Estos tambi¨¦n huyen
Daniel Ortega ha forzado a decenas de miles de nicarag¨¹enses a un ¨¦xodo sin precedentes. Tratan de llegar por todos los medios y a pesar de todos los riesgos a Estados Unidos
En este tramo de la carretera que cruza el desierto de Coahuila hay un reguero de mochilas de todos los colores, cobijas y piezas de ropa, al pie de las puertas abiertas de un furg¨®n de carga. All¨ª iban encerrados, a una temperatura infernal, 64 migrantes centroamericanos con destino a Estados Unidos. El s¨¢bado 5 de marzo, cerca del poblado de Monclova, y cuando faltaban 300 kil¨®metros de recorrido, fueron abandonados por los coyotes con los que hab¨ªan contratado el viaje en la ciudad de M¨¦xico.
Clorinda Alarc¨®n, nicarag¨¹ense, ten¨ªa apenas 20 a?os, y 8 meses de embarazo. La madrugada de...
En este tramo de la carretera que cruza el desierto de Coahuila hay un reguero de mochilas de todos los colores, cobijas y piezas de ropa, al pie de las puertas abiertas de un furg¨®n de carga. All¨ª iban encerrados, a una temperatura infernal, 64 migrantes centroamericanos con destino a Estados Unidos. El s¨¢bado 5 de marzo, cerca del poblado de Monclova, y cuando faltaban 300 kil¨®metros de recorrido, fueron abandonados por los coyotes con los que hab¨ªan contratado el viaje en la ciudad de M¨¦xico.
Clorinda Alarc¨®n, nicarag¨¹ense, ten¨ªa apenas 20 a?os, y 8 meses de embarazo. La madrugada del 12 de febrero hab¨ªa salido de su lejana comunidad del Hormiguero, en el mineral de Siuna, junto con su esposo Pedro Manzanares, una ni?a de tres a?os, y su hermano Saturnino. Vendieron la casa y sus enseres, y todo quedaba atr¨¢s en sus vidas. La noche del viernes 4 de marzo ella llam¨® desde alg¨²n lugar de Coahuila a Cenia, su hermana mayor, para decirle que se iban acercando a la frontera.
¡°Eran las dos de la tarde¡±, cuenta Pedro, cuando se dieron cuenta de que los coyotes los hab¨ªan abandonado en medio de la nada porque el furg¨®n no se mov¨ªa. ¡°Est¨¢bamos m¨¢s muertos que vivos, casi todos desmayados por la asfixia, y entonces decidimos abrir un hoyo en la parte trasera del tr¨¢iler y sacamos a un chavalo delgado para que pudiera abrir por fuera porque si no nos hubi¨¦ramos ahogado toditos¡±. En la angustia por salir, pisotearon el vientre de Clorinda, que se hab¨ªa ca¨ªdo. Muri¨® en el hospital al segundo d¨ªa, v¨ªctima de ¡°s¨ªndrome de disfunci¨®n multiorg¨¢nica¡±. El ni?o tambi¨¦n. ¡°Muerte fetal¡±, declararon los m¨¦dicos.
El viernes 4 de marzo, la noche en que Clorinda habl¨® con su hermana Cenia por ¨²ltima vez, otro grupo de migrantes buscaba atravesar las aguas del r¨ªo Bravo cerca de Piedras Negras, tambi¨¦n en el Estado de Coahuila. En la oscuridad, metidos en la corriente hasta la cintura, hac¨ªan una cadena con las manos para evitar ser arrastrados.
Ang¨¦lica Silva, que hab¨ªa hecho el azaroso viaje a lo largo de semanas desde Nicaragua, formaba parte de la cadena, y uno de los hombres que cruzaba con ella le hab¨ªa hecho el favor de cargar a su ni?a de cuatro a?os, Ang¨¦lica Mariel. Casi al alcanzar la orilla del otro lado, la madre fue arrebatada por la corriente, pero logr¨® alcanzar la otra orilla. El hombre fue arrastrado tambi¨¦n, y no pudo retener a la ni?a.
Es lo que ella cuenta a la emisora La Rancherita del Aire, desde Eagle Pass, en Texas. Escuch¨® a la ni?a gritar pidiendo auxilio, pero que por alguna raz¨®n crey¨® que la hab¨ªan rescatado del lado mexicano.
Al fin la encontr¨®, aguas abajo, la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos. Fue identificada por la vestimenta que llevaba, una licra de color negro y una blusa de botones rosados y medias del mismo color. A la madre le fue concedido asilo pol¨ªtico. Su intenci¨®n era llegar a Miami, donde tiene familiares. Ahora debi¨® seguir el viaje sola.
Gabriela Espinoza, de 32 a?os, originaria de Managua, tambi¨¦n pereci¨® en las aguas del r¨ªo Bravo el 21 de marzo. Seg¨²n la Voz de Coahuila, un pescador intent¨® in¨²tilmente rescatarla mientras era arrastrada por la corriente.
Hab¨ªa iniciado su viaje el 15 de febrero. Quer¨ªa reunir dinero para mejorar la vida de su madre, Mar¨ªa Mercedes Espinoza, due?a de una pulper¨ªa. ¡°?Para qu¨¦ te vas a ir, mi hijita? Me est¨¢s dejando ya vieja de 71 a?os, mejor qu¨¦date conmigo, sos mi ¨²nica hija mujer¡±, le suplic¨®, pero no pudo hacerla desistir. ¡°Ella quer¨ªa que yo viviera como una reina¡±, dice do?a Mar¨ªa Mercedes.
No sab¨ªan en la familia la suerte que hab¨ªa corrido en su viaje, hasta que su hermano Darwin recibi¨® en Facebook la solicitud de amistad de una desconocida. ¡°Ya desde ese momento sent¨ª algo en mi coraz¨®n, la acept¨¦, y la persona me mand¨® una foto de la c¨¦dula de Gabriela y me pregunt¨® que si era mi hermana, y entonces me dio la noticia de que se hab¨ªa ahogado¡±.
El cuerpo se encuentra ahora en una morgue en M¨¦xico y la repatriaci¨®n cuesta 7.000 mil d¨®lares, que la familia no tiene. Para pagar al coyote tuvieron que vender un solar.
Es un drama que se multiplica en miles de vidas. S¨®lo en diciembre de 2021 la Oficina de Aduanas y Protecci¨®n Fronteriza de Estados Unidos report¨® m¨¢s de 15.000 detenciones de nicarag¨¹enses que intentaban cruzar desde M¨¦xico, y en todo ese a?o la cifra lleg¨® a 87.000 personas.
En El Paso, Texas, los nicarag¨¹enses se entregan por centenares cada d¨ªa a las autoridades en la esperanza de recibir asilo, pero no todos tienen suerte, y muchos son rechazados y obligados a regresar a M¨¦xico. Y para llegar hasta los pasos fronterizos hay que exponerse a los enga?os de los coyotes, a extorciones de la polic¨ªa, a los secuestros por bandas criminales. Ocultos en bodegas, hacinados en furgones, por d¨ªas sin comer, ni ba?arse. Y el riesgo constante de la muerte.
Es un ¨¦xodo sin precedentes en la historia de Nicaragua, motivado cada vez m¨¢s por razones pol¨ªticas, adem¨¢s de las penurias econ¨®mica y la falta de empleo y de oportunidades. Huyen de la represi¨®n, del constante asedio policiaco, de la venganza gubernamental que se ceba en los que disienten y son vigilados en sus barrios, o en sus trabajos en los ministerios y entidades de gobierno. Haber estado presente en una marcha de protesta es ya un delito, opinar en las redes sociales tambi¨¦n. Decir algo contra el r¨¦gimen en un chat es suficiente para ser encarcelado.
Ahora que la atenci¨®n mundial se concentra en los miles que huyen de sus hogares en Ucrania, para librarse de las bombas ultras¨®nicas de Putin, no olvidemos a estos otros refugiados que huyen de una dictadura de la que s¨®lo se sabe muy de vez en cuando.