Un Gobierno en la desesperaci¨®n
El problema del Ejecutivo no es tanto de gasto p¨²blico o de leyes, sino que los ciudadanos piensan que el futuro no ser¨¢ mejor que el presente, algo estructural en los tiempos que corren
El Gobierno est¨¢ desesperado, y ese desasosiego se huele a cada aparici¨®n de sus portavoces casi implorando que la ciudadan¨ªa valore sus muchas medidas contra la inflaci¨®n. Es la paradoja que afronta el Ejecutivo: los ciudadanos no son s¨²bditos, y votar¨¢n seg¨²n sus impresiones de la econom¨ªa familiar. Poco importan las previsiones macroecon¨®micas o los decretos, por injusto que suene, si la gente se derrumba frente al monedero al ver ...
El Gobierno est¨¢ desesperado, y ese desasosiego se huele a cada aparici¨®n de sus portavoces casi implorando que la ciudadan¨ªa valore sus muchas medidas contra la inflaci¨®n. Es la paradoja que afronta el Ejecutivo: los ciudadanos no son s¨²bditos, y votar¨¢n seg¨²n sus impresiones de la econom¨ªa familiar. Poco importan las previsiones macroecon¨®micas o los decretos, por injusto que suene, si la gente se derrumba frente al monedero al ver la gasolina disparada o la comida por las nubes, mientras el clima de opini¨®n en Espa?a es hoy de pesimismo.
Y La Moncloa sabe que algo no andar¨¢ tan bien, con una izquierda desmovilizada como muestran las encuestas. Viene entonces la fase de echar balones fuera, de culpar a la comunicaci¨®n, a los medios... Aunque lo m¨¢s honesto sea asumir ya el principal problema, y es que el Ejecutivo quiz¨¢s ha perdido algunas de sus causas por las que luchar. Es decir, ha dejado de ofrecer un relato que invite a querer seguir apoy¨¢ndole por alg¨²n motivo. Es una brecha sutil, pero emerge como la decepci¨®n silenciosa del progresismo frente a la coalici¨®n del PSOE y Unidas Podemos.
De un lado, porque combatir la desigualdad ya era un reto para la izquierda incluso antes de la guerra en Ucrania o de la pandemia. Esta legislatura estaba llamada a ser la m¨¢s social en a?os, y de ah¨ª medidas como el ingreso m¨ªnimo vital (IMV) o las subidas del salario m¨ªnimo. El ciudadano part¨ªa del ideal de estar mejor, o de una sed de justicia social tras la austeridad. Sin embargo, el IPC disparado se lo ha empezado a comer todo, noqueando esa lucha con una inflaci¨®n que ha llegado a bordear el 10%, con subidas del salario m¨ªnimo de cerca del 4%, o del IMV del 15%.
Por tanto, la inflaci¨®n no tiene los mismos efectos que una crisis arrolladora como la que enfrent¨® Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, con necesidad posterior hasta de ajustes. Era el m¨¢ximo p¨¢nico de Pedro S¨¢nchez hasta la fecha. Sin embargo, la inflaci¨®n es una carcoma silenciosa, un mecanismo pasivo-agresivo que diezma a las familias, aunque no sea tan cruel en lo humano como un desahucio o un despido.
Del otro lado, existe una sutil percepci¨®n de injusticia social, o de que este Gobierno no carga sobre el lomo de ¡°los privilegiados¡± o de ¡°los ricos¡± el coste de esta crisis, cuando m¨¢s que cualquier otro Ejecutivo hac¨ªa gala de combatir el crecimiento descomunal de ciertas riquezas. Italia eleva los impuestos a las empresas el¨¦ctricas mucho antes que Espa?a. De otras medidas se cuestiona su progresividad, ya que la subvenci¨®n a los carburantes quiz¨¢s no era necesaria para todos los ciudadanos, sino s¨®lo para quienes m¨¢s lo precisan.
Ese runr¨²n ha abierto ya un debate entre el Gobierno y sus socios sobre qu¨¦ hacer. Una parte de la izquierda cree que faltan m¨¢s medidas de izquierdas, que el Gobierno ha sido poco progresista. El ecosistema alude a menudo a las leyes timoratas, o centristas, sobre los alquileres, por ejemplo. La vicepresidenta Yolanda D¨ªaz habla ya de un cheque a las familias, es decir, m¨¢s dinero para la gente. El portavoz de Esquerra Republicana, Gabriel Rufi¨¢n, de impuestos a las superfortunas, a las el¨¦ctricas, esto es, el reparto de la guerra.
En cambio, es curioso que alg¨²n bar¨®n socialista y la oposici¨®n al Gobierno piensan que el problema son las alianzas con el independentismo o el acuerdo con Podemos. La derecha se?ala la ideolog¨ªa del Ejecutivo, mientras que los barones del Partido Popular arrasan vendiendo proyecto econ¨®mico, el que sea, el liberal, el suyo. Han conseguido dar al votante una idea de refugio ante la crisis, aunque s¨®lo sea por mostrarse como la alternativa a lo presente.
As¨ª pues, el problema de La Moncloa no ser¨¢ tanto de gasto p¨²blico, de salidas de emergencia como los ERTE o de leyes como la de eutanasia o la ley trans. El fondo es que el Ejecutivo se enfrenta a la direcci¨®n o a la subjetividad del miedo. La gente cree que el futuro no ser¨¢ mejor que el presente, algo estructural en los tiempos que corren. La pregunta en la calle es si este Gobierno seguir¨¢ siendo capaz de solucionar su incertidumbre a cinco a?os vista. Los ciudadanos se cuestionan eso en su desesperaci¨®n, y si su respuesta es que no, o se quedar¨¢n en casa o votar¨¢n a la derecha. Ya sea con desesperaci¨®n o por gusto.