Las dos v¨ªas posibles para Macron
Uno casi tendr¨ªa la tentaci¨®n de decir: ?una elecci¨®n para nada! Tan graves son los problemas que debe afrontar Francia y que no se han resuelto con la votaci¨®n de ayer, que dio la victoria a Emmanuel Macron
La primera vuelta de las elecciones presidenciales ha puesto de manifiesto la existencia de tres Francias que se ignoran mutuamente y que podr¨ªan llegar a enfrentarse. Una Francia de la diversidad, urbana, joven, apegada a la lucha contra las desigualdades y por el clima, que vot¨® a Jean-Luc M¨¦lenchon; una Francia de la ruralidad, periurbana, de obreros y asalariados, de clases medias tensionadas por el miedo al descenso de categor¨ªa, preocupadas por la inmigraci¨®n y el borrado de los valores tradicionales, que vot¨® a Marine Le Pen; y una Francia de licenciados, ejecutivos, empresarios, jubilados, urbana y proeuropea que vot¨® a Emmanuel Macron. La Francia m¨¦lenchonista y lepenista considera que la Francia macronista les ignora y desprecia. La cuesti¨®n del respeto y el reconocimiento est¨¢ en el centro de la c¨®lera pol¨ªtica expresada durante esta campa?a, en la que la escucha y el di¨¢logo parec¨ªan a¨²n m¨¢s ausentes que de costumbre.
Y es inimaginable que una de estas tres Francia gobierne contra las otras dos. Por ello, Emmanuel Macron se enfrenta a la dif¨ªcil tarea de la reconciliaci¨®n, y su situaci¨®n es parad¨®jica. Pol¨ªticamente, est¨¢ en la mejor posici¨®n para tratar de conciliar, al menos parcialmente, estas tres Francias, ya que ocupa un lugar central en comparaci¨®n con los otros dos candidatos. Pero, individualmente, se le percibe como un l¨ªder arrogante, seguro de s¨ª mismo, despectivo, que gobierna solo, rodeado de un peque?o grupo de colaboradores, incapaz de empatizar y cerrado a cualquier idea de gobierno compartido. Es esta reputaci¨®n ¡ªmerecida¡ª la que tendr¨¢ que poner en solfa durante su segundo mandato, respondiendo a la pregunta que se hacen muchos franceses: ?Se puede reformar a Emmanuel Macron?
La primera v¨ªa que podr¨ªa tomar es la de una clara ruptura con el estilo de gobierno de su primer mandato. Apartar a J¨²piter y la verticalidad no es cosa f¨¢cil, sobre todo, cuando eres el primero en haber conquistado un segundo mandato de cinco a?os y cuando est¨¢s completamente libre, ya que no puedes volver a presentarte a unas elecciones presidenciales. Hay que superar la arrogancia de la victoria. Hay que resistir la presi¨®n de los allegados para gobernar solos, y consentir la lentitud y los peligros del di¨¢logo y el compromiso. Hay que aceptar que el colectivo es m¨¢s importante que el individuo. Y tambi¨¦n es necesario dibujar los contornos de esta gobernanza compartida y hacerla cre¨ªble para los votantes desconfiados y desafiantes.
La primera reforma que debe llevar a cabo Emanuel Macron es la de las instituciones. La crisis de la representaci¨®n alcanzar¨¢ su punto ¨¢lgido en junio, con unas elecciones legislativas que se asemejar¨¢n a una gran loter¨ªa nacional, debido a la regla de 12.5% (si un candidato a las elecciones legislativas no llega a obtener este porcentaje de los electores de una circunscripci¨®n no puede presentarse a la segunda vuelta) y un nivel de abstenci¨®n que sin duda superar¨¢ la marca del 50%, ya alcanzada en 2017 (51,3%). Estas elecciones dar¨¢n lugar a una asamblea en la que las sensibilidades pol¨ªticas de los franceses estar¨¢n muy poco representadas. La distancia entre el ciudadano y el legislador se acentuar¨¢. La introducci¨®n de la representaci¨®n proporcional es la ¨²nica forma de escapar de una situaci¨®n cada vez m¨¢s peligrosa, en la que el enfrentamiento entre la calle y el Gobierno se convertir¨ªa en el modelo can¨®nico de debate y negociaci¨®n pol¨ªtica en Francia.
Al mismo tiempo, la participaci¨®n ciudadana debe reforzarse mediante la definici¨®n de reglas sencillas y comprensibles para todos, tanto para las conferencias ciudadanas iniciadas por Macron, como para las de otras partes interesadas. La relaci¨®n entre democracia participativa y democracia representativa debe ser objeto de un amplio debate, antes de una votaci¨®n parlamentaria para estabilizar los procedimientos.
Los dos grandes ¨¢mbitos prioritarios anunciados durante su campa?a, la sanidad y la educaci¨®n, deben ser objeto de una metodolog¨ªa de reforma que contrasta fuertemente con el modelo tradicional franc¨¦s. En primer lugar, hay que entender que el problema a resolver no es administrativo sino relacional. El trabajo de M¨¦lanie Heard y Marc Olivier Padis, Pour une r¨¦forme non administrative de l¡¯¨¦cole (¡°Por una reforma no administrativa de la escuela¡±), muestra que la tasa de abandono escolar francesa puede explicarse por variables como la confianza en s¨ª mismo, la perseverancia y las representaciones del esfuerzo. La falta de cooperaci¨®n entre los alumnos, entre los padres y los profesores y, en general, entre todos los agentes, es la causa de las dificultades en la escuela y de la desconfianza de los ni?os y los padres hacia el sistema. Los pa¨ªses escandinavos han demostrado que es posible actuar pol¨ªticamente en estos ¨¢mbitos e invertir recursos en ellos. Para ello es necesario el di¨¢logo entre todas las partes interesadas y una reforma basada en la experimentaci¨®n, la descentralizaci¨®n, el respeto del principio de subsidiariedad y el papel de los territorios. La direcci¨®n de la reforma debe ser compartida entre la administraci¨®n y la sociedad civil, de principio a fin. Y todas las dem¨¢s ¨¢reas deben ser dirigidas de la misma manera, salud, educaci¨®n, etc. Esta revoluci¨®n en la gobernanza es el criterio por el que se juzgar¨¢ el ¨¦xito o el fracaso de esta segunda legislatura.
La otra v¨ªa es la del bonapartismo, de la gobernanza centralizada y cerrada en nombre de la eficacia y la urgencia. En los c¨ªrculos de poder se oye a veces que es necesario ¡°reparar Francia¡±, como si nuestro pa¨ªs fuera un coche cuyo cap¨® se levanta para cambiar el carburador. Esto es olvidar la esencia misma de la pol¨ªtica, que es escuchar puntos de vista contradictorios y encontrar soluciones de compromiso. Si Emmanuel Macron vuelve a ignorar al cuerpo social, el deseo de reconocimiento y participaci¨®n, y se olvida del cociente emocional, no es seguro que termine su mandato, y si lo hace, quiz¨¢ sea para experimentar la suprema humillaci¨®n de recibir a un sucesor nacionalista populista en las escaleras del El¨ªseo.
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