Porno regio
Los desnudos femeninos del Prado, que fueron en su d¨ªa manchados por la imaginaci¨®n lasciva, han sido purificados y elevados a un grado de suprema belleza por la mirada limpia de los amantes del arte
Un mismo valle se transforma seg¨²n la mirada de quien lo contempla. Un pintor solo ve los colores y la transparencia del aire; un excursionista admira la belleza del paisaje; un agricultor observa la fertilidad de sus tierras; un constructor analiza la posibilidad de levantar all¨ª una urbanizaci¨®n; a un especulador le interesa ¨²nicamente como terreno recalificable. La mirada tiene el poder de transformar tambi¨¦n el arte. A una Virgen con el Ni?o, de Rafael, colocada en el retablo de una iglesia, un creyente le puede pedir favores, pero no se le ocurrir¨ªa ped¨ªrselos a esa misma imagen si estuviera colgada en la pared de un museo. Una escultura de San Sebasti¨¢n en el altar de un convento de clausura puede ser un m¨¢rtir del santoral o un atleta muy atractivo, depende de la mirada de cada novicia. En una sala del Prado se hallan algunos de los desnudos femeninos, titulados Poes¨ªas o Pasiones Mitol¨®gicas, que Felipe II le encarg¨® a Tiziano, en 1553. El otro d¨ªa bajo un sol de primavera, me di una vuelta por el museo, que es como ir a purificarse a Delfos, y puedo asegurar que esas diosas de carnes nacaradas tendidas en lechos voluptuosos, por ejemplo, D¨¢nae recibiendo la lluvia dorada, me despertaron una gran emoci¨®n est¨¦tica; en cambio, esos desnudos femeninos extra¨ªdos de la mitolog¨ªa cl¨¢sica constitu¨ªan en su tiempo la pornograf¨ªa que el rey Felipe II guardaba en un gabinete secreto del Alc¨¢zar al que se retiraba a la hora de la siesta y all¨ª se serv¨ªa de esas divinidades tan carnales pintadas por Tiziano para entregarse al onanismo y a otros juegos m¨¢s bien l¨²bricos. Esos desnudos femeninos del Prado, que fueron en su d¨ªa manchados por la imaginaci¨®n lasciva, han sido purificados y elevados a un grado de suprema belleza por la mirada limpia de los amantes del arte. Todo es limpio para quien mira con ojos limpios, sea un valle o el monte de Venus.
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