Recoser Francia
Con Macron ganan la democracia y el europe¨ªsmo, pero su margen frente a la extrema derecha se ha reducido
La reelecci¨®n de Emmanuel Macron es una buena noticia para Francia y para Europa. El actual presidente de la Rep¨²blica derrot¨® este domingo en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales a Marine Le Pen. El candidato a la reelecci¨®n gana con claridad, pero la extrema derecha avanza significativamente. Macron es el primer presidente que sale reelegido desde Jacques Chirac hace 20 a?os: el ¨¦xito no es menor tras un quinquenio marcado por las protestas sociales y una pandemia. La victoria del candidato centrista y europe¨ªsta evita que la extrema derecha populista, nacionalista, euroesc¨¦ptica y pr¨®xima a la Rusia de Vlad¨ªmir Putin conquiste el poder en un pa¨ªs fundador de la Uni¨®n Europea y una potencia dotada del arma nuclear, con sill¨®n permanente del Consejo de Seguridad de la ONU y miembro de la OTAN. En la primera vuelta, Macron fue el candidato m¨¢s votado con casi un tercio de votos, una base social s¨®lida, pero su mayor¨ªa en la segunda vuelta no significa un voto de adhesi¨®n a ¨¦l y a su programa, sino ante todo de rechazo a la extrema derecha. Le Pen reconoci¨® su derrota, pero no hizo anoche el discurso de la derrota, sino el primero de la campa?a para las elecciones legislativas de junio como candidata a primera ministra, al igual que hizo en su valoraci¨®n de los resultados electorales el candidato de Francia Insumisa, Jean-Luc M¨¦lenchon. La legislatura puede ser complicada para el ganador.
Macron gana, pero con mucho menos apoyo directo que en 2017. No hay motivo de celebraci¨®n ni para ¨¦l ni para sus partidarios. La participaci¨®n ¡ªlas m¨¢s baja desde 1969¡ª se suma al avance de los extremos. En su discurso de anoche admiti¨® expl¨ªcitamente el voto que muchos franceses le han prestado por miedo a la extrema derecha. Lo verdaderamente dif¨ªcil, para el presidente, empieza ahora. En los pr¨®ximos cinco a?os, dirigir¨¢ un pa¨ªs en el que casi la mitad de votantes apoya una opci¨®n que llevar¨ªa a Francia a salir de la UE, y cambiar¨ªa por refer¨¦ndum la Constituci¨®n para discriminar entre franceses de nacimiento y extranjeros, y en el que el voto de protesta contra el sistema, si se a?ade a la izquierda populista, supera ampliamente el 50%. Es una Francia dividida entre archipi¨¦lagos, seg¨²n la terminolog¨ªa del polit¨®logo J¨¦r?me Fourquet: dos pa¨ªses, o m¨¢s, que ni se hablan ni se entienden. Han quedado reflejados en el voto de este domingo: el pr¨®spero, urbano y multicultural de Macron, y el precario, provincial y blanco de Le Pen. El problema es que, debido al sistema electoral mayoritario por dos vueltas, el Reagrupamiento Nacional de Le Pen, a pesar de sus millones de votos, es de hecho un partido paria, sin grupo parlamentario en la Asamblea Nacional y con solo una decena de los 36.000 Ayuntamientos. Existe en Francia un problema grave de representatividad, que explica en parte estallidos sociales como el que protagonizaron los chalecos amarillos.
Si Macron quiere evitar que las revueltas en la calle atraviesen su segundo quinquenio y que las opciones populistas y nacionalistas sigan acerc¨¢ndose al poder, el objetivo de recoser la Francia fracturada deber¨ªa ser una prioridad. No es sencillo, pero el presidente podr¨ªa empezar por impulsar medidas para introducir la proporcionalidad en las elecciones legislativas, de modo que el Parlamento sea m¨¢s representativo de la realidad del pa¨ªs. No es solo una cuesti¨®n de planes de inversiones ni pol¨ªticas sociales, sino de hablar y escuchar a la otra Francia y romper las barreras de clase, educaci¨®n y territorio. El presidente asumi¨® en su primer mandato la concepci¨®n vertical del poder propia de la V Rep¨²blica, pero ha anunciado ya su voluntad de ensayar un nuevo m¨¦todo. Podr¨ªa consistir en consultas y convenciones ciudadanas para ensayar una forma de democracia m¨¢s deliberativa. Francia ha enviado una se?al a las democracias: cuando desaparecen algunos consensos compartidos, cuando se quiebra la representatividad de los partidos y los l¨ªderes son incapaces de hablar a todo el pa¨ªs (y sobre todo de escucharlo), las democracias se exponen a caer en manos de los extremos. Evitarlo es la principal tarea de Macron en su segundo mandato. Ah¨ª se jugar¨¢ su legado. Para Francia y para Europa.
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