Las dos profesiones m¨¢s antiguas del mundo
El problema no es si la pol¨ªtica debe abordar o no la prostituci¨®n, sino c¨®mo hacerlo. Hay que intentarlo, pero no creo que se consiga su abolici¨®n por mero golpe de BOE
Alguien, no recuerdo quien, dijo que la pol¨ªtica es la segunda profesi¨®n m¨¢s antigua del mundo. Quiz¨¢ por eso mismo no deja de ser interesante contemplarla cuando decide confrontar a la primera de todas, la prostituci¨®n. Que deba hacerlo me parece impepinable. En un sistema democr¨¢tico no puede mirarse para otro lado cuando se produce una explotaci¨®n y denigraci¨®n sistem¨¢tica de seres humanos. El problema no es, por tanto, si debe o no hacerlo, sino el c¨®mo abordarlo. Si buscan un tema complejo, aqu¨ª lo tienen. Creo que las razones no se le escapan a nadie. Estas van desde la propia definici¨®n del objeto de la intervenci¨®n p¨²blica hasta la cuesti¨®n de cu¨¢les sean las medidas m¨¢s eficaces para combatirlo. El que haya sido una pr¨¢ctica semisumergida lo hace, si cabe, a¨²n m¨¢s dif¨ªcil. Diferentes sistemas pol¨ªticos lo han intentado con ¨¦xito desigual, no hay un modelo est¨¢ndar al que podamos recurrir para aplicarlo sin m¨¢s.
No tengo una respuesta clara. O la tengo a medias. Hay que intentarlo, pero no creo que se consiga su abolici¨®n por mero golpe de BOE. Y cuando algo as¨ª se produce, cuando nos embarga la perplejidad y nos llenamos de dudas, lo l¨®gico es que nos detengamos a pensar, que lo debatamos. Lo frustrante es que cuando uno se pone a hacerlo, y tengo una breve experiencia de ello, enseguida le cae una lluvia de mierda en la Red. Y ya saben lo que esto significa, la descalificaci¨®n grosera, la desaparici¨®n de los argumentos y los matices en nombre de opiniones que se presentan s¨®lidas como rocas ¡ªuna contradicci¨®n en los t¨¦rminos, por cierto¡ª, los retuiteos en bucle por parte de gente que ni siquiera nos ha escuchado..
Y, sobre todo, la moralizaci¨®n. Quien aparentemente no est¨¢ del lado del bien debe de ser cancelado, debe enterarse de que sus defensores ya han tomado nota, que le han colgado un sambenito. El presupuesto es que la persecuci¨®n del bien conduce necesariamente a un mundo m¨¢s virtuoso, que basta con propon¨¦rselo para que todas las piezas acaben encajando de forma autom¨¢tica en un orden social arm¨®nico. Ignoran, sin embargo, que la moral en pol¨ªtica funciona como ¡°principio regulativo¡± (Kant), como ideal moral al que ir adaptando una realidad esquiva. La pol¨ªtica es lo bastante vieja para saber que ¡ªcomo dec¨ªa Kant de nuevo¡ª ¡°con un le?o torcido¡± como es el hombre ¡°nada puede forjarse que sea del todo recto¡±. Y que vivimos en sociedades donde existe una pluralidad de concepciones del bien. Los valores de unos considerar¨¢n como una aberraci¨®n a proscribir el que dos personas decidan intercambiar dinero por favores sexuales. Para otros debe ser respetada siempre y cuando sea verdaderamente ¡°libre¡±, que quien los otorga no se haya visto compelido a hacerlo por necesidad o mediando alg¨²n tipo de coacci¨®n. Y que es aqu¨ª, precisamente, donde habr¨ªa que actuar.
Por todo lo anterior, y lo digo con pesar, hemos vuelto a desaprovechar una magn¨ªfica oportunidad para ilustrarnos mutuamente sobre un tema central. Enseguida se ha visto arrastrado, como suele ocurrir, por la din¨¢mica de las diferencias sectarias, la pr¨¦dica de los ¡°sacerdotes impecables¡± (R. del ?guila) de la pol¨ªtica moralizadora, el cortoplacismo de la econom¨ªa de la atenci¨®n y el cortocircuito de la argumentaci¨®n que significan las redes sociales. Ahora ya solo existen las elecciones andaluzas. La gran pregunta es si este estado de cosas est¨¢ ah¨ª para quedarse. En ese caso habremos dejado de ser ya una sociedad madura e ilustrada. Ojal¨¢ me equivoque.
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