Buzz Lightyear: hasta las lesbianas y m¨¢s all¨¢
Gracias, Disney Pixar, por superar mis mayores anhelos a la hora de normalizar referentes y negarte a eliminar el beso entre dos mujeres. A la larga ser¨¢ m¨¢s rentable renunciar a la taquilla que a la dignidad
El primer beso homosexual en una pel¨ªcula Disney ha sido m¨¢s que esperado. Muchas quisimos verlo en Frozen, la princesa de hielo (y sin pareja) de quien se dijo que cantaba el Let it go porque estaba a punto de soltar que era gay. Much¨ªsimos lo esperaron en Luca, donde el crush entre los protagonistas (Luca y Alberto) era a ratos m¨¢s evidente que e...
El primer beso homosexual en una pel¨ªcula Disney ha sido m¨¢s que esperado. Muchas quisimos verlo en Frozen, la princesa de hielo (y sin pareja) de quien se dijo que cantaba el Let it go porque estaba a punto de soltar que era gay. Much¨ªsimos lo esperaron en Luca, donde el crush entre los protagonistas (Luca y Alberto) era a ratos m¨¢s evidente que el de los vaqueros de Brokeback Mountain. Ansi¨¢bamos un beso legendario y efervescente, fruto de un amor rebelde y apasionado. Iba a ser un beso reivindicativo, lleno de fuegos artificiales; uno de esos besos que preceden al m¨ªtico The End, esos donde la pantalla se funde en negro con la boca de los amantes en el centro. Era un beso que iba a ocuparlo todo. Y, por encima de todo, iba a ser el gran beso del siglo XXI, que es sin duda el siglo de la visibilidad homosexual, el siglo de la revoluci¨®n de g¨¦nero. El momento en el que por primera vez las mujeres se enamoran y se besan y lo hacen en pantalla grande. Bien, pues no a todo.
La primera genialidad del beso l¨¦sbico que aparece por primera vez en la historia de Disney en la reci¨¦n estrenada Lightyear (y que tristemente ha supuesto la censura de la cinta en 14 pa¨ªses de Oriente Pr¨®ximo y Asia) es que tiene lugar en 1995, es decir, hace 27 a?os. De modo que consigue que el primer beso homosexual de la factor¨ªa Disney Pixar nazca recordando que llega con a?os de retraso. Porque resulta que se trata de un beso noventero, tan viejuno como el mism¨ªsimo siglo XX. ?Qu¨¦ c¨®mo puede ser eso? Muy f¨¢cil. Porque la cinta arranca con la siguiente premisa: en 1995 Andy (el protagonista de Toy Story) fue al cine a ver Lightyear. Y ¨¦sta (que se estrena ahora) es la pel¨ªcula que vio entonces. De modo que Lightyear no es el cierre de la saga sino su precuela. Adem¨¢s, resulta que el pol¨¦mico beso no sucede entre alguna joven protagonista y su enamorada, sino entre dos mujeres maduras que llevan a?os casadas. No estamos ante un beso rebelde y mucho menos pol¨ªtico (o ideol¨®gico). Este beso no pretende visibilizar ni nombrar ninguna novedad, sino que se trata de un gesto absolutamente convencional. Gracias Disney Pixar por superar, una vez m¨¢s, mis mejores anhelos a la hora de normalizar referentes. Tambi¨¦n por escuchar a tus trabajadores y negarte a eliminar la escena. A la larga ser¨¢ m¨¢s rentable renunciar a la taquilla que a la dignidad.
Otro asunto importante del beso es que adem¨¢s de ser entre dos mujeres sucede entre dos madres y se produce el d¨ªa en que celebran un cumplea?os de su hijo. No es pues el cl¨¢sico ¨®sculo made in Disney que culmina el amor rom¨¢ntico entre la pareja protagonistas, sino uno fragmentario, robado a uno de esos instantes de anodina felicidad. Es un beso fugaz, insignificante en la historia de las amantes, dura apenas segundos, no est¨¢ cargado de ning¨²n significado especial en la historia de amor y nos habla de una manera de construir afectos y sentido distinta a la que impone el tradicional canon heterosexual: una donde los gestos de amor parecen poco importantes y, sin embargo, lo son todo. La clase de amor donde los besos no suponen un punto de inflexi¨®n en la vida de las enamoradas sino que funcionan como peque?os puntos de anclaje en la historia de las amantes. Es este un gesto donde el amor rom¨¢ntico no es al fin el centro de la vida sino parte de ella. En Lightyear asistimos al anodino beso en la boca entre la exploradora espacial Alisha Hawthorne y su mujer y sabemos que no estamos en el centro de ninguna historia sino en uno de esos fragmentos que dan sentido a la vida. Es pues un beso s¨¢fico en este sentido: otra forma de construir el amor, m¨¢s lateral y silenciosa, tambi¨¦n m¨¢s sana.
Alisha ¡ªmujer, lesbiana, negra¡ª no tiene tantos minutos de metraje como Buzz Lightyear ¡ªvar¨®n, blanco y n¨²cleo del relato¡ª sino que es ¡°solamente¡± la amiga del protagonista, su confidente e inspiraci¨®n. Juntos quedan atrapados en un planeta inhabitable por un error que ¨¦l cometi¨® y a partir de ese momento sus vidas transcurren de manera paralela aunque radicalmente distinta. Casi como la historia del amor l¨¦sbico y el heterosexual. Ella se adapta a las circunstancias y empieza a vivir la vida que le ha tocado sin rechazar sus dificultades. Las condiciones no son las mejores, pero Alisha se enamora (de una mujer) y celebra su suerte, juntas tienen un hijo y en el camino ella cuida a todos los que ama, tiene una nieta, lucha, investiga, consigue llenar su vida de sentido y finalmente muere. ?l, en cambio, se empe?a en ¡°terminar la misi¨®n¡±, en ¡°ser importante¡±, ¡°salvar el mundo¡±, ¡°tener ¨¦xito¡±, ¡°ser un h¨¦roe¡±, ¡°hacer las cosas solo¡± y ¡°llegar el primero¡±. Buzz, que no conocer¨¢ el amor, encarna muchos de los valores tradicionales del amor heteronormativo, empezando por el ansia de protagonismo y sentido de una vida lineal narrada a trav¨¦s de hitos amorosos o curriculares que solo conducen al m¨¢s profundo e ¨ªntimo fracaso.
As¨ª, Lightyear inicia viajes espaciales para lograr escapar del planeta donde est¨¢n atrapados, fracasando una y otra vez en su prop¨®sito. Pero adem¨¢s, sucede que el tiempo en el espacio se ve alterado cada vez que somete su nave a la hipervelocidad, de modo que siempre que regresa han pasado unos minutos para ¨¦l y algunos a?os (cuatro, diez o veinte) para su compa?era Alisha. ?l quema su vida mientras ella se limita a vivirla. En uno de los momentos finales, Buzz Lightyear explica a la nieta de Alisha por qu¨¦ ¨¦l y su abuela se hicieron guardianes espaciales. ¡°S¨®lo quer¨ªamos ser importantes¡±, dice. ¡°Cr¨¦eme, ella lo fue¡±, le explica ella. Y el h¨¦roe entiende que toda su vida ha sido un enorme malentendido. Tendr¨¢ que regresar a casa con esfuerzo, sabiendo que su hogar no es otro que ese del que ha intentado huir toda su vida.
La pel¨ªcula es una obra maestra, llena de acci¨®n, de sentido, humor e imaginaci¨®n. Y su apuesta por la diversidad incluye a una guerrera de m¨¢s de setenta a?os, rebelde, g¨¢ngster e imprescindible para salvar al mundo. Una vieja de la que nadie est¨¢ hablando por la sencilla raz¨®n de que la vejez sigue invisibilizada aunque ocupe el centro de la escena. La cinta nos regala tambi¨¦n a Sox, un gato rob¨®tico adorable que demuestra c¨®mo la ¨²nica tecnolog¨ªa que sirve es la que ayuda a las personas y no la que aspira a cambiarlas. En serio, es una de las grandes pel¨ªculas de Pixar, mucho m¨¢s que acci¨®n y estrellas. A estas alturas era dif¨ªcil explicar por qu¨¦ los humanos queremos seguir yendo hasta el infinito y m¨¢s all¨¢. Pero hay un momento, al final de la cinta, en que lo entiendes. Cuando el cuerpo de ¨¦lite para la protecci¨®n del universo observa emocionado la estatua de bronce a Alisha: mujer, negra, lesbiana y fuente de sentido para la humanidad, pues ella es esa que supo vivir con grandeza una vida peque?a.