Sumar europe¨ªsmo
La plataforma izquierdista espa?ola puede ser un valioso contrapunte al modelo con aroma soberanista y populista de M¨¦lenchon para ese espacio pol¨ªtico
Europa asiste a relevantes movimientos en el espacio pol¨ªtico a la izquierda de la familia socialdem¨®crata. En Francia, Jean-Luc M¨¦lenchon se ha convertido ¨Dtras su excelente resultado y la cat¨¢strofe del PS en las presidenciales de abril¨D en la figura hegem¨®nica del ¨¢mbito progresista galo. ...
Europa asiste a relevantes movimientos en el espacio pol¨ªtico a la izquierda de la familia socialdem¨®crata. En Francia, Jean-Luc M¨¦lenchon se ha convertido ¨Dtras su excelente resultado y la cat¨¢strofe del PS en las presidenciales de abril¨D en la figura hegem¨®nica del ¨¢mbito progresista galo. El vigor de su proyecto, que se ver¨¢ con toda probabilidad reafirmado en las legislativas de junio, y la debilidad de las agrupaciones hermanas en los otros dos principales pa¨ªses de la UE, Alemania e Italia, le otorga cierta preeminencia en ese espacio pol¨ªtico tambi¨¦n a escala europea. Mientras, en Espa?a, cuarta potencia de la Uni¨®n, echa a andar la plataforma que la vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda D¨ªaz, busca construir en ese mismo espacio. La semana pasada, qued¨® registrada Sumar, la asociaci¨®n que es el instrumento legal para el proceso de escucha que D¨ªaz quiere emprender como gran factor de impulso a su proyecto.
La presencia de formaciones a la izquierda de la socialdemocracia que abanderen un irreductible anhelo de justicia social es un factor de apreciable salud democr¨¢tica en una Europa lastrada por el sobreponerse de graves crisis y fuertes desgarros que golpean con gran intensidad a ciertos sectores de la ciudadan¨ªa. Lo es mientras su planteamiento pol¨ªtico prefiera el pragmatismo al populismo, el europe¨ªsmo al soberanismo y la madurez a ciertos idealismos infantilizados. Es por ello que la consolidaci¨®n de ese espacio pol¨ªtico en Espa?a supone no solo un factor de gran relevancia en el panorama nacional, sino tambi¨¦n uno importante a escala europea.
Resulta fundamental fijar la mirada en algunos aspectos del ahora dominante modelo M¨¦lenchon. Por un lado, impulsa la defensa de la justicia social a trav¨¦s de un ideario con aroma soberanista. Afirma su voluntad de buscar una profunda reformulaci¨®n de la UE, pero se?alaba en su programa presidencial su disposici¨®n a incumplir los tratados. Se trata de un planteamiento profundamente peligroso. Quien incumple las normas por un motivo puede y debe esperar que otros querr¨¢n hacer lo mismo por otros motivos. P¨¦sima senda esa. Una vez sacados de las botellas, resulta complicado volver a meter ciertos genios donde conviene. Por otra parte, M¨¦lenchon tambi¨¦n es sostenedor de la salida de su pa¨ªs de la OTAN, posici¨®n realmente llamativa en los tiempos que corren. Adem¨¢s, su radicalismo y falta de pragmatismo le indujeron a negarse a pedir el voto para Macron frente a Marine Le Pen.
Frente a ello, y frente a instintos similares que se detectan en parte de la izquierda espa?ola, Yolanda D¨ªaz viene dibujando una trayectoria acertadamente alejada de esos extremismos y mucho m¨¢s en sinton¨ªa con la gran corriente europe¨ªsta ¡ªconcepto que trasciende las familias pol¨ªticas particulares¡ª en materia de respeto de tratados, de c¨®mo frenar a la ultraderecha o c¨®mo apoyar a Ucrania frente a la agresi¨®n rusa. Tambi¨¦n est¨¢ acertadamente alejada de la contraproducente agitaci¨®n de guerras culturales que, en vez de ensanchar la base social favorable a cambios de progreso ¡ªsumar¡ª, tiende m¨¢s bien a limitarla.
La consolidaci¨®n de un espacio pol¨ªtico izquierdista en esos t¨¦rminos en vez de los m¨¦lenchonistas ser¨¢ pues una buena noticia no solo para la democracia espa?ola, donde no falta instintos parecidos al del pol¨ªtico franc¨¦s, sino tambi¨¦n para el proyecto europeo, que podr¨¢ tener en la plataforma espa?ola un contrapunto a la francesa, en muchos sentidos regresiva. En Alemania, La Izquierda no muestra s¨ªntomas de vitalidad; en Italia, ese espacio pol¨ªtico est¨¢ moribundo; en Grecia, Syriza mantiene cierto atractivo electoral, pero afronta una delicada tesitura entre el vigor de ND y s¨ªntomas de renacimiento del Pasok. Grecia no tiene el peso para asumir grandes protagonismos salvo si el partido regresara al poder. En Portugal, tras la exitosa experiencia de los ¨²ltimos a?os con el apoyo al Gobierno socialista, un poco pragm¨¢tico giro ha causado un grave retroceso del espacio pol¨ªtico.
Ojal¨¢ en Espa?a pueda Sumar ¨Dy lo que de ella derive¨D mostrar a la familia de la izquierda europea un camino distinto del melenchonista; un camino irreductible en la defensa de justicia social, feminismo, ambientalismo y otros valores, pero desde el europe¨ªsmo inequ¨ªvoco. Buscando, como es perfectamente leg¨ªtimo, cambios profundos en la UE, pero sin agitar el espantajo de la insubordinaci¨®n. Apelando a la mejor veta de la tradici¨®n internacionalista de la izquierda frente a los instintos soberanistas de cierta izquierda. Subrayando la convicci¨®n de que la mejor opci¨®n de hallazgo de soluciones a los aspectos lesivos para tantos de la globalizaci¨®n, el capitalismo y la contaminaci¨®n reside en la clave federal. Desde ah¨ª, se puede ser un factor real de progreso; desde el otro planteamiento, al margen de vuelos ret¨®ricos, hay sabor terrenal a regreso, por el contenido de algunas ideas y por el riesgo de suscitar una potente, nefasta y mayoritaria reacci¨®n.