Boris Johnson: la ¡°v¨ªa Ruanda¡±
La externalizaci¨®n de la inmigraci¨®n irregular no eclipsa la comprometida situaci¨®n del primer ministro
El Gobierno de Boris Johnson ha cerrado un acuerdo con las autoridades de Ruanda para reenviar a ese pa¨ªs africano a la mayor¨ªa de hombres menores de 40 a?os, de cualquier nacionalidad, que intenten entrar de modo irregular en el Reino Unido. La idea de externalizar la gesti¨®n de la inmigraci¨®n irregular no es nueva. Australia, probablemente la inspiraci¨®n del Ejecutivo brit¨¢nico, lleva a?os enviando a varias is...
El Gobierno de Boris Johnson ha cerrado un acuerdo con las autoridades de Ruanda para reenviar a ese pa¨ªs africano a la mayor¨ªa de hombres menores de 40 a?os, de cualquier nacionalidad, que intenten entrar de modo irregular en el Reino Unido. La idea de externalizar la gesti¨®n de la inmigraci¨®n irregular no es nueva. Australia, probablemente la inspiraci¨®n del Ejecutivo brit¨¢nico, lleva a?os enviando a varias islas del Pac¨ªfico a muchos de los que intentan llegar a sus costas. Lo que hace que los planes de Johnson resulten especialmente crueles ¡ª¡±contrarios a la naturaleza de Dios¡±, seg¨²n el arzobispo de Canterbury, Justin Welby¡ª es su descarada utilizaci¨®n como propaganda pol¨ªtica y el hecho mismo de que suponen la constataci¨®n del fracaso del Brexit.
No hay cifras oficiales sobre la inmigraci¨®n irregular porque el Gobierno se resiste a publicarlas. Las estimaciones de organizaciones de ayuda al refugiado y de medios de comunicaci¨®n como la BBC elevan el n¨²mero en 2021 a casi 29.000. Las previsiones del Ministerio del Interior, filtradas recientemente a los medios, sugieren que este a?o podr¨ªa llegarse a las 65.000 personas.
Johnson y los euroesc¨¦pticos prometieron a los brit¨¢nicos, durante el refer¨¦ndum del Brexit de 2016, que recuperar¨ªan el control de sus vidas, y tambi¨¦n de sus fronteras. Take Back Control fue el brillante mensaje con el que alcanzaron la victoria. A?os despu¨¦s, Downing Street se ha dado de bruces con una realidad que el continente europeo ya hab¨ªa tenido que afrontar mucho antes, y en cifras muy superiores. Johnson y su ministra del Interior, Priti Patel, han exigido al Gobierno de Francia mayor control de sus costas, y que aceptara la devoluci¨®n de los inmigrantes llegados a trav¨¦s de las aguas del canal. Par¨ªs ha sido muy claro: es un asunto que debe ser negociado directamente con las instituciones de la UE. De nuevo, la lealtad comunitaria de los socios frustra los intentos de Londres de ningunear a Bruselas con acuerdos bilaterales.
Johnson sabe que la ¡°v¨ªa Ruanda¡± ser¨¢ cuestionada en los tribunales brit¨¢nicos, y que su proyecto de Ley de Nacionalidades y Fronteras, que recoge la opci¨®n de enviar a un tercer pa¨ªs a los que su Gobierno llama ¡°inmigrantes econ¨®micos¡±, sufrir¨¢ enmiendas dr¨¢sticas en la C¨¢mara de los Lores. Pero ha dado a conocer la medida apenas tres semanas antes de las elecciones locales del 5 de mayo, que tendr¨¢n lugar en todo el Reino Unido. Reactivar el inflamable debate de la inmigraci¨®n le sirve para ocultar el hecho de que la polic¨ªa haya multado a Johnson por incumplir la ley al participar en fiestas prohibidas en Downing Street durante el confinamiento. Hoy mismo, la C¨¢mara de los Comunes decide si abrir una investigaci¨®n por desacato. Resulta del todo evidente que el verdadero prop¨®sito de Johnson no es tanto recuperar el control de las fronteras como el control sobre su futuro pol¨ªtico.