A un soplo de viento
Los refugiados saharauis solo guardan para Espa?a un eterno agradecimiento. A pesar del abandono de nuestras instituciones. Aunque su causa, que es la nuestra, sea traicionada por nuestros gobiernos
A mi hijo, que va a cumplir nueve meses, le encantan dos cosas: los curruscos de pan y la gr¨²a de la obra que hay enfrente de casa. Cuando apenas ha amanecido, abre el ojo y lo primero que mira es la ventana de nuestro cuarto, para comprobar que la gr¨²a sigue ah¨ª. Si se mueve, y casi siempre a esas horas se mueve, mi hijo se emociona y empieza a agitar los brazos y a balbucear.
En esas and¨¢bamos el martes pasado cuando me di cuenta de que al cristal le hab¨ªan puesto un filtro color sepia. ...
A mi hijo, que va a cumplir nueve meses, le encantan dos cosas: los curruscos de pan y la gr¨²a de la obra que hay enfrente de casa. Cuando apenas ha amanecido, abre el ojo y lo primero que mira es la ventana de nuestro cuarto, para comprobar que la gr¨²a sigue ah¨ª. Si se mueve, y casi siempre a esas horas se mueve, mi hijo se emociona y empieza a agitar los brazos y a balbucear.
En esas and¨¢bamos el martes pasado cuando me di cuenta de que al cristal le hab¨ªan puesto un filtro color sepia. Era la calima de la que mi padre me hab¨ªa avisado el d¨ªa anterior, pero no la imaginaba as¨ª, aunque la verdad es que ¨²ltimamente la realidad se est¨¢ poniendo hiperb¨®lica.
Seg¨²n me respondi¨® Google en su secci¨®n de noticias destacadas cuando busqu¨¦ ¡°calima¡±, ven¨ªa del desierto del S¨¢hara. Lo que no aparec¨ªa apenas si uno enlazaba b¨²squedas y googleaba ¡°S¨¢hara¡± era que unos d¨ªas antes, en ese mismo desierto, distintos medios saharauis hab¨ªan denunciado un bombardeo con drones sobre edificios civiles. La prensa espa?ola no lo hab¨ªa cubierto, como tampoco cubri¨® apenas que el pasado noviembre, un ni?o saharaui muri¨® en la regi¨®n de Ag¨¹enit, en el S¨¢hara Occidental, la misma en la que se denunciaba ahora este ataque. El cr¨ªo, de 15 a?os, habr¨ªa sido v¨ªctima de un dron marroqu¨ª, seg¨²n las informaciones de ?quipe M¨¦dia.
La arena sobre la que muri¨® fue la misma que cubri¨® esta semana las lunas de nuestros coches. Durante algunos d¨ªas de diciembre de 2016, esos granos diminutos se me colaron en las orejas y en la nariz, en los calcetines y en las mantas con las que me arropaba. Con la primera paga doble de mi vida, me fui a los campamentos de refugiados saharauis de Tinduf para reencontrarme, 20 a?os despu¨¦s, con Fatma y Lehbib, los ni?os que acog¨ªamos en casa durante los veranos de mi infancia.
Como yo, ya eran casi treinta?eros, as¨ª que en lugar de jugar al bal¨®n hablamos de algunas cosas. De Dios, de la familia, de c¨®mo hab¨ªa sido para ellos nacer y crecer en una tierra que no era la suya o de que solo conoc¨ªan su pa¨ªs por los relatos de sus padres y abuelos, que se vieron forzados a huir de all¨ª con la Marcha Verde. De crecer so?ando, como escrib¨ªa Marcos Ana, con ¡°un horizonte sin cerradura y sin llave¡±. Y de que para Espa?a solo ten¨ªan, para mi sorpresa, un eterno agradecimiento. A pesar del abandono de nuestras instituciones. Aunque su bandera no aparezca en la solapa de la chaqueta de nuestros pol¨ªticos ni de nuestros presentadores de televisi¨®n. Aunque su causa, que es la nuestra, sea traicionada por nuestros gobiernos: este mismo viernes, S¨¢nchez abandonaba a los saharauis en manos del pa¨ªs que los bombardea.
Los m¨¢s viejos de por all¨ª a¨²n conservan sus pasaportes espa?oles y los muestran con orgullo. Como la de Fatma y Lehbib, varias generaciones de saharauis no han pisado su pa¨ªs, no han vivido m¨¢s realidad que la de los campamentos de refugiados. Pero grandes y peque?os a¨²n hablan nuestra lengua, cantan nuestras canciones, se emocionan con los goles de nuestros equipos. Nosotros, sin embargo, hemos olvidado que hace menos de 50 a?os eran espa?oles. Que de ellos, como nos ha recordado la calima esta semana, nos separa tan solo un soplo de viento.