Inflaci¨®n, estanflaci¨®n, reduflaci¨®n... y Big Mac
La escalada de los precios aviva el debate sobre sus causas, el impacto en los ciudadanos y algunas consecuencias sorprendentes en los supermercados
Cuando la econom¨ªa atraviesa una crisis inflacionista como la actual, los precios ocupan un primer plano en las noticias y las redes sociales no se quedan al margen del debate. Controversias sobre las causas y las consecuencias: encarecimiento de la energ¨ªa, guerra en Ucrania, ...
Cuando la econom¨ªa atraviesa una crisis inflacionista como la actual, los precios ocupan un primer plano en las noticias y las redes sociales no se quedan al margen del debate. Controversias sobre las causas y las consecuencias: encarecimiento de la energ¨ªa, guerra en Ucrania, p¨¦rdida de poder adquisitivo... Y varios conceptos se repiten: inflaci¨®n, estanflaci¨®n, reduflaci¨®n. La primera refleja la evoluci¨®n de los precios, la segunda se refiere a una considerable subida de los precios combinada con un estancamiento econ¨®mico (una amenaza real que, de momento, no se ha materializado) y la tercera indica algo m¨¢s de ver y tocar en el d¨ªa a d¨ªa, totalmente legal, pero no siempre f¨¢cil de detectar: camuflar la subida de precios reduciendo el tama?o de los envases, es decir, vender menos cantidad por el mismo dinero.
En Twitter abundan los mensajes relacionados con esos tres t¨¦rminos. Adem¨¢s de los debates entre economistas y pol¨ªticos, centrados en los datos y la geopol¨ªtica, en la Red circulan miles de ejemplos, difundidos por usuarios de a pie, que ilustran qu¨¦ significa en la pr¨¢ctica la escalada inflacionista. Son frecuentes los tuits con el antes y el despu¨¦s, como fotograf¨ªas de alimentos que han subido de forma extraordinaria desde el oto?o (aceites, pastas y harinas) o botes de mayonesa que han encogido de tama?o sin variar el precio. Tambi¨¦n se suceden im¨¢genes de productos que, una vez sacados del envase y colocados sobre la b¨¢scula en la cocina de casa, pesan presuntamente menos de lo que asegura el paquete.
No son las ¨²nicas formas de ilustrar el fen¨®meno inflacionista de forma visual. Por ejemplo, el inter¨¦s por el ?ndice Big Mac, que elabora peri¨®dicamente The Economist, crece en las redes en las ¨¦pocas de elevada inflaci¨®n. Este indicador compara la paridad del poder de compra en decenas de pa¨ªses tomando como referencia el precio de la hamburguesa de McDonald¡¯s m¨¢s popular y crea una clasificaci¨®n que cambia cada a?o. ?Es un ¨²til reflejo de la realidad o solo un juego? Es lo que se preguntaban hace unos d¨ªas en las redes varios economistas de la Escuela de Negocios Sloan del MIT. ¡°Hay algo en su simplicidad que lo hace brillante¡±, apunta uno de ellos, Roberto Rigobon.
M¨¢s all¨¢ del problema de los precios, las redes se han convertido en un buz¨®n de reclamaciones global en el que denunciar cuestiones relacionadas con el consumo. A veces son quejas lanzadas al aire, sin un destinatario claro; otras muy concretas, como la de un comprador contra un fabricante que le ha enviado una lavadora defectuosa. Antes de internet, la gran mayor¨ªa de los clientes nunca se molestaban en quejarse.
Las malas experiencias se comparten cada vez m¨¢s en las redes. ?Hasta qu¨¦ punto las empresas responden? Durante a?os, los servicios de atenci¨®n al cliente han trabajado con la idea de que cuando una compa?¨ªa se enfrentaba a las quejas de forma positiva, su reputaci¨®n sal¨ªa ganando. Es una estrategia que ahora algunos cuestionan. En un estudio reciente, un grupo de profesores de la Escuela de Negocios de Harvard recomendaba pens¨¢rselo dos veces antes de responder a los clientes enfadados en Twitter, porque hab¨ªan comprobado una correlaci¨®n entre esta pr¨¢ctica y un deterioro de la imagen de la marca al atraer la atenci¨®n sobre lo negativo. En su lugar, aconsejaban, a veces es mejor llenar las redes con mensajes positivos propios para controlar el discurso.
Pero la viralidad resulta complicada de controlar. Cuando United Airlines destroz¨® la guitarra de Dave Carroll (valorada en 3.500 d¨®lares) en un vuelo en 2008, el m¨²sico canadiense intent¨® que le compensar¨¢n, lo que solo ocurri¨® cuando, nueve meses despu¨¦s, colg¨® en YouTube un v¨ªdeo con una canci¨®n sobre su experiencia que se convirti¨® en un ¨¦xito en pocos d¨ªas.