Debates para una guerra
Hay que profundizar en la idea de defensa, asumir los costes presentes y futuros y ser conscientes del modelo social por el que se apuesta en este contexto global

La pr¨¢ctica totalidad de la poblaci¨®n espa?ola nunca ha vivido una guerra. M¨¢s a¨²n: en las ¨²ltimas d¨¦cadas los asuntos militares hab¨ªan ido quedando orillados en las preocupaciones sociales y en la conversaci¨®n p¨²blica. El movimiento antimilitarista consigui¨® ¡ªde la mano de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, parad¨®jicamente¡ª acabar con el servicio militar obligatorio en el a?o 2001, avanzando as¨ª en una desmilitarizaci¨®n de la sociedad similar a la que se daba en pa¨ªses de nuestro entorno. Quienes tienen menos de 50 a?os apenas han dedicado lecturas, formaci¨®n ni debates a la estrategia militar, la tecnolog¨ªa b¨¦lica o la econom¨ªa de guerra. ?Afortunadamente!
Ahora, la invasi¨®n de Ucrania nos sumerge en esa conversaci¨®n, para la que no estamos preparados, entrenados ni armados. Y lo hace de forma abrupta al proponerse ¡ªen cumplimiento de compromisos previos con la OTAN¡ª el aumento del presupuesto en Defensa hasta el 2% del PIB, y con la incertidumbre de qu¨¦ otras medidas habr¨¢ que adoptar si el conflicto se alarga.
Hay que recordar que Espa?a es, seg¨²n datos de Pew Research, el segundo pa¨ªs de la UE con mayor porcentaje de ciudadanos con opiniones desfavorables a la OTAN, y que en el imaginario de parte de la izquierda, fundamentalmente de quienes sobrepasan los 60 a?os, a¨²n duele el refer¨¦ndum perdido. Los valores pacifistas est¨¢n extendidos y asumidos hace varias generaciones y forman parte de la cultura pol¨ªtica democr¨¢tica que se ha ido asentando.
Ante los primeros anuncios de incremento de los presupuestos para Defensa, la reacci¨®n de la derecha ha sido tan entusiasta como cr¨ªtica la de la izquierda antimilitarista. Estando como estamos forzados por una crisis b¨¦lica, la sociedad espa?ola necesita abrir tal debate con honestidad, pluralidad y amplitud de miras, abriendo tambi¨¦n el mel¨®n de la fiscalidad. Hay que profundizar en la idea de defensa, abordar qu¨¦ es lo que estamos dispuestos a defender y a qu¨¦ precio, asumir los costes presentes y futuros, y ser conscientes del modelo social por el que se apuesta en este contexto global, donde la frontera entre la pol¨ªtica interior y la exterior es m¨¢s fina que nunca y emerge un nuevo orden econ¨®mico mundial. Todo ello, asumiendo que ning¨²n Gobierno se forra recaudando impuestos, como irresponsablemente afirm¨® Alberto N¨²?ez Feij¨®o, sino que recauda para invertir de acuerdo a una propuesta pol¨ªtica refrendada antes en las urnas y acordada en el Parlamento.
Esta maldita guerra obliga a revisar los modelos en vigor. De ah¨ª la importancia de hacerlo desde un debate plural que comprometa a todos los actores sociales: al Gobierno, pero tambi¨¦n al mundo del conocimiento, al conjunto de la sociedad o a los medios de comunicaci¨®n en su funci¨®n de articuladores de la conversaci¨®n p¨²blica. Si no es as¨ª, conforme las dificultades arrecien las discrepancias pueden convertirse en enormes brechas para regocijo de quienes quieren capitalizar el cabreo.
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