¡°I want my money back!¡±
En fiscalidad no hay ¡®derecho natural¡¯ que valga. No lo hay a quedarse con la totalidad de tus ingresos te¨®ricos. Porque no los genera solo tu esfuerzo

Margaret Thatcher fue la pionera. Cuando en 1979 lleg¨® a primera ministra brit¨¢nica lanz¨® su reclamaci¨®n a la Europa comunitaria: ¡°?Devolvedme mi dinero!¡±. Es la traducci¨®n de su ¨¢spero ¡°I want my money back!¡±. Dio as¨ª carta blanca internacional a las pol¨ªticas conservadoras, reaccionarias o ultraderechistas ¡ªseg¨²n el grado del empe?o¡ª de rebajas fiscales generales o devoluciones de impuestos. Y de sus habituales correlativos, los recortes sociales.
El efecto Thatcher fue m¨²ltiple. Dificult¨® (junto a la pausa francesa, agr¨ªcola) el ingreso de Espa?a en las Comunidades, retras¨¢ndola seis a?os, hasta que en 1985 logr¨® en Fontainebleau el ¡°cheque brit¨¢nico¡±. Y sobre todo, estableci¨® el siniestro paradigma de la ¡°contribuci¨®n neta¡± ¡ªo sea, de la balanza fiscal sin matices¡ª en detrimento del empe?o com¨²n.
Cierto que Londres aportaba a la CEE como los dem¨¢s pa¨ªses ricos, pero recib¨ªa menor retorno pues su agricultura subvencionada por Bruselas era raqu¨ªtica. Pero llevar ese argumento al l¨ªmite imposibilitaba toda transferencia entre socios, cercenando la cohesi¨®n y todo proyecto com¨²n: pues los ricos ¡ªpersonas o pa¨ªses¡ª deben contribuir m¨¢s a la caja com¨²n.
Otros emulan aquella idea b¨¢rbara. En casa, quiz¨¢ sin saberlo, los de ¡°Espanya ens roba¡± o los de ¡°el Gobierno se est¨¢ forrando¡± beben de esa p¨®cima. Aqu¨ª al lado, Marine Le Pen propal¨®, al debatir con Emmanuel Macron, que su ¡°prioridad es devolver el dinero [del IRPF] a los franceses¡±. Y lleg¨® al barroquismo de prometer la supresi¨®n del impuesto sobre la renta a todos los menores de 30 a?os. Una idea, con perd¨®n, imb¨¦cil: a los 29 a?os Bill Gates y Mark Zuckerberg ya eran ultrarricos. De aplicarse el principio a EE UU no habr¨ªan pagado el impuesto.
Exigir que te devuelvan algo, sobre todo dicho con acritud, se justifica si te lo han robado; o porque erraron la factura. Si tienes derecho absoluto a lo reclamado. Pero en fiscalidad no hay derecho natural que valga. No lo hay a quedarse con la totalidad de tus ingresos te¨®ricos. Porque no los genera solo tu esfuerzo. Contribuyen la ense?anza recibida, los servicios p¨²blicos utilizados, el espacio colectivo habitado, el valor que a?aden trabajadores y compa?eros, los incentivos estatales empleados. Es tuyo, s¨ª, pero solo en parte. Tuyo, bajo la condici¨®n de que ¡ªprecisamente¡ª devuelvas otra parte a la sociedad. Esa es la devoluci¨®n que entienden los ricos norteamericanos que adem¨¢s son sabios.
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