Popper est¨¢ anticuado
El principio de que una teor¨ªa solo es cient¨ªfica si es refutable resulta demasiado simpl¨®n para abarcar el mundo
Muchos cient¨ªficos, y la pr¨¢ctica totalidad de los cient¨ªficos sociales, han crecido con un principio inviolable grabado en sus neuronas: una teor¨ªa solo puede llamarse cient¨ªfica si es refutable. Eso quiere decir que hay observaciones o experimentos que se pueden hacer y, si los resultados no se corresponden con las predicciones, la teor¨ªa pueda tirarse a la papelera sin remordimientos. La formalizaci¨®n de esta idea se debe seguramente al fil¨®sofo vien¨¦s Karl Popper (1902-1994), que la llam¨® falsacionismo y se convirti¨® as¨ª en el gran ...
Muchos cient¨ªficos, y la pr¨¢ctica totalidad de los cient¨ªficos sociales, han crecido con un principio inviolable grabado en sus neuronas: una teor¨ªa solo puede llamarse cient¨ªfica si es refutable. Eso quiere decir que hay observaciones o experimentos que se pueden hacer y, si los resultados no se corresponden con las predicciones, la teor¨ªa pueda tirarse a la papelera sin remordimientos. La formalizaci¨®n de esta idea se debe seguramente al fil¨®sofo vien¨¦s Karl Popper (1902-1994), que la llam¨® falsacionismo y se convirti¨® as¨ª en el gran influencer avant la lettre del siglo XX, al menos en ¨¢mbitos acad¨¦micos. El falsacionismo es f¨¢cil de entender y nos otorga un criterio para decidir qu¨¦ es cient¨ªfico y qu¨¦ no, nada menos, una de las cuestiones m¨¢s complejas de la historia del pensamiento. Como suele ocurrir en ciencia, sin embargo, la cosmogon¨ªa de Popper lleva tiempo patinando sobre el hielo quebradizo de la pr¨¢ctica cient¨ªfica real, la que ocurre en los laboratorios y en las pizarras.
La propia relatividad de Einstein hace unas predicciones de una precisi¨®n asombrosa, como querr¨ªa Popper, pero a costa de postular un espacio-tiempo maleable que no podemos observar directamente. Nadie dir¨ªa por ello que la relatividad es una religi¨®n m¨¢s que una ciencia. Es la precisi¨®n de sus predicciones la que la convierte en una teor¨ªa cient¨ªfica aceptada. M¨¢s asombrosa a¨²n es la mec¨¢nica cu¨¢ntica, que tambi¨¦n predice la realidad con muchos decimales, pero solo a cambio que aceptemos un mundo regido por una onda de probabilidad (la ecuaci¨®n de Schr?dinger), en el que una part¨ªcula puede estar en dos sitios al mismo tiempo, dos part¨ªculas pueden estar entrelazadas y comunicarse entre s¨ª de manera instant¨¢nea, por muy lejos que est¨¦n una de otra y, para acabarlo de arreglar, todos los resultados posibles que no vemos est¨¢n ocurriendo en otros universos. No podemos observar directamente nada de eso, y por tanto no es falsable (refutable), pero es una teor¨ªa cient¨ªfica porque predice la realidad con extraordinaria precisi¨®n.
El debate popperiano no solo perdura, sino que ha alcanzado entre los f¨ªsicos una intensidad nueva. La controversia se refiere sobre todo a la teor¨ªa de cuerdas (las part¨ªculas elementales no son puntos, sino cuerdas min¨²sculas que pueden vibrar de distintos modos, como las notas que produce un viol¨ªn). La teor¨ªa aspira a unificar la mec¨¢nica cu¨¢ntica con la relatividad, los dos cimientos de la f¨ªsica contempor¨¢nea, que actualmente son incompatibles. Esa unificaci¨®n es el santo grial de los f¨ªsicos te¨®ricos. Pero las cuerdas son tan peque?as que no podemos acceder a ellas con ninguna tecnolog¨ªa actual, y por tanto la mitad de los f¨ªsicos la rechazan con vehemencia por no ser refutable.
Los defensores de la teor¨ªa de cuerdas, en particular el f¨ªsico de Nueva York Brian Greene, aducen que ese es el mismo tipo de inmunidad a la refutaci¨®n que aqueja a las teor¨ªas relativista y cu¨¢ntica. El punto crucial, desde luego, es que la teor¨ªa de cuerdas haga unas predicciones que se cumplan con alta precisi¨®n. De momento no lo ha hecho, porque la teor¨ªa es demasiado compleja. Lleva tres o cuatro d¨¦cadas abduciendo a gran parte del talento joven de medio mundo. Su trabajo no puede descartarse por un simpl¨®n principio filos¨®fico.