Hasta los cojones de todos nosotros
Lo siguen llamando democracia y sigue sin serlo, la crisis sigue siendo una estafa, siguen mandando los mercados aunque no los hayamos votado y seguimos siendo la primera generaci¨®n que vivir¨¢ peor que sus padres
En junio de 1873, Estanislao Figueras, presidente de la I Rep¨²blica, dimiti¨®. ¡°Se?ores, voy a serles franco: estoy hasta los cojones de todos nosotros¡±, cuentan que dijo antes de renunciar a su cargo, liar el petate y largarse a Francia. Y lleva persigui¨¦ndome toda la semana. La frase, no el pobre Estanislao, que en paz descanse.
Me vino a la cabeza con motivo de la votaci¨®n de la reforma laboral. Lo que aconteci¨® ya lo saben: dos diputados de UPN votaron en contra porque Yolanda D¨ªaz es la vicepresidenta de S¨¢nchez, el cual habr¨ªa pactado con Bildu, que a su vez tendr¨ªa relaciones con ETA. Uno del PP, por su parte, vot¨® a favor, no se sabe si por tonto o por listo.
Por la noche, mi pareja, que a veces sale en la tele, me contaba mientras cen¨¢bamos que los temas que hab¨ªa llevado preparados al plat¨®, incluida la reforma laboral, no le hab¨ªan valido de nada: se hab¨ªan pasado hora y pico hablando de los navarros y el diputado popular. Entre tanto foll¨®n, no hab¨ªa dado tiempo a comentar ni lo bueno ¡ªcomo, por ejemplo, que los contratos temporales solo puedan ser formativos o estructurales¡ª ni lo malo ¡ªno derogar algunos puntos clave de la reforma del PP, como el despido barato¡ª del proyecto de Yolanda D¨ªaz. Entonces volv¨ª a acordarme de los test¨ªculos de Figueras y de Pedro Herrero y Jorge San Miguel, no por sus colgajos sino por su libro: Extremo centro: El Manifiesto.
En ¨¦l se?alan que, en un primer momento, la hiperpolitizaci¨®n que vivimos en los ¨²ltimos a?os era positiva. Y claro que lo fue: los esc¨¢ndalos de la corrupci¨®n, la crisis econ¨®mica, que fue una estafa, que lo llamaran democracia cuando no lo era, que mandaran los mercados aunque no los hubi¨¦ramos votado y que fu¨¦ramos la primera generaci¨®n que vivir¨ªa peor que sus padres o la crisis territorial dieron como resultado una indignaci¨®n que canaliz¨® en la repolitizaci¨®n de la sociedad y en la ruptura del bipartidismo. Por el lado izquierdo y por el derecho.
Pero lo que ocurri¨® despu¨¦s, explican Herrero y San Miguel, fue que esa hiperpolitizaci¨®n no se articul¨®, en muchos casos, en plataformas civiles, cuerpos intermedios o causas concretas, sino mediante la polarizaci¨®n ideol¨®gica. Todo ello con la complicidad de los medios de comunicaci¨®n, especialmente de la tele. El resultado es que lo siguen llamando democracia y sigue sin serlo, que la crisis sigue siendo una estafa, que siguen mandando los mercados aunque no los hayamos votado y que seguimos siendo la primera generaci¨®n que vivir¨¢ peor que sus padres.
Pero, oye, al menos nos entretenemos llam¨¢ndonos fachas y rojos, o rojifachas, o fachirrojos los unos a los otros. Al menos sabemos que Iglesias se compr¨® un chaletaco, que Abascal no hizo la mili, que el perro de Rivera ol¨ªa a leche. La ¨²nica putada es que conocer al dedillo los salseos de pasillo del Congreso, o re¨ªrse de la ¨²ltima ocurrencia de Casado, no sirven de mucho cuando a uno le hacen un ERE y le pagan una miseria.
Entre tanto, lo raro es que ning¨²n tertuliano se plante en ning¨²n plat¨® y, emulando a Peter Finch en Network, se ponga a vocear eso de ¡°estoy harto y no pienso aguantarlo m¨¢s¡±. Que ning¨²n diputado recoja sus enseres, se haga un Estanislao y los mande a todos a la mierda. Cada cual, supongo, se gana el pan como puede.
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