Soy lo que t¨² quieres que yo sea
No creo que la decisi¨®n de ponerse a la sombra de un hombre artista pueda ser una acci¨®n voluntaria, desde ni?as se nos educa en la idea de que el amor todo lo puede y de inmediato nos vemos abocadas a ¨¦l
- Monsieur Vincent me dijo al ver mi palidez cadav¨¦rica: ¡°Voil¨¤ ce que c¡¯est que l¡¯amour¡±.
Las de arriba son algunas de las palabras que la escritora francesa Elena Poniatowska pone en boca de la pintora y grabadora rusa Angelina Beloff en el libro Querido Diego, te abraza Quiela. No s¨¦ si para vosotras el nombre de Beloff es nuevo. Para m¨ª s¨ª. Desconoc¨ªa que estuvo casada con Diego Rivera y que tuvieron un hijo que muri¨® de una afecci¨®n pulmonar con 14 meses. Que vivieron en Par¨ªs durante casi 12 a?os. Que Rivera regres¨® a M¨¦xico dej¨¢ndola en la extrema pobreza, prometi¨¦ndole dinero para un pasaje. O que no respondi¨® a las cartas que ella le enviaba con la esperanza de encontrarse de nuevo. Elena Poniatowska mira como mirar¨ªa una pintora capaz de transmitir la pasi¨®n por un oficio donde se manosean el ¨®leo y la enc¨¢ustica. Escribe 13 cartas y observa el mundo a trav¨¦s de la mirada de un hombre poderoso y cruel: ¡°Yo me veo bajo tu mirada, bajo tus ojos. Soy lo que t¨² quieres que yo sea¡±. No creo que la decisi¨®n de ponerse a la sombra de un hombre artista pueda ser una acci¨®n voluntaria, desde ni?as se nos educa en la idea de que el amor todo lo puede y de inmediato nos vemos abocadas a ¨¦l. Detr¨¢s de un gran hombre siempre hay una gran mujer.
Angelina Beloff y Diego Rivera; Sylvia Plath y Ted Hughes; Camille Claudel y Auguste Rodin; Dora Maar y Pablo Picasso; Manuela Ballester y Josep Renau. Veo a estas mujeres invirtiendo su tiempo en mecanografiar la obra de su pareja en lugar de ocuparse de la obra propia, abandonando su pasi¨®n por la pintura en favor de la fidelidad al marido. Aliment¨¢ndolo y cuidando de sus hijos. Poniendo la cabeza en un horno. Muriendo abandonadas en un manicomio. ¡°Violar a tu mujer no se consider¨® un delito hasta 1991¡å, escuch¨¦ el otro d¨ªa en Anatom¨ªa de un esc¨¢ndalo, una serie inteligente que pone sobre la mesa el tema que abordamos desde un punto de vista bastante optimista: algunas mujeres consiguen despertar del sue?o del amor rom¨¢ntico, una pesadilla que las silencia y anula.
Pinto. De los 25 a los 29 a?os conviv¨ª con un m¨²sico que tocaba casi cada fin de semana, pero que no soportaba que yo expusiera mi trabajo una vez al a?o.
¡°Te muestras demasiado¡±, me dec¨ªa. Tampoco quer¨ªa que me maquillara ni que llevara faldas cortas. Fumaba y beb¨ªa hasta altas horas de la madrugada garabateando letras. Yo pagaba el alquiler, la gasolina, las facturas y la comida. El artista era ¨¦l y estaba en constante b¨²squeda. Dorm¨ªa hasta el mediod¨ªa. Su talento le daba derecho a ponerse furioso, a pegar patadas, a tirarme del pelo. Mi b¨²squeda parec¨ªa ser menos importante. Yo sent¨ªa que mi amor era tan fuerte que iba a conseguir cambiarlo. Un d¨ªa entr¨® en c¨®lera y propin¨® un pu?etazo a la pared justo al lado de mi o¨ªdo. Se rompi¨® la mano. Lo acompa?¨¦ al hospital y me sum¨¦ a la mentira que cont¨® cuando preguntaron qu¨¦ hab¨ªa sucedido. De regreso a casa lo pint¨¦ desnudo en un peque?o lienzo de 20x20 cent¨ªmetros. El ¨²nico trozo de carne que cubr¨ª fue el que envolv¨ªa la fractura que el m¨¦dico hab¨ªa forrado con escayola blanca.
Muchas mujeres siguen silenciadas en nombre del amor rom¨¢ntico. Es posible que las hayan golpeado o que hayan estado a punto de matarlas: ellas son capaces de continuar idealizando al responsable. Si consiguen librarse del rapto y hacerse o¨ªr, se despliega un mecanismo que intenta callarlas, porque es imposible que las mujeres estemos sometidas a tantas violencias. Seguro que queremos llamar la atenci¨®n. Si usamos nuestra obra como herramienta de denuncia todav¨ªa lo tenemos m¨¢s dif¨ªcil: es muy grave que digamos cosas horribles de hombres cultos que son padres de familia, aunque esos hombres nos hayan violado. Es escandaloso que llevemos a nuestra pareja delante de un juez, aunque un volante m¨¦dico demuestre que nos golpe¨®. Nosotras seguimos siendo las malas y aunque sobrevivamos a la agresi¨®n y tengamos que cargar con ella hasta el fin de nuestros d¨ªas, las v¨ªctimas siguen siendo ellos.
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