas.
Es desolador comprobar que lo logrado mediante el di¨¢logo es casi un espejismo bajo el fango de la ret¨®rica del Congreso. La sofisticaci¨®n de una explicaci¨®n razonada de la legitimidad del acuerdo entre patronal, sindicatos y gobierno contrasta brutalmente con el espect¨¢culo ofrecido por sus se?or¨ªas. El nivel de mal gusto e inanidad quiz¨¢ se expliquen por su imposibilidad para integrar los intereses generales en sus decisiones partidistas, pero el bien com¨²n no estaba, en este caso, en la estabilidad de la legislatura sino en el paquete de fondos europeos al que va ligada la reforma, y en las medidas pactadas para mejorar la vida material y la seguridad de la gente trabajadora. Esto no importa a Esquerra, quien, como demuestra con insistencia, prefiere estar fuera de las l¨®gicas de gobernabilidad de Espa?a, ni tampoco a un PNV sobre el que pes¨® el puro inter¨¦s electoralista. ?Y qu¨¦ me dicen del cainita comportamiento de la ministra Belarra, contraprogramando a la vicepresidenta D¨ªaz con el anuncio de un permiso de cuidado remunerado mientras aquella defend¨ªa la reforma ante la C¨¢mara? Quiz¨¢ tampoco tenga sentido analizar el oscuro episodio de los tr¨¢nsfugas de UPN y las complicidades de Vox y el PP, quienes aplaudieron al borde de la carcajada cuando cre¨ªan haber tumbado la propuesta y colapsado la legislatura: que la alternativa de gobierno no participe de los objetivos estrat¨¦gicos del Estado es un problema evidente.
La frivolidad en pol¨ªtica es renunciar a hacerte cargo del todo y regirse por ese qu¨¦ hay de lo m¨ªo que hace tiempo que campa a sus anchas entre divisiones territoriales, intereses espurios y la extra?a actitud suicida del PP. Recuerda a esa parte de Son¨¢mbulos donde Christopher Clark cuenta c¨®mo las grandes potencias europeas iban como zombis hacia la cat¨¢strofe de 1914. ¡°?Comprend¨ªan los protagonistas lo mucho que hab¨ªa en juego?¡±, se pregunta sobre un estallido b¨¦lico producido por frivolidad, por inconsistencia, por sonambulismo. La pregunta deber¨ªan contestarla aqu¨ª Esquerra y el PNV, pues nada se espera del cr¨®nico autismo ¨¦tico de Bildu, aunque ¡°sonambulismo¡± sea una palabra demasiado hermosa para describir el nivel de chusquer¨ªa de un Congreso convertido voluntariosamente en taberna, circo o frenop¨¢tico.