La vida en Rusia sin Big Mac
El pa¨ªs est¨¢ al borde de la quiebra y, a diferencia de 1990, cuando los sovi¨¦ticos estallaban en manifestaciones para lograr independencia y democracia, hoy est¨¢n sometidos, encerrados, desinformados, dormidos
Un vistazo a Google Maps arroja hoy 18 McDonald¡¯s en Mosc¨², pero los que pudimos vivir la perestroika recordamos la apertura del primero, en la bell¨ªsima plaza Pushkin, como una de las escenas m¨¢s ic¨®nicas del derrumbe del comunismo. La historia se escribe a golpe de guerras y revoluciones cuando tal vez deber¨ªa escribirse al calor de cosas como la llegada del pan gomoso y el k¨¦tchup.
Mija¨ªl Gorbachov a¨²n gobernaba un imperio que se ca¨ªa a trozos y los j¨®venes se api?aban a comprar un Big Mac por tres rub...
Un vistazo a Google Maps arroja hoy 18 McDonald¡¯s en Mosc¨², pero los que pudimos vivir la perestroika recordamos la apertura del primero, en la bell¨ªsima plaza Pushkin, como una de las escenas m¨¢s ic¨®nicas del derrumbe del comunismo. La historia se escribe a golpe de guerras y revoluciones cuando tal vez deber¨ªa escribirse al calor de cosas como la llegada del pan gomoso y el k¨¦tchup.
Mija¨ªl Gorbachov a¨²n gobernaba un imperio que se ca¨ªa a trozos y los j¨®venes se api?aban a comprar un Big Mac por tres rublos tras esperar largas horas en competencia con sus babushkas, las abuelas, que hac¨ªan colas kilom¨¦tricas cerca de all¨ª para comprar productos de primera necesidad. Las colas j¨®venes eran alegres, sab¨ªan lo que hab¨ªa al final. Las de las abuelas pod¨ªan ser angustiosas, nunca sab¨ªan si al llegar a la estanter¨ªa les iban a dar zapatos o huevos, pero hab¨ªa que hacerlas para subsistir. Con eso y con las patatas y pepinillos encurtidos tra¨ªdos del pueblo.
La econom¨ªa se estaba estrangulando, lo viejo mor¨ªa y lo nuevo consist¨ªa en el espejismo de esa hamburgueser¨ªa que representaba todo lo que hab¨ªa rechazado el r¨¦gimen durante tantas d¨¦cadas. En aquel parpadeo de la historia que fue la etapa de Gorbachov, la ilusi¨®n de la apertura se ali?aba con mostaza.
Despu¨¦s vino el capitalismo salvaje, la entrada en tropel de todas las multinacionales extranjeras, pero, sobre todo, el saqueo de lo p¨²blico, el enriquecimiento de unos pocos y el colapso de unas clases trabajadoras e ilustradas que ya nada pod¨ªan alcanzar con sus 200 rublos de sueldo. La econom¨ªa rusa es hoy, 30 a?os despu¨¦s, la foto de una inmensa desigualdad.
Cuando estos d¨ªas empresas como McDonald¡¯s, Starbucks, Coca-Cola o Pepsi siguen los pasos de Mango, Zara y tantos buques insignia del capitalismo que se van, no se est¨¢ apagando un s¨ªmbolo de la apertura salvaje y fracasada, pero ilusionante para aquellos j¨®venes, sino encendiendo la alarma de un tiempo que volver¨¢ a ser oscuro para las babushkas de a pie. Quien tiene dinero ya no podr¨¢ sacar m¨¢s de 10.000 d¨®lares, as¨ª que imaginemos c¨®mo lo pasar¨¢ quien no lo tiene.
Rusia est¨¢ al borde de la quiebra y, a diferencia de 1990, cuando los sovi¨¦ticos estallaban en manifestaciones por todos los rincones del pa¨ªs para lograr sus independencias y su democracia, hoy est¨¢n sometidos, encerrados, desinformados, dormidos. M¨¢s cerca de Corea del Norte que de la libertad.