Sombr¨ªa celebraci¨®n del 9 de mayo
El discurso de Putin en el D¨ªa de la Victoria reproduce su visi¨®n tergiversada de una guerra defensiva contra Ucrania y Occidente
Las especulaciones m¨¢s sofisticadas se han visto defraudadas ante la celebraci¨®n del D¨ªa de la Victoria de la Gran Guerra Patria rusa por parte de Vlad¨ªmir Putin: no ha habido novedades ni sorpresas. Ni siquiera nuevas amenazas. Su discurso en la Plaza Roja, en conmemoraci¨®n del 77? aniversario de la derrota de Hitler, fue el de un dirigente sin apenas nada que ofrecer a su poblaci¨®n m¨¢s all¨¢ de la ret¨®rica belicista. Es probable que Putin aspirase a llegar a la solemne celebraci¨®n con alg¨²n resultado tangible, pero ni ha podido sustituir al Gobierno de Kiev ni ha logrado culminar la toma de una masacrada Mariupol. Su fracaso es incuestionable, pese a que el lunes mismo segu¨ªan cayendo las bombas en Odesa y en J¨¢rkov. Lo que puede ofrecer a sus conciudadanos es un impreciso pero cuantioso balance de p¨¦rdidas en vidas y en equipamiento de sus militares.
Tampoco ofreci¨® en el D¨ªa de la Victoria la temida declaraci¨®n formal de guerra, que hubiera acarreado la movilizaci¨®n general de todo el personal en edad militar y el palmario reconocimiento de que la invasi¨®n no ha sido una operaci¨®n especial de car¨¢cter b¨¦lico, como la present¨® el 24 de febrero, y como ha exigido que sea denominada p¨²blicamente en Rusia, incluida la prensa, bajo amenaza de hasta 15 a?os de c¨¢rcel en caso contrario.
El presidente ruso se limit¨® a repetir su deformada visi¨®n habitual y subray¨® el car¨¢cter inevitable y defensivo de una guerra de invasi¨®n que presenta como acci¨®n preventiva ante una presunta amenaza vital a la seguridad de Rusia a cargo de Ucrania, la OTAN y Estados Unidos. Putin asegur¨® que nadie quiso escucharle en diciembre cuando ¡°Rusia llam¨® a Occidente a un di¨¢logo honesto, a buscar soluciones de compromiso razonables, a tener en cuenta los intereses de cada uno¡±. Lo que escucharon el lunes sus compatriotas llevaba ese mismo sesgo tergiversador: atribuye las atrocidades que ¨¦l est¨¢ cometiendo a las v¨ªctimas de su agresi¨®n. Convierte a la joven democracia pluralista ucrania, imperfecta como todas, en un r¨¦gimen nazi que es preciso extirpar. Aprovecha las justas quejas del presidente ucranio, Volod¨ªmir Zelenski, sobre el incumplimiento ruso del Memor¨¢ndum de Budapest de 1994 ¡ªpor el que Ucrania cedi¨® todo su arsenal nuclear a Rusia a cambio del reconocimiento de su integridad territorial¡ª para atribuir a Kiev la intenci¨®n de adquirir armas nucleares. Y, por supuesto, endosa la responsabilidad de los cr¨ªmenes cometidos por su ej¨¦rcito contra la poblaci¨®n civil al Gobierno ucranio y a sus aliados, que le proporcionan la ayuda militar imprescindible para su defensa.
Putin es un presidente aislado internacionalmente, e incluso pa¨ªses equidistantes, como China, Sud¨¢frica e India, prefieren mantener la m¨¢xima discreci¨®n y prudencia en sus relaciones con Mosc¨². No tan solo por los efectos secundarios que puedan tener las sanciones sobre sus econom¨ªas, sino tambi¨¦n por la imagen arcaica y cruel del r¨¦gimen ruso, con la que ni siquiera quieren confundirse otros reg¨ªmenes autoritarios.
El mensaje del lunes en la Plaza Roja fue bien claro y nada hace pensar en una guerra corta. Tampoco hubo la menor pista de una futura iniciativa hacia la paz. Al contrario, la ratificaci¨®n del discurso de legitimaci¨®n que Putin ha usado desde el principio solo puede hacer pensar en una escalada de atrocidades y de bombardeos de civiles, como el perpetrado en v¨ªsperas del desfile en una escuela de Bilohorivka (Lugansk), donde murieron 60 personas all¨ª refugiadas.
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