Impunidad en la Amazonia
Mientras Bolsonaro est¨¦ en el poder, las probabilidades de que la humanidad controle el calentamiento global disminuyen a cada minuto
Una balsa minera ilegal de tres pisos y 30 metros de largo que navega por la Amazonia es la ¨²ltima imagen de la destrucci¨®n de la selva, apoyada por el Gobierno de Jair Bolsonaro. El 14 de abril, siete mineros ilegales llegaron a la tierra de los Xipayas y amenazaron al padre de Juma Xipaya, la primera jefa de su pueblo y una de las estrellas de la cumbre del clima de Glasgow.
Despu¨¦s, la monstruosa embarcaci¨®n naveg¨® por unidades de conservaci¨®n. Agentes de la Fuerza Nacional y del ICMBio, organismo responsable de la conservaci¨®n de la biodiversidad, detuvieron a los delincuentes in fraganti. Parec¨ªa una rara victoria en uno de los frentes de la guerra clim¨¢tica. Mientras Bolsonaro est¨¦ en el poder, sin embargo, las probabilidades de que la humanidad controle el calentamiento global disminuyen a cada minuto. Al d¨ªa siguiente, la Polic¨ªa Federal solt¨® a los delincuentes. La excusa: no pudieron llevarlos a una comisar¨ªa en las 24 horas que exige la ley porque la regi¨®n es de ¡°dif¨ªcil acceso¡±.
Juma Xipaya hablar¨¢ este jueves en Viena, en el Foro EARTH talks, sobre los ataques a la Amazonia. El Gobierno de ultraderecha de Brasil devora las instituciones desde dentro. No hace falta cerrarlas, como hac¨ªan los reg¨ªmenes autoritarios del siglo XX: siguen existiendo, pero no act¨²an contra el presidente, su familia, sus amigos y su base de apoyo. Bolsonaro est¨¢ consiguiendo destruir la ¨²nica polic¨ªa que parec¨ªa funcionar en Brasil. Tras quedar en libertad, los mineros ilegales se burlaron de los pueblos de la selva que los hab¨ªan denunciado, mostrando de qu¨¦ lado est¨¢ la fuerza en el pa¨ªs. Adultos y ni?os estaban aterrorizados, en el punto de mira de los delincuentes.
A principios del milenio, la regi¨®n llamada Tierra Media era uno de los pocos enclaves naturales donde la selva a¨²n respiraba. Mantenerla viva era estrat¨¦gico para cualquier escenario en el que se quisiera conservar la vida humana.
Fui la primera periodista que lleg¨® a la regi¨®n, acompa?ada del fot¨®grafo Lilo Clareto, en 2004. Llegamos a Riozinho do Anfr¨ªsio, la comunidad m¨¢s amenazada, despu¨¦s de cuatro d¨ªas de viaje por el r¨ªo. Navegamos junto a Herculano Porto, el l¨ªder de la resistencia, amenazado de muerte.
La semana pasada, mientras la balsa de la impunidad avanzaba, yo sembraba en los r¨ªos de la Tierra Media las cenizas de Lilo, que muri¨® por la covid-19. Al d¨ªa siguiente, la historia de Herculano Porto se record¨® en un homenaje que ten¨ªa por objetivo mostrar el pasado de lucha a la nueva generaci¨®n, que hoy se corrompe al aliarse con los destructores de la selva. Y entonces se detuvo a los delincuentes y luego se les solt¨®.
La certeza, una vez m¨¢s, es que resistir es arriesgarse a que te maten, lo mejor es aliarse a quienes mandan en el pa¨ªs. No me cansar¨¦ de repetirlo: la sociedad global tiene que entender que el futuro de la humanidad depende de la lucha que se libra en el presente contra un Gobierno que utiliza la m¨¢quina del Estado para destruir la Amazonia. Demasiado solos, casi siempre perdemos.
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