El ¡®bienestar¡¯ que traer¨¢ la ultraderecha
Los ciudadanos que votan a estos partidos sospechan que algo se tambalea de cara al ma?ana y seguir¨¢n buscando el bienestar en alg¨²n lado. Si no se lo ofrecemos, lo buscar¨¢n en la nostalgia reaccionaria
La ultraderecha seduce a millones de personas en Europa porque promete un proyecto aspiracional: la idea de que el bienestar a¨²n existe, pero est¨¢ en alg¨²n lugar remoto del pasado. Ello se traduce en una sensaci¨®n ciudadana de que el progreso ha sido un enga?o, porque algunos no creen que les haya vuelto m¨¢s pr¨®speros, sino que les ha dejado m¨¢s a la deriva o m¨¢s precarios. Ciertos sentimientos resultan falaces, pero abren debates inc¨®modos: sobre si nuestro modelo productivo y educativo ha llegado demasiado lejos, mientras el mundo sufre una tensi¨®n hacia el repliegue.
Muestra de ello ...
La ultraderecha seduce a millones de personas en Europa porque promete un proyecto aspiracional: la idea de que el bienestar a¨²n existe, pero est¨¢ en alg¨²n lugar remoto del pasado. Ello se traduce en una sensaci¨®n ciudadana de que el progreso ha sido un enga?o, porque algunos no creen que les haya vuelto m¨¢s pr¨®speros, sino que les ha dejado m¨¢s a la deriva o m¨¢s precarios. Ciertos sentimientos resultan falaces, pero abren debates inc¨®modos: sobre si nuestro modelo productivo y educativo ha llegado demasiado lejos, mientras el mundo sufre una tensi¨®n hacia el repliegue.
Muestra de ello es que muchos trabajadores creen que la globalizaci¨®n es el enemigo y asumen de forma idealizada que el obrero precario volver¨ªa a ser clase media si se cerraran las fronteras. Es una quimera, porque el proteccionismo no sale barato a las clases humildes. Sin embargo, ese anhelo rescata al trabajador de un astillero, al metal¨²rgico, de un sentimiento de abandono, de incomprensi¨®n en un mundo donde no encuentra su sitio. E, incluso, se conjuga con los temores de quienes sienten p¨¢nico de acabar siendo sustituidos a medio plazo por un robot.
A ello se suman la pandemia y la invasi¨®n de Ucrania, que han hecho saltar alarmas sobre nuestra capacidad de autoabastecimiento. Pa¨ªses avanzados fueron incapaces de fabricar ciertos materiales sanitarios para protegerse del virus, mientras sectores como la agricultura se volvieron esenciales. Se habla ahora de racionamiento energ¨¦tico, de carest¨ªa en los supermercados, crisis alimentaria¡ Todo ello responde a un contexto concreto, pero abona el recelo generalizado sobre si el mito del crecimiento o del consumo ilimitado ha reventado.
En consecuencia, Europa asiste a la paradoja de tener econom¨ªas muy terciarizadas, de haber alcanzado picos de desarrollo nunca vistos, para acabar encontrando puntos flacos por abajo, en un mundo donde crece la desconfianza en el futuro. Existe un clima de opini¨®n latente sobre que quiz¨¢s hemos mirado demasiado hacia arriba, hacia el avance intelectual, econ¨®mico, digital, tecnol¨®gico... para acabar inadaptados a ese ¡°abajo¡±, a lo peque?o, a lo primario, que no cabe en el ideal del progreso.
Acaso no resulta hoy una paradoja que econom¨ªas con persistentes tasas de paro sean incapaces de cubrir determinados puestos de trabajo. En la Uni¨®n Europea falta mano de obra cualificada de conductores, fontaneros, alba?iles, carpinteros, mec¨¢nicos, camioneros, m¨¦dicos, programadores inform¨¢ticos¡ No todos los pa¨ªses asisten a la misma problem¨¢tica, pero se espera que la tendencia vaya a m¨¢s, por el envejecimiento demogr¨¢fico, e incluso por la tendencia de la poblaci¨®n a concentrarse en las ciudades.
El progresismo cree entonces que hay que pagar m¨¢s para que la gente quiera colocarse, aunque ser¨ªa una respuesta miope. Esconde una escasa adecuaci¨®n del mercado de trabajo a las necesidades de las empresas, bien sea porque existen sectores para los que la oferta formativa no se ha desarrollado a¨²n o porque hay j¨®venes sin titulaci¨®n que no contemplan o desconocen la Formaci¨®n Profesional como una opci¨®n. A la postre, en el imaginario colectivo se ha denostado la importancia de los oficios, de todas las profesiones que no tengan una p¨¢tina intelectual, cultural o reflexiva.
Ese debate se vuelve sensible para muchos universitarios que incluso creen que el mito de la universidad se ha erosionado. Aunque tengan bastantes posibilidades de no acabar en el paro, algunos piensan que su precariedad ser¨ªa menor si hubiesen estudiado otra especialidad menos human¨ªstica, m¨¢s tecnol¨®gica, o en FP. El tejido productivo en Espa?a no llega a absorber todo el potencial de sus profesionales, o que cobren los sueldos que merecen. Quiz¨¢s porque la universidad tampoco est¨¢ del todo acorde con las necesidades del entorno.
Se rompe as¨ª ese anhelo generacional de nuestros padres sobre el orgullo de graduarse, o licenciarse, como parte del triunfo social. Ello sume en la frustraci¨®n a muchos chavales, que se ven recicl¨¢ndose despu¨¦s de haber cursado sus estudios universitarios. Habr¨ªa que preguntarse ya qu¨¦ ofrece m¨¢s libertad o autonom¨ªa a largo plazo: si elegir lo que uno quiere estudiar, as¨ª sea una disciplina intelectual o con pocas salidas, o que el Estado ponga m¨¢s recursos en orientar hacia la empleabilidad.
La reflexi¨®n tambi¨¦n pasa por el valor a?adido de nuestra industria local. La ley audiovisual buscaba ser un polo de atracci¨®n del sector, pero esta ha pasado m¨¢s desapercibida que otras leyes, como la que estableci¨® el ingreso m¨ªnimo vital. Escasea ambici¨®n pol¨ªtica por la transformaci¨®n productiva, y la oposici¨®n se escandaliza al cuestionar la dependencia del turismo. Mientras tanto, Espa?a llenar¨¢ puestos libres con trabajadores extranjeros, en muchos casos en sectores poco atractivos para los espa?oles, como la construcci¨®n o la hosteler¨ªa.
La ultraderecha no trae convivencia a nuestro modelo de derechos y libertades. Pero los ciudadanos que la votan sospechan que algo se tambalea de cara al ma?ana y seguir¨¢n buscando el bienestar en alg¨²n lado. Si no se lo ofrecemos de ahora en adelante, recogiendo esos debates que est¨¢n en la calle, lo buscar¨¢n en ese pasado idealizado, en la nostalgia reaccionaria.