Acostumbrarse a la guerra
Putin busca una guerra de desgaste, tambi¨¦n econ¨®mica, para que nos cansemos de Ucrania y luego nos rindamos
Que Putin no est¨¦ ganando no significa que est¨¦ perdiendo. Cada d¨ªa que pasa desde la invasi¨®n, y ya han pasado 38, es una victoria para Ucrania, al menos moment¨¢nea, aunque en ning¨²n caso sea definitiva.
Putin todav¨ªa puede vencer. El Ej¨¦rcito ruso es un dep¨®sito de fuerzas inagotable. Cuenta con la siniestra ventaja del r¨¦gimen desp¨®tico al que sirve, sin escr¨²pulos para mandar a los seres humanos a la guerra como se tira el carb¨®n a una caldera.
La guerra ha entrado en la etapa m¨¢s dif¨ªcil. No van a contar las grandes maniobras ni las operaciones fulgurantes, sino la presi¨®n persistente del invasor, la resistencia de quienes la sufren y la fatiga de quienes les ayudan desde fuera de Ucrania. Es la guerra de desgaste, que act¨²a sobre el cansancio y la moral de los combatientes, pero tambi¨¦n de sus aliados.
Matar civiles es el objetivo de Putin: en su siniestra ecuaci¨®n los presenta como si fueran escudos humanos al servicio de Zelenski. Calcula la presi¨®n que ejerce el creciente balance de destrucci¨®n y muerte sobre las espaldas del presidente ucranio. Y tambi¨¦n sobre los aliados, inducidos a identificar la ayuda militar a Ucrania con la prolongaci¨®n del conflicto, el incremento de las v¨ªctimas y las consecuencias econ¨®micas, especialmente esta inflaci¨®n desatada que sufre ahora Europa.
La artiller¨ªa destruye las ciudades y la econom¨ªa productiva, pero la guerra amenaza y somete a una presi¨®n creciente a las sociedades europeas enteras. Con la sociedad rusa y el entorno del Kremlin bajo f¨¦rreo control, a Putin le conviene una guerra tediosa y larga, que sature a las opiniones p¨²blicas, erosione a los gobiernos, dividida a los parlamentos e impulse los reflejos pacifistas m¨¢s primarios en el otro bando.
Con el tiempo, nos vamos acostumbrando a vivir en estas penosas condiciones. No tan solo crece el peligro de bajar la guardia y de una s¨²bita derrota por una operaci¨®n rel¨¢mpago. La rutina de la muerte relega las noticias b¨¦licas al fondo de los telediarios y de las p¨¢ginas de los peri¨®dicos. Y cuando emergen de nuevo por escenas inhabituales del horror, sirven para abaratar las condiciones para la paz, exactamente lo que busca Putin. El objetivo es que la asimilemos a la normalidad primero y luego que nos rindamos por hartazgo ante una violencia que no ceja.
Descontado el fracaso inicial de su ofensiva rel¨¢mpago, Putin se siente como pez en el agua en el castigo prolongado, dependiente solo de la cantidad de bombas que est¨¢ dispuesto a lanzar y de la cantidad de seres humanos que se dispone a sacrificar. Reta as¨ª a los europeos para que entremos en el trato infame de canjear Ucrania a cambio de nuestra paz y nuestra prosperidad, lo mismo que Hitler consigui¨® en 1938 con Checoslovaquia, antes de que sus ej¨¦rcitos terminaran con la paz y la prosperidad, ya no de un peque?o pa¨ªs sino del entero continente.
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