Sanciones contra Rusia: lecciones del pasado
La anexi¨®n de Crimea en 2014 ya puso a Estados Unidos y la Uni¨®n Europea ante la tesitura de c¨®mo reaccionar ante Vlad¨ªmir Putin. Lo sucedido entonces sirve de gu¨ªa para responder a los pasos que se van dando estos d¨ªas con la invasi¨®n de Ucrania
Uno de los mayores ejemplos en materia de cooperaci¨®n transatl¨¢ntica que presenci¨¦ durante mi mandato como embajador de Estados Unidos ante la Uni¨®n Europea en 2014-2017 fue la imposici¨®n y renovaci¨®n peri¨®dica de sanciones contra Rusia tras su invasi¨®n de Crimea en 2014. Aunque hay lecciones ¨²tiles que pueden aplicarse a partir de esa experiencia, las sanciones que Estados Unidos, la UE y sus aliados est¨¢n aplicando ahora van mucho m¨¢s all¨¢ de lo que hicieron hace ocho a?os en amplitud, rapidez y eficacia.
Ayuda en esta crisis el hecho de que muchos de los principales funcionarios de la Administraci¨®n Biden desempe?aron un papel destacado en la crisis anterior. Recuerdo la frustraci¨®n del entonces vicepresidente Biden por la lentitud y la penosa gradualidad de las sanciones que se aplicaron. Estados Unidos y la UE tardaron seis meses en ir m¨¢s all¨¢ de las sanciones puntuales, en gran parte prohibiciones de viaje y congelaci¨®n de activos a unos pocos funcionarios y miembros del c¨ªrculo ¨ªntimo de Vlad¨ªmir Putin. Solo despu¨¦s del derribo del avi¨®n de Malaysian Airlines en julio de 2014, con la p¨¦rdida de muchas vidas europeas, aplicamos por fin sanciones econ¨®micas sectoriales, incluso a algunos sectores de la energ¨ªa y los servicios financieros.
Aunque el desplome de los precios del petr¨®leo y del gas en los mercados mundiales perjudic¨® m¨¢s a Putin que nuestras sanciones, no me cabe duda de que las sanciones supusieron un alto coste. El problema es que el coste no fue lo suficientemente alto. Rusia sigui¨® teniendo acceso a la tecnolog¨ªa occidental; las empresas energ¨¦ticas extranjeras siguieron invirtiendo en proyectos energ¨¦ticos rusos; las empresas rusas siguieron teniendo acceso a los mercados de capitales occidentales. Es m¨¢s, el presidente Obama insisti¨® repetidamente en que las sanciones fueran graduales y partieran de una base baja, dando a Putin muchas oportunidades para encontrar una salida que le salvara la cara, a pesar de las repetidas pruebas de que Putin har¨ªa caso omiso. Y Obama bloque¨® repetidamente cualquier propuesta de proporcionar armas letales a los ucranios. Esa es una de las razones por las que Putin se equivoc¨® dram¨¢ticamente ahora al pensar que una invasi¨®n a gran escala de Ucrania no paralizar¨ªa a Rusia.
No obstante, Estados Unidos fue quien marc¨® el ritmo de las sanciones y su severidad, a menudo en contra de los recelos europeos. En varias ocasiones, Washington tuvo que endurecer la decisi¨®n de la UE amenazando con actuar unilateralmente. Algunos Estados miembros estaban m¨¢s preocupados por la p¨¦rdida de mercados de exportaci¨®n relativamente peque?os que por enfrentarse a Mosc¨². La Comisi¨®n Europea no pudo actuar con mayor rapidez debido a las agrias disputas entre los Estados miembros de la UE sobre el ¡°reparto de la carga¡±, es decir, la necesidad de distribuir de forma m¨¢s equitativa el dolor de las contrasanciones rusas.
Un ¨¦xito clave de la crisis de 2014, y una lecci¨®n importante para la crisis actual, es que la unidad transatl¨¢ntica debe mantenerse. Tuvimos debates activos sobre el alcance y la rapidez de los movimientos. A veces no est¨¢bamos de acuerdo sobre qu¨¦ sectores atacar porque la exposici¨®n relativa de las econom¨ªas estadounidense y europea a Rusia es naturalmente diferente. Las empresas alemanas e italianas estaban especialmente dispuestas a seguir haciendo negocios como siempre. Muchos en Europa sospechaban que Washington estaba m¨¢s dispuesto a golpear duro y r¨¢pido porque la econom¨ªa y las empresas estadounidenses tienen una exposici¨®n limitada a Rusia. Esta conclusi¨®n era correcta solo en parte: algunas empresas estadounidenses, especialmente en el sector energ¨¦tico, sufrieron un impacto significativo de nuestras sanciones.
A pesar de estos desacuerdos, EE UU y Europa siempre han recordado el adagio zul¨²: ¡°si quieres ir r¨¢pido camina solo, pero s¨ª quieres llegar lejos ve acompa?ado¡±. Para que las sanciones tengan ¨¦xito, deben ser amplias, incluyendo no solo a EE UU y la UE, sino tambi¨¦n a grandes econom¨ªas como Jap¨®n, Corea del Sur, Canad¨¢ y centros financieros como Suiza. Si no hubi¨¦ramos mantenido la unidad transatl¨¢ntica al tiempo que avanz¨¢bamos de forma independiente en materia de sanciones, nos habr¨ªamos metido un gol en propia meta y habr¨ªamos dado a Putin una importante victoria.
Esta crisis es de una magnitud totalmente diferente y, por lo tanto, ha justificado un aumento considerable de las sanciones. Es natural que EE UU y la UE hayan tomado muchas medidas que no se atrevieron a tomar en 2014. La velocidad y la unidad de las sanciones transatl¨¢nticas han sido ejemplares, superando con creces todo lo esperado.
Algunas de las medidas adoptadas en Europa son verdaderamente hist¨®ricas. He seguido los asuntos europeos durante tres d¨¦cadas, pero nunca imagin¨¦ que la UE proporcionar¨ªa 500 millones de euros en armas y otras ayudas al ej¨¦rcito ucranio. Nunca imagin¨¦ que Alemania renunciar¨ªa a d¨¦cadas de pol¨ªtica exterior para proporcionar una importante ayuda militar letal a Ucrania y cumplir r¨¢pidamente sus obligaciones como miembro de la OTAN de gastar el 2% de su PIB en defensa. Europa se ha puesto a la altura de este momento.
Pero se podr¨ªa hacer mucho m¨¢s. Tal vez Estados Unidos y la UE est¨¦n estudiando la posibilidad de cortar el acceso de Rusia a las bolsas de criptomonedas; terminar con el estatus de most favoured nation de Rusia en la OMC; prohibir la importaci¨®n de petr¨®leo de Rusia; tomar medidas contra los facilitadores de los oligarcas en la lista de sanciones, incluyendo banqueros, abogados y consultores; forzar una mayor transparencia en los registros corporativos para que los oligarcas no puedan ocultar sus activos en una red de complejas participaciones a trav¨¦s de los para¨ªsos fiscales; y, quiz¨¢s lo m¨¢s importante, tomar medidas m¨¢s agresivas contra los bancos rusos y los gigantes de la energ¨ªa.
Hace apenas unos d¨ªas, la Agencia Internacional de la Energ¨ªa public¨® un plan de 10 puntos de obligada lectura para reducir la dependencia de la UE del gas natural ruso. El plan permitir¨ªa que las importaciones de gas ruso por parte de la UE se redujeran en 50.000 millones c¨²bicos en un a?o y llegaran a cero en 2030. Esto requerir¨¢ un gran esfuerzo, no s¨®lo para acelerar el despliegue de la energ¨ªa e¨®lica y solar, sino tambi¨¦n para introducir obligaciones m¨ªnimas de almacenamiento de gas y sustituir el gas ruso por fuentes alternativas. Una de las principales lecciones de la crisis de 2014 es que la UE no hizo lo suficiente para diversificar las importaciones de gas ruso.
Es importante tener en cuenta una ¨²ltima lecci¨®n. Esta crisis no ser¨¢ gratuita ni para la UE ni para Estados Unidos. Los consumidores se ver¨¢n afectados por el aumento de los precios de la energ¨ªa y de algunas materias primas. Se perder¨¢n algunos mercados de exportaci¨®n. Los l¨ªderes de nuestros pa¨ªses tendr¨¢n que ser muy honestos con sus electores sobre lo que est¨¢ en juego aqu¨ª, no solo para Ucrania sino para nuestra propia seguridad. Hay pocas dudas de que Putin no s¨®lo quiere borrar del mapa a una Ucrania independiente, sino que quiere reescribir todo el orden de la posguerra. Eso podr¨ªa incluir nuevas amenazas para el B¨¢ltico y Europa Central. La unidad transatl¨¢ntica en este largo y dif¨ªcil camino sigue siendo primordial.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.