Un paso para la ciencia
La ley que regula los desaf¨ªos de un sector esencial y habitualmente maltratado sale adelante con un amplio apoyo
La Ley de la Ciencia, la Tecnolog¨ªa y la Innovaci¨®n aprobada por el Congreso hace unos d¨ªas supone un gran paso adelante para un sector tradicionalmente arrinconado en este pa¨ªs jactancioso de su ignorancia cient¨ªfica y dominado por el cinismo unamuniano del ¡°que inventen ellos¡±. En primer lugar, la norma establece un incremento estable de los presupuestos p¨²blicos para la ciencia, ahora en un modesto 0,6% del PIB, hasta alcanzar en 2030 el 1,25%, ...
La Ley de la Ciencia, la Tecnolog¨ªa y la Innovaci¨®n aprobada por el Congreso hace unos d¨ªas supone un gran paso adelante para un sector tradicionalmente arrinconado en este pa¨ªs jactancioso de su ignorancia cient¨ªfica y dominado por el cinismo unamuniano del ¡°que inventen ellos¡±. En primer lugar, la norma establece un incremento estable de los presupuestos p¨²blicos para la ciencia, ahora en un modesto 0,6% del PIB, hasta alcanzar en 2030 el 1,25%, en sinton¨ªa con las recomendaciones europeas. Hasta ahora los presupuestos de investigaci¨®n estaban descuidados. La primera legislatura de Zapatero iz¨® la bandera de la ciencia y mejor¨® notablemente las cosas, pero lleg¨® la crisis de 2008 y regresaron las tijeras. Rajoy profundiz¨® en esa l¨ªnea. Si uno tiene que recortar en algo, ?qu¨¦ mejor que la ciencia, que no genera empleo ni riqueza en el plazo de una legislatura? La nueva ley pretende impedir esa tentaci¨®n incapacitante, gobierne quien gobierne.
Un segundo aspecto es la carrera cient¨ªfica: las condiciones en que los investigadores pueden trabajar, emigrar con normalidad y regresar a Espa?a con un futuro previsible. Todo esto parecen reivindicaciones sectoriales, y lo son en parte, pero los cient¨ªficos conocen muy bien los escollos interminables que les impiden hacer algo tan simple como formar una familia. La nueva ley crea unos contratos m¨¢s estables que los actuales, que son temporales y precarios. Y un tercer punto, quiz¨¢ m¨¢s t¨¦cnico, es que el texto aprobado aminora los estratos de trabas burocr¨¢ticas que impiden a los investigadores no ya adquirir una m¨¢quina esencial para su trabajo, sino incluso una silla para sentarse. Esto no implica eliminar los controles minuciosos sobre el gasto p¨²blico, pero s¨ª sustituirlos por muestreos aleatorios. Una decisi¨®n racional y probablemente eficaz.
Las universidades espa?olas forman buenos cient¨ªficos y tecn¨®logos. Luego estos j¨®venes se van a otros pa¨ªses como investigadores posdoctorales, y est¨¢ muy bien que sea as¨ª, porque la ciencia es un empe?o internacional. El problema es que a menudo no pueden volver si as¨ª lo desean. Su carrera en Estados Unidos o Alemania tiene m¨¢s futuro que su regreso a Espa?a. Esto supone una p¨¦rdida de talento y un despilfarro para las arcas p¨²blicas. No es una cuesti¨®n nacionalista. Espa?a tambi¨¦n debe ser capaz de atraer talento extranjero, algo ahora casi anecd¨®tico. Las mejoras en la carrera cient¨ªfica que recoge la ley deber¨ªan servir para paliar ambos problemas. Si un investigador de Harvard quiere venir a Espa?a, imped¨ªrselo ser¨ªa una estupidez.
Los cient¨ªficos suelen decir que no basta arrojar dinero a la ciencia como grano a las gallinas. Casi tan importante es hacerlo muy bien, con evaluaciones inteligentes de los proyectos y un ojo bien atento a la excelencia. Un texto legal no garantiza en s¨ª mismo esa pr¨¢ctica virtuosa, pero desde luego la permite. Bienvenida sea esta ley.