Represi¨®n, crisis econ¨®mica y aislamiento: el horizonte del nuevo mandato de Ortega
El presidente de Nicaragua enfrenta los pr¨®ximos cinco a?os sostenido en la violencia, con la condena de la comunidad internacional y con pocas posibilidades de un cambio pol¨ªtico
En un barrio obrero de Managua un peque?o grupo de personas baila al ritmo de canciones aleg¨®ricas al presidente Daniel Ortega. Han sacado altavoces a la calle y beben cervezas. Su felicidad, sin embargo, contrasta con la del resto del barrio y una ciudad, Managua, que el domingo luc¨ªa des¨¦rtica. Excepto los simpatizantes de Ortega, la mayor¨ªa de nicarag¨¹enses se encerr¨® en casa, como respuesta a una elecci¨®n que ha sido considerada una farsa por los opositores y la comunidad internacional y en las que Ortega particip¨® sin competencia y se dio por ganador antes incluso del recuento de votos. El silencio de las calles bien puede ser el pr¨®logo de los pr¨®ximos cinco a?os, en los que Ortega pretende mantenerse gobernando en el pa¨ªs centroamericano a fuerza de represi¨®n, acallando a los cr¨ªticos y reventando cualquier indicio de protesta. El comandante, que ha descendido del pedestal del mito revolucionario, se enfrenta, sin embargo, a una situaci¨®n complicada: la econom¨ªa retrocede, la pobreza no cede, la crisis sanitaria por la pandemia pasa factura y el r¨¦gimen se ve cada vez m¨¢s aislado internacionalmente. Sin los petrod¨®lares que llegaban puntales de Caracas, el modelo populista de Daniel Ortega se enfrenta al fracaso. El baile de sus seguidores puede convertirse en un amargo zapateo si el exguerrillero no da un cambio de tim¨®n.
A los analistas se les hace dif¨ªcil predecir el futuro inmediato de este pa¨ªs azotado por los desmanes de sus caudillos. Incluso es dif¨ªcil sacar conclusiones para quienes formaron parte del Frente Sandinista, trabajaron en el Gobierno revolucionario de los ochenta y todav¨ªa manten¨ªan relaciones con Ortega tras su regreso al poder en 2007. Lo conocen bien, s¨ª, y saben que Ortega no est¨¢ dispuesto a ceder el poder, pero tambi¨¦n est¨¢n claros que bajo el sistema actual se le hace muy complicado mantenerlo. ¡°Ortega cometi¨® el error m¨¢s grave, que es el haber suprimido las elecciones y lo hizo por el temor de que pod¨ªa perder. El s¨ªndrome de las elecciones de 1990 [cuando perdi¨® frente a Violeta Chamorro] est¨¢ presente en su cabeza. Pero al suprimirlas logra un mayor aislamiento internacional y se pone en condiciones de mayor debilidad, debido a la falta de legitimidad¡±, explica ?scar Ren¨¦ Vargas, soci¨®logo y economista.
Vargas dice que Ortega intentar¨¢ abrirse a un di¨¢logo, pero que en ¨¦l solo permitir¨¢ la participaci¨®n de los grandes capitales de Nicaragua, asustados por las amenazas de sanciones, la ca¨ªda de la inversi¨®n y el par¨®n econ¨®mico. Aunque Ortega se ha enfrentado abiertamente al sector empresarial, otrora su gran aliado, necesita de la bendici¨®n de las grandes fortunas, que estas sigan haciendo negocios y atrayendo capitales, para que su proyecto pol¨ªtico se mantenga a flote. ¡°Ortega necesita un di¨¢logo con los sectores del gran capital para tratar de redimir un poco el error pol¨ªtico que cometi¨®, pero, aunque lo logre, el proceso de implosi¨®n de su base social contin¨²a y continuar¨¢, porque la econom¨ªa del pa¨ªs no va a crecer de manera que permita crear empleos, lograr mejoras de salarios o reducir desigualdades¡±, analiza Vargas.
Ortega ha desatado desde junio una feroz cacer¨ªa de opositores. Han sido apresadas decenas de personas, incluidos siete aspirantes a la presidencia por la oposici¨®n. El propio d¨ªa de la votaci¨®n, la represi¨®n se mantuvo y organizaciones civiles denunciaron la detenci¨®n de al menos una docena de cr¨ªticos. Para el r¨¦gimen son presos a las que puede acudir a cambio de una negociaci¨®n que le d¨¦ alguna proyecci¨®n de cambio y apertura. ¡°Ortega intentar¨¢ establecer ¨ªndices m¨ªnimos de legitimidad y por eso buscar¨¢ el di¨¢logo con los empresarios. Pero ser¨¢ un di¨¢logo con mu?ecos de paja. Su objetivo es recuperar la inversi¨®n extranjera y establecer v¨ªas de entendimiento con sectores empresariales como las peque?as y medianas empresas, pero es dif¨ªcil que el modelo se sostenga, porque ¨¦stas son muy d¨¦biles¡±, explica el soci¨®logo Silvio Prado. ¡°En los pr¨®ximos a?os, veremos m¨¢s de lo mismo, pero tambi¨¦n se viene una mayor tensi¨®n, porque va a tratar de seguir reprimiendo la protesta social y lo hace porque sabe que no las tiene todas consigo¡±, agrega.
Para Ortega los empresarios son claves porque ellos pueden desarrollar un lobby que impida que se impongan nuevas sanciones al r¨¦gimen, principalmente de parte de Estados Unidos. El Congreso estadounidense aprob¨® de forma bipartidista la semana pasada una ley conocida como RENACER que le da al presidente Joe Biden amplios poderes para imponer fuertes sanciones, incluidos limitar los flujos de fondos otorgados por organismo multilaterales como el Banco Mundial, lo que se traducir¨ªa en un duro golpe para el Gobierno, dado que depende de esa llave para su financiamiento interno. ¡°Ser¨ªa duro para Ortega limitar los pr¨¦stamos internacionales, que le han permitido sobrevivir sin dinero ni inversi¨®n despu¨¦s del ca¨ªda de la ayuda de Venezuela¡±, argumenta el economista Vargas, quien hace referencia al grifo constante de petrod¨®lares administrados a discreci¨®n del mandatario y que le permitieron desarrollar una pol¨ªtica clientelista para hacerse con el favor de los grupos m¨¢s desfavorecidos. Se trata, seg¨²n investigaciones de la prensa nicarag¨¹ense, de m¨¢s de 4.000 millones de d¨®lares derramados en una d¨¦cada.
La ley RENACER tambi¨¦n permite a Biden sacar a Nicaragua del tratado de libre comercio con Estados Unidos, Centroam¨¦rica y Rep¨²blica Dominicana (Cafta), aunque para Vargas esto puede ser m¨¢s dif¨ªcil, porque se desatar¨ªa un verdadero terremoto econ¨®mico que afectar¨ªa los intereses de empresas extranjeras ¡ªincluidas estadounidenses¡ª que producen y venden con ventajas en Nicaragua. Tambi¨¦n podr¨ªa afectar, dice el analista, a los 125.000 empleos que se mantienen gracias a las zonas francas. ¡°Ortega sabe que la econom¨ªa es su tal¨®n de Aquiles. 2022 ser¨¢ un a?o muy dif¨ªcil y ¨¦l est¨¢ consciente de eso. La situaci¨®n econ¨®mica est¨¢ muy ligada a las condiciones pol¨ªticas que se pueden establecer¡±, dice Vargas. Y no hay nada m¨¢s asustadizo que los capitales, que pueden marcharse de un pa¨ªs cuando sienten que la estabilidad est¨¢ en riesgo.
Ortega debe enfrentarse, adem¨¢s del tema econ¨®mico, a la falta de legitimidad interna. Lejos del 75% con el que su Gobierno asegura que gan¨® los comicios, las encuestas le dan apenas un 19% de apoyo de parte de los nicarag¨¹enses, el porcentaje m¨¢s bajo desde que regres¨® al poder en 2007. El desgaste se ha dado por la dura situaci¨®n pol¨ªtica, el deterioro de la econom¨ªa y el mal manejo de la pandemia, cuyas consecuencias letales el Gobierno neg¨® en un principio. En el imaginario colectivo, adem¨¢s, pesan mucho los presos pol¨ªticos, la persecuci¨®n religiosa, la impunidad de los asesinados por la represi¨®n de las protestas de 2018 y los 120.000 exiliados, con la fractura social que esto ha implicado en el pa¨ªs.
¡°Ortega querr¨¢ usar a los presos pol¨ªticos como moneda de cambio, pero ha subido tanto el list¨®n que poca gente estar¨¢ dispuesta a negociar derechos humanos por impunidad¡±, explica Silvio Prado. ¡°Hemos pasado, en t¨¦rminos acad¨¦micos, de un r¨¦gimen autoritario a una dictadura. Los reg¨ªmenes autoritarios se manejan con cierta mano ancha porque permiten, por ejemplo, la presencia de partidos de oposici¨®n, pero el nivel de represi¨®n ha sido tan fuerte que Ortega ha cerrado todo el sistema¡±, agrega. La pregunta es, dice Prado, hasta d¨®nde puede llegar un r¨¦gimen que se sostiene en la represi¨®n o cu¨¢nto falta para que en Nicaragua haya un nuevo estallido social. ¡°La crisis de Nicaragua sangra por todas las llagas¡±, comenta. ¡°Y con Ortega no hay posible apertura. Si ¨¦l hace la m¨ªnima concesi¨®n sabe que se le puede salir de las manos. ?l apuesta a una sucesi¨®n familiar. En Nicaragua hemos tocado fondo¡±, concluye Prado.
Suscr¨ªbase aqu¨ª a la newsletter de EL PA?S Am¨¦rica y reciba todas las claves informativas de la actualidad de la regi¨®n
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.