A 50 a?os de las relaciones entre Argentina y China
Se nos ha se?alado como alineados a un bloque pol¨ªtico que s¨®lo existe en el imaginario de un extinto mundo bipolar
En estos d¨ªas, en la Argentina, conmemoramos la normalizaci¨®n ¨C como figura en el Comunicado Conjunto de febrero de 1972 - de las relaciones diplom¨¢ticas con la Rep¨²blica Popular China, dos a?os antes de que lo hiciera Espa?a.
Nuestras relaciones comerciales comenzaron sin embargo mucho antes. Casi veinte antes de aquel comunicado, en el contexto de lo que se conoc¨ªa como la Tercera Posici¨®n en materia internacional, el entonces presidente, Juan Domingo Per¨®n, se propuso explorar la posibilidad de proveer de granos a una China hambreada por a?os de guerra civil, debido al bloqueo comerc...
En estos d¨ªas, en la Argentina, conmemoramos la normalizaci¨®n ¨C como figura en el Comunicado Conjunto de febrero de 1972 - de las relaciones diplom¨¢ticas con la Rep¨²blica Popular China, dos a?os antes de que lo hiciera Espa?a.
Nuestras relaciones comerciales comenzaron sin embargo mucho antes. Casi veinte antes de aquel comunicado, en el contexto de lo que se conoc¨ªa como la Tercera Posici¨®n en materia internacional, el entonces presidente, Juan Domingo Per¨®n, se propuso explorar la posibilidad de proveer de granos a una China hambreada por a?os de guerra civil, debido al bloqueo comercial derivado de la guerra de Corea, y al aislamiento pol¨ªtico internacional en el marco de la Guerra Fr¨ªa. En 1953 se concret¨® el primer contrato de provisi¨®n de cereales argentinos a la Corporaci¨®n China de Comercio Exterior.
No es dif¨ªcil establecer cierto paralelo entre esa decisi¨®n y la tomada en 1946, de proveer de 700 mil toneladas de trigo a una Espa?a, como China, tambi¨¦n entonces empobrecida y aislada. Ambas correspond¨ªan a la idea de una Argentina necesitada de comerciar con todo el mundo, sin dejarse arrastrar por preferencias ideol¨®gicas ni por decisiones tomadas por grandes potencias en persecuci¨®n de sus intereses.
En el caso de Espa?a, no pas¨® mucho tiempo antes de que un cambio en esas decisiones reinsertase al pa¨ªs en el bloque occidental y se diera la venia para terminar con el bloqueo. La actitud del Gobierno argentino de entonces de resistir un castigo injusto al pueblo espa?ol, cualquiera fuera su gobierno, hab¨ªa sido correcta.
En cambio, en el caso de China hubo que esperar un par de d¨¦cadas hasta que los pa¨ªses de nuestra regi¨®n pudieran establecer o restablecer relaciones con el gobierno de Pek¨ªn. M¨¦xico fue el primero. Hasta ese momento el contexto internacional, traducido en feroces campa?as ¡°anticomunistas¡± y, como hoy, en amenazas de quedar ¡°fuera del mundo¡±-una cr¨ªtica usual hoy en mi pa¨ªs- hac¨ªan muy dif¨ªcil avanzar en un camino de relaciones independientes. Es curioso: en aquellos a?os de la posguerra el Gobierno peronista era acusado de nazi fascista. A ra¨ªz del viaje que hace unas semanas realizamos a Mosc¨² y a Pek¨ªn, el Presidente de la Naci¨®n, Alberto Fern¨¢ndez, y su equipo de colaboradores se nos ha se?alado como alineados a un bloque pol¨ªtico que s¨®lo existe en el imaginario de un extinto mundo bipolar. Por eso no est¨¢ dem¨¢s que recordemos y valoremos aquellos hitos.
La China de 1972 respond¨ªa por menos del 3% del PBI mundial, la de 2022 explica m¨¢s del 18%. En estos 50 a?os el intercambio comercial con Argentina pas¨® de representar el 0,01% al 14% del comercio exterior argentino, aunque nuestras exportaciones a China solo explican el 8% del total exportado. Nuestro pa¨ªs provee a China s¨®lo el 0,3% de todo lo que ella compra en el mundo. En alimentos, excluyendo forrajes, esa participaci¨®n alcanza apenas un 3%. La inversi¨®n extranjera directa de origen chino ya representa el 11% del stock de inversi¨®n mundial, pero representa un magro 1,3% del stock de inversi¨®n extranjera directa en Argentina. M¨¢s all¨¢ de las dificultades de comparaci¨®n, la brecha es significativa.
Esta historia y estas cifras explican por qu¨¦ nuestro Presidente fue a China. Existe un espacio inmenso para que nuestras empresas, muchas de ellas representantes de las econom¨ªas regionales, lo ocupen atendiendo, quiz¨¢s no todo el mercado chino, pero s¨ª ciudades y provincias cuya poblaci¨®n y econom¨ªas superan en casi todos los casos la de todo nuestro territorio.
Es cierto ¨C como mencionaba un reciente editorial de EL PA?S- que mi pa¨ªs atraviesa una dif¨ªcil situaci¨®n financiera. Pero s¨®lo uno de los temas de la visita -la posibilidad de ampliaci¨®n de un swap de monedas ¨C puede ser vinculado a ese problema. Tanto la firma del Memor¨¢ndum sobre la Franja y la Ruta como los convenios en materia de proyectos e inversiones en infraestructura y energ¨ªa poco podr¨ªan hacer por solucionar ese problema en lo inmediato. S¨ª tienen que ver. en cambio, con la contribuci¨®n que a mediano y largo plazo pueden hacer para reducir nuestras importaciones de gas, para facilitar la salida de nuestras exportaciones, para salvar a?ejas dificultades en nuestra red de transporte. Los mismos problemas que quisi¨¦ramos enfrentar con la ayuda de quienes siguen siendo nuestras principales fuentes de inversi¨®n directa extranjera: Estados Unidos y Espa?a.
En las pr¨®ximas semanas esperamos despejar nuestro horizonte de pagos de la deuda. Tal como ocurri¨® despu¨¦s de las crisis de 2001 y de 2008, el potencial productivo del pa¨ªs, sus ventajas ¨²nicas en materia de provisi¨®n de alimentos, de equipos y tecnolog¨ªa agropecuaria y, ¨²ltimamente, su empuje como exportador de servicios basados en el conocimiento, son los que generar¨¢n los flujos de fondos para pagar las inversiones. Nadie puede seriamente esperar que ellas puedan pagarse con supuestos alineamientos geopol¨ªticos o con expresiones de simpat¨ªa mutua. Por si quedan dudas, tampoco con bases militares.
Para terminar con los fantasmas: durante la visita a Pek¨ªn y desde el comienzo de nuestra gesti¨®n hemos tenido presente¡ªy as¨ª se refleja en los documentos firmados¡ª que el v¨ªnculo con China tome en cuenta la f¨®rmula usual que incluyen las contrapartes chinas: todos los acuerdos deben basarse en ¡°la igualdad y el beneficio mutuo¡±. Para nosotros eso no es una f¨®rmula de cortes¨ªa. Tenemos claro que no podemos limitarnos a ser proveedores de un pu?ado de productos con escaso valor agregado y diferenciaci¨®n, tenemos claro que no debemos ser simples compradores de plantas ¡°llave en mano¡± y que, tal como lo sugiere el propio Libro Blanco del gobierno de China respecto a sus v¨ªnculos con Am¨¦rica Latina, debemos ¡°ampliar y equilibrar el comercio bilateral y optimizar la estructura comercial, con el objetivo de promover el desarrollo conjunto¡±.
Con estos objetivos en mente, hemos firmado la Iniciativa de la Franja y de la Ruta. Argentina tiene todos los recursos y las capacidades para desarrollar proyectos conjuntos que incluyan significativamente trabajo y tecnolog¨ªa argentinos. No pensamos subcontratar con nadie nuestro desarrollo.
En aquellas primeras tratativas de los a?os cincuenta el peronismo en el Gobierno conceb¨ªa una Argentina integrada al mundo, pero no tributaria de ning¨²n polo de poder.
Por eso, tambi¨¦n, fuimos a China.